jueves, 20 de noviembre de 2014

Día Internacional de la Filosofía

Repasando la Historia de la Filosofía se llega a la conclusión de que las persecuciones de los filósofos suelen desencadenar, contradictoriamente, un resurgimiento de la Filosofía. Buda fue perseguido por los brahmanes dogmáticos; Sócrates por los ciudadanos envidiosos; Bruno por la Iglesia ignorante; H.P. Blavastky por los científicos positivistas y los dogmáticos de la fe. Y justo después encontramos un renacimiento de sus enseñanzas: Budismo, Platonismo, Renacimiento y Esoterismo –me refiero al esoterismo serio, no al pseudo que se vende en los canales de televisión  y las líneas telefónicas- han marcado épocas de esplendor de la búsqueda del conocimiento.
                En el momento presente la Filosofía está sufriendo una nueva persecución, un acoso y derribo hipócrita propiciado por los gobiernos de este país y que han legislado en materia de educación sin sentido común. De todos es conocido que la asignatura de Filosofía está siendo arrinconada cual Cenicienta del saber. Los jóvenes, tanto en la educación secundaria como en la universidad, están tan ocupados en hacer trabajos para aprobar que no tienen tiempo efectivo para reflexionar sobre lo que estudian. No aprenden, simple y desgraciadamente, llenan el cerebro de datos que olvidan al cabo de pocos días. Así, la lección que se les enseña, como trasfondo de las miles de lecciones que reciben en clase es “no pienses, haz lo que hay que hacer”. Un argumento de los gobernantes es que las Humanidades no preparan a los jóvenes para el mercado de trabajo, mientras que las materias técnicas y los idiomas sí. Y aquí vemos la verdadera intención del legislador: producir mano de obra, no educar.
            Y nuevamente, tras el intento de hacer sucumbir la Filosofía, esta resurge con más fuerza que nunca. Así, desde el año 2002, la UNESCO ha proclamado el tercer jueves de cada mes de Noviembre, Día Internacional de la Filosofía, con los objetivos de fomentar las escuelas de Filosofía, el libre pensamiento y la libre elección de modos de vivir. La Filosofía, al decir de la Presidenta de este organismo internacional, Irina Bokova, es una herramienta fundamental para la formación de los jóvenes y para inculcar en ellos valores como libertad y responsabilidad. La Filosofía no debe quedar circunscrita al mundo académico, sino que debe promocionarse en todos los ámbitos sociales.
                Los libros de filósofos como Séneca, Epicuro, Marco Aurelio y otros filósofos estoicos, se han convertido en verdaderos best-sellers. La filosofía romana está renaciendo con una fuerza arrolladora, tanto por su practicidad, como por su alto contenido de una moral universal, así como por su sencillez. Propusieron en su tiempo, aquellos filósofos de la στοά, vivir de acuerdo a la propia conciencia y no a los imperativos sociales. Séneca revive en nuestro tiempo con su libro “De brevitate vitae”, en el que llama la atención sobre el mucho tiempo que desperdiciamos sin hacer nada bueno, tras lo cual nos quejamos de que la vida es corta o de que nos falta tiempo. El abogado romano nos contestaría que no es lo breve de la vida lo que nos angustia, sino el mucho tiempo desperdiciado en cientos de placeres y convenciones sociales que no nos llenan el alma.
            De modo que a pesar de las afrentas que sufre la Magna Ciencia –como la llamaron los alquimistas renacentistas-, la Filosofía está viviendo un nuevo renacer. Aumenta cada vez más el interés por la comprensión del sentido de la vida. En Es Racó de ses Idees, la escuela de Filosofía que dirijo, cada vez son más las personas que asisten, sobre todo jóvenes, buscando un filosofar que no suponga más teoría, sino que les ayude a conformar un modo de vivir más humano y más integrado en la naturaleza. Más práctica vital, más profundidad real es lo que le demandan a los filósofos los jóvenes. Cuando el filósofo chino Confucio enseñaba que la práctica de lo que se predica permite comprender lo que se predica, se estaba adelantando dos mil quinientos años a la auténtica necesidad de millones de jóvenes en todo el mundo.
               Renace la Filosofía como una antorcha de fuego interior que propicia un cambio trascendente en la sociedad y el mundo. Los jóvenes saben que la sociedad y el sistema que la sustenta deben cambiar. Necesitan hacerlo. La Filosofía les facilita herramientas para que lo hagan pacíficamente. Aquellos que no quieren que nada cambie para seguir aprovechando sus privilegios ilegales lanzan piedras a los filósofos. Pero no saben que por cada piedra que lanzan, saltan muchas chispas que encienden fuegos insaciables de Justicia, Solidaridad, Mística y Fraternidad. La Filosofía y el saber encumbraron en el pasado a parte de la Humanidad. Ahora, con los medios disponibles y una juventud libre y responsable, pueden encumbrar, ahora sí, a toda la Humanidad.
            Vaya esta carta en homenaje a la Musa invisible que me ha inspirado gran parte de la vida y a la que honro en su Día Internacional: la Filosofía.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¡CÓMO SOMOS LOS MALLORQUINES! (II)



Mallorca es, indiscutiblemente, una tierra acogedora, amable y nutridora. Y los mallorquines nunca hemos tratado mal al foráneo ni al extranjero. Todo lo contrario. La hospitalidad hace sentirse al que llega de fuera casi como en su tierra y, a veces, mejor que en su propia tierra. A veces les cautiva la belleza casi espiritual del paisaje, como a Robert Greaves, quien dejó Oxford para afincarse en Deià. Jaume I  exclamó la primera vez que divisó la Medina Mayurqa, que le parecía la ciudad más bella de cuantas conocía. El Archiduque, como se lo conoce popularmente, expresó con estas palabras su profundo amor hacia la isla: “Cuando hayas contemplado la grandeza de Mallorca, cuando hayas comprendido su profundo secreto de la Isla de Oro, la amarás toda la vida”. Josep Coll i Bardolet se enamoró de la luz y el paisaje de Mallorca y, además de gironés, se hizo mallorquín.
     Otras veces los forasteros encuentran su lugar en Mallorca. Mi madre nació en Écija (Sevilla) y emigró a Palma cuando tenía 28 años de edad, ciudad en la que falleció. Recordaba con ilusión sus años mozos a pesar del hambre y las penurias propias de la postguerra. Pero cuando sus hijos le preguntábamos si prefería vivir en Sevilla o en Mallorca, ella sin dudar contestaba que para qué se iba a marchar de la isla si aquí estaban su casa y su familia. Y no lo decía solo en el sentido de perder unas propiedades o alejarse de los seres queridos, sino más bien le resultaba absurdo dejar su tierra, su lugar en el mundo. Mi madre se sintió acogida desde el principio en Palma y esta tierra la hizo hija predilecta, como a tantos miles de inmigrantes. Somos tan hospitalarios que, según informaba este medio el 8 de julio de 2014, los niños saharauis del campamento de refugiados de Tindouf que son invitados a pasar unos días en verano, lloran cuando vuelven a ver a las familias que les acogieron el año anterior.
     ¿Somos conservadores? ¿Nuestra mentalidad es conservadora? Sinceramente, pienso que sí. No me refiero a una opción política conservadora –aunque tiene su reflejo en la política-, sino a una natural inclinación a hacer lo de siempre. Nos gusta hacer lo que se ha hecho siempre, a veces por pereza, otras por miedo al cambio y otras por sentido común, es decir, que lo que hicieron es fadrins es lo que funciona mejor, por ejemplo, las técnicas de empeltar.
     Es verdad que en cuestiones de patrimonio histórico no hemos sido diligentes, nos hemos despreocupado de conservar las ruinas arqueológicas, los museos y de rescatar las piezas de inapreciable valor que han desaparecido en el mercado negro. En este sentido, tenemos un suspenso como una catedral. Nos interesamos más por las danzas tradicionales, algunas de las cuales han sido rescatadas del olvido como la de los cossiers, por las fiestas de carácter mitológico y popular como el “Cant de la Sibil.la”, por las técnicas de construcción como la pedra en sec, que por el patrimonio arquitectónico histórico. Así que además de entonar el litúrgico canto medieval o La Balanguera, nos conviene entonar, en este sentido, un mea culpa.

     Pienso que somos de naturaleza conservadora porque amamos la paz. Cuando miro las casas de foravila, con sus terrazas y balcones orientados al este, donde poder sentarse al atardecer a descansar, imagino una vida más sencilla, con menos preocupaciones y prisas, imagino la vida que vivieron los abuelos hasta no hace mucho. Valoramos la paz y nos preocupamos mucho por no molestar. Claro, en Ciutat  es más difícil no molestar porque somos muchos en poco espacio y -quieras o no- nos molestamos cuando uno aparca en doble fila para ir a comprar la barra de pan, o cuando queremos entrar todos a la vez en el autobús y el conductor solo ha abierto una de las hojas de la puerta delantera o cuando el deporte depara celebraciones nocturnas. Pero si nos detenemos un poco a observar nuestra conducta, seguro que detectamos esa inclinación a no molestar a los demás.
     Somos alegres. Nos sale natural la alegría, el chiste, el meternos con el otro para hacer una gracia y el reírnos de nosotros mismos y nuestras costumbres, como aquel amigo que me decía que un mallorquín no puede ser torero, porque para ser torero hay que tener “un poc de nirvis” y, claro, los mallorquines somos demasiado tranquilos como para enfrentar a una bestia que embiste a 10 pitones por minuto. Somos más alegres que los catalanes y los aragoneses, a pesar de que la mayoría de la población de la isla procede de estos pueblos. De modo que deduzco que este rasgo de nuestro carácter pudiera ser una herencia musulmana mediterránea. Y es que los musulmanes dejaron una profunda huella en nuestra cultura, en el lenguaje, en las tradiciones, en las costumbres y, seguramente, en el carácter. He viajado varias veces por Marruecos y Egipto y he paseado por los barrios donde no suelen llegar los turistas, donde se vende alcohol en bolsas de basura y el tiempo transcurre perezosamente. Y he descubierto que compartimos algunos caracteres como la parsimonia, la alegría, el no agobiarse y la hospitalidad.
     Estos rasgos de nuestro carácter y otros que todavía no conozco pueden aparecer en cada persona como virtud o como defecto, dependiendo cómo se vivan. El no molestar y la inclinación por la tranquilidad pueden vivirse junto a la solidaridad o, por el contrario, limitados por la indiferencia. Los caracteres no son ni virtudes ni defectos, pero pueden ser modificados por virtudes y defectos.

     He compartido contigo, querido lector, algunos caracteres que en su conjunto pueden reflejar un pueblo ideal. Y esto es lo que deseo de todo corazón, que todos, individual y colectivamente, marchemos hacia un futuro ideal que nos inspire una Mallorca mejor. 

lunes, 4 de agosto de 2014

¡Cómo somos los mallorquines!



            Me considero mallorquín aunque mis padres sean sevillanos porque nací en esta maravillosa isla. Lo primero que vieron mis pequeños ojos fue el cielo azul pálido y rojo del otoño y crecieron nutriéndose de la luz teñida de mar. Mis pies descalzos caminaron por la tierra de los honderos antes que por ninguna otra y esta tierra insufló en mi espíritu su carácter inconfundible. Mi olfato percibió la brisa salina del mar mediterráneo junto al lácteo olor del pecho de mi madre. Y, si bien di mi primer beso de enamorado en la ciudad condal,  la Serra fue mi primer y verdadero amor.
            Viví doce años en Barcelona. Me marché porque mi alma adolescente me exigía aventura y traspasar los límites establecidos. Viví aventuras y traspasé los límites geográficos y sociales. Y cuando menos me lo pensaba regresé a mi almendrada isla rocosa. Tal vez, por ser mallorquín de carne y forastero de sangre, me ha atraído sobremanera comprender el carácter mallorquín, del que poco se habla y menos se escribe, del que sobresalen los tópicos quedando oculto su sello. Como no sé qué es ser mallorquín, pero lo intuyo, me decidí a investigar, a observar y a poner por escrito el resultado de estas pesquisas. Lo que escribo no es la verdad, pero es mi verdad, lo que sinceramente siento y pienso.
            Hay autores que defienden que el carácter de un pueblo viene definido por su historia. De ser así cada vez seríamos más mallorquines, porque a más historia más carácter y, viceversa, en los tiempos de los honderos habríamos sido menos mallorquines que en el siglo XX. Con un pueblo pasa, más o menos, que con un individuo. Los niños, aunque no tengan muchos años de vida –poca historia- ya poseen un carácter definido. Las experiencias que vendrán luego, a medida que transcurra su vida, le permitirán aquilatar ese carácter, darle más brillo, más presencia o, por el contrario, diluirlo en la masa social si no aprovecha esas experiencias.
            De modo que la historia no es la que hace el carácter de un pueblo, sino que es uno de los muchos que le dan su forma de ser. Por ejemplo, Mallorca ha sido objeto de varias invasiones a lo largo de su historia; parece ser que todo comenzó con los íberos, luego llegaron los romanos, vándalos, bizantinos, árabes, cristianos y, por último, las oleadas germanas. Pero ¡qué pueblo no las ha tenido! Los griegos fueron invadidos por los persas, los romanos y los turcos. México por los toltecas, los españoles, los franceses y los norteamericanos. Hay quien argumenta que tanta invasión nos ha hecho indiferentes y pasotas. De ser así, los griegos y mejicanos también lo serían. De modo que, además de la historia, otros factores influyen en la formación de nuestra forma de ser.
            Para mi tiene gran relevancia el carácter de la tierra. Los antiguos hablaban del genius loci.  “Genius loci es un concepto Romano. De acuerdo a las creencias romanas antiguas, cada ser independiente tiene su «Genius», su espíritu guardián. Este espíritu da vida a la gente y a los lugares, los acompaña desde el nacimiento hasta la muerte y determina su carácter o esencia (…) El Genius denota lo que una cosa es o lo «que quiere ser», según las palabras de Louis Khan” (Christian Norberg, Revista Morar, núm. 1. Facultad de Arquitectura Universidad Nacional de Colombia). Si queremos descubrir de dónde procede nuestro carácter tendríamos que investigar cómo es el carácter del Genio de Mallorca - pero esto es asunto para otro artículo.
            Uno de los rasgos que nos definen es una especie de aversión ingénita hacia todo lo que sea ser más que los demás. Somos gente sencilla y no nos gustan aquellos que se las quieren dar de superiores. Si bien, nuestra tierra y cultura tienen unos valores únicos, históricamente no ha sido relevante ni económica, ni social, ni culturalmente, como nos recuerda el profesor Vidal, “Mallorca era uno de los Reinos que, sin lugar a dudas, ocupaba una condición de segunda categoría. Era un Reino de segundo orden” (J. Juan Vidal, "Mallorca: un Reino sin Cortes". Archivo Sardol 47/49, 1996, pp. 237-251). Algo que jamás se le perdonará a la Munar son esos aires de superioridad, de aristocracia artificial y postiza que se gastaba; algo que jamás se le perdonará al Matas, no es su palacete y sus escobillas del w.c. de 500 €, sino el haber presumido de ello. Y esto porque nos gusta la tranquilidad que da la sencillez y la austeridad. Fijémonos en nuestra arquitectura: casas, iglesias, murallas son de factura sencilla y austera, incluso la Seu es de un gótico levantino sobrio, si bien la reforma de la fachada principal, tras el terremoto de 1851, inspirada en la moda francesa de las grandes catedrales, le añadió la fachada que contemplamos hoy día y que excede de las dimensiones propiamente mallorquinas. Recordemos qué revuelo causa ese macro cartel que anuncia las cuevas del Drach a la entrada de Porto Cristo. Lo que chirría del cartel no es su instalación en suelo rústico sin la preceptiva licencia, sino lo exagerado de sus dimensiones. No es coherente con nuestra forma de ser.
            Los mallorquines somos reservados, tal vez porque no nos sentimos muy seguros hablando de nuestro ser interior. No nos definimos (“ja et diré coses”), pero esto no nos supone ninguna angustia existencial porque sí sabemos muy bien quiénes somos como pueblo. Somos defensores acérrimos de las costumbres. El mallorquín no se identifica con una personalidad, sino con una tradición. No tiene como finalidad principal en la vida realizarse individualmente, sino realizarse como pueblo. El tan socorrido tópico de que somos cerrados es totalmente falso. ¡Cuántas veces he escuchado decir que somos cerrados porque vivimos en una isla! El más idiota de los discípulos de Platón hubiera detectado al instante lo absurdo de ese argumento. Es cierto que vivimos en una isla, pero esta isla no ha permanecido desconectada del resto del mundo. Además, hemos ido absorbiendo las influencias de las culturas que han pasado por la isla, señal de nuestra mentalidad abierta y plural. ¿Quieren conocer una mentalidad cerrada? Visiten el interior de Castilla y León o los pueblos del Pirineo vasco-francés. Nosotros somos mediterráneos, vivimos en la calle y en el campo, nos gusta la fiesta (Sant Antoni y el Carnaval tienen en Mallorca un patente carácter dionisíaco) y hacer amistad con los no-mallorquines, les llamemos como les llamemos. Es más, en Mallorca, tradicionalmente, las propiedades no se cerraban con muros. El payés que cerraba un campo lo hacía para que no escaparan los cerdos, pero no para cerrar su propiedad y aislarse. Mi amigo Jaume Salamanca, ya jubilado, que trabajó muchos años reparando averías por toda la geografía de la isla, me comentaba que cuando llegaba a un possesió, lo habitual era encontrarse hasta la puerta de la casa abierta, aun cuando sa madona estuviera labrando en el huerto. Esta moda de cerrar las fincas la han traído los alemanes y la necesidad de protegerse de los delincuentes. Nuestra mentalidad es abierta, hospitalaria, acogedora como la tierra en la que vivimos.
            Sí es verdad que somos reservados a la hora de hablar de nuestro ser interior. Pero somos extrovertidos con las manos. Como mejor expresa el mallorquín su mundo interior es con el trabajo cotidiano. Esta maravillosa joya que es Mallorca es una tierra domesticada por el hombre, un hombre doméstico, de la casa, de la isla, un hombre y una mujer locales que se mueven y se entienden mejor a corta distancia. Y ha ido expresando su ser interior pacientemente, labrando, cuidando, formateando la tierra que pisa y habita. Si quieres conocer bien a un mallorquín, trabaja junto a él.
            Otra cuestión que me ha llamado la atención es que la mujer ha sido quien, tradicionalmente, ha llevado los pantalones en la casa. “Sa madona” administra, decide, amonesta en privado, educa el carácter de los hijos, toma la iniciativa y conserva su patrimonio tras el matrimonio con el régimen de separación de bienes. Ella es la “energía” del hogar. Y es que vivimos una tierra que tiene una energía femenina: acogedora, doméstica, bella, íntima, cercana y misteriosa. ¿Será femenino el Genio de Mallorca? Tal vez, por este rol marcado de la mujer, el varón no ha sentido  necesidad de madurar demasiado deprisa. Los mallorquines somos de lenta maceración. Y, claro, tampoco hemos sentido una necesidad acuciante de colocar cada cosa en su sitio de nuestra propia personalidad. Pienso que al no tener certezas de cómo somos individualmente, tendemos a ser reservados. ¿Es que no conocemos bien nuestras propias emociones y eso nos hace ser parcos a la hora de hablar de uno mismo, de nuestra interioridad? Tomeu de Can Monget me explicaba hace unos meses que al mallorquín no le han enseñado a expresar sus emociones. Los padres, los abuelos, la sociedad no  dejaba que traslucieran las emociones. Recordemos nuestra Semana Santa, callada, silenciosa, de sentimiento contenido. Y claro, ¿cómo vamos a ser espontáneamente extrovertidos si no sabemos manejarnos en lo psicológico? Eternos adolescentes, no obstante, disfrutamos sin complejos del síndrome de Peter Pan. No caemos en ninguna angustia existencial por no poder decir con palabras nuestro mundo interior, porque lo expresamos con nuestras manos. Aparentemente, somos niños, despreocupados,  incluso podemos llegar a aparentar indiferencia. Pero no nos engañemos, es pura apariencia.
            Estas son unos pocos rasgos de nuestro carácter. Mis investigaciones continúan y la pluma no quedará ociosa. ¡Hasta la próxima!

Francisco Capacete
Filósofo y abogado

viernes, 11 de julio de 2014

Estados asesinos

Según informa la agencia EFE continúa la escalada de tensión entre israelíes y palestinos. Siete civiles palestinos -tres mujeres y 4 menores- murieron en los ataques registrados en la madrugada del 9 al 10 de julio al impactar tres misiles israelíes en sus casas en la ciudad de Jan Yunes, en el sur de Gaza, con los que ascienden a 76 los muertos en la operación militar israelí "Margen protector", que entró en su tercera jornada. El número de heridos palestinos supera los 400, según fuentes sanitarias locales.

Esta triste historia se viene repitiendo desde hace décadas. El odio mutuo entre estos dos pueblos es cada día mayor y la oleada de violencia, de masacres, asesinatos, secuestros, torturas, vejaciones y violaciones es cada vez más grande e imparable. Ni la ONU, ni la Comunidad Europea, ni el Tribunal Penal de La Haya pueden detener este conflicto que cuenta con la anuencia de grandes superpotencias, como los EE.UU.
            Es de conocimiento público el origen del conflicto: la ocupación gradual de los territorios palestinos por comunidades judías para crear el estado de Israel. Es notorio que el enorme poder económico y la portentosa influencia política de los lobby judíos consiguieron que la comunidad internacional les concediera el derecho de tener estado propio. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina (Resolución 181). Los palestinos, que constituían el 70% del total de la población y tenían el 92% de la tierra, retuvieron el 43% del territorio. El resto fue entregado a los judíos, que representaban el 30% de la población y poseían sólo el 8% de la tierra. Jerusalén se consideró dentro del 1% que quedaría como zona internacional.
            El 14 de mayo de 1948 los judíos proclamaron el Estado de Israel. Al día siguiente estalló la primera Guerra Árabe-israelí y  nació el «conflicto de Oriente Medio». Palestina quedó dividida en tres partes: la que ocupaba Israel; la ribera occidental del Jordán (Cisjordania) que pasó a Jordania, y Gaza, que quedó bajo la administración de Egipto. Desde entonces la violencia se ha enseñoreado en las “tierras santas”.
            Como abogado en ejercicio contemplo angustiado la violación de los derechos humanos en los territorios israelíes y palestinos. El hecho es que hay un estado, Israel, que mantiene una guerra –no declarada- contra un no estado, Palestina. Tanto unos como otros se acogen a la argucia legal de que no son de aplicación las Convenciones de Ginebra y sus Protocolos que regulan las consecuencias de las guerras entre estados y como tratar a heridos, refugiados, prisioneros, etc., porque no se trata de una guerra internacional. Y para la comunidad internacional no estamos en presencia de un guerra, sino de un conflicto local que debe regularse según las leyes de ese estado, es decir, según las leyes de Israel, puesto que Palestina no tiene todavía una cámara de representantes y una legislación aceptadas por todos los palestinos.
            Ante esta situación, me pregunto, ¿los asesinos y terroristas palestinos como deben ser tratados? ¿Se les debe juzgar por los crímenes que comenten? ¿Qué tribunal les debe juzgar? ¿Qué clase de tribunal es el Tribunal de Seguridad del Estado de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)? ¿Qué legitimidad tiene Israel para ejecutar a presuntos asesinos o terroristas sin que un tribunal los condene? ¿Qué legitimidad ostenta Israel para matar a civiles cuando persigue asesinar a presuntos asesinos o terroristas?
            Como filósofo no puedo estar de acuerdo ni con los asesinos israelíes ni con los asesinos palestinos. Mi conciencia moral reprueba toda clase de asesinatos y crímenes. Como abogado no puedo estar de acuerdo con las ejecuciones de seres humanos ordenadas por un gobierno, sin que haya habido un proceso justo. Y esto es lo que está ocurriendo en Oriente Medio.
            Ahora imaginemos que lo que ocurre en Israel ocurriera en España. Vamos a suponer que en una Comunidad Autónoma se formara un grupo terrorista que asesinara a civiles y militares en otras partes del territorio nacional. Vamos a suponer que el gobierno central ordenara, bajo la excusa de proteger a la población, lanzar misiles contra el edificio donde presuntamente residen esos terroristas para matarlos. Vamos a suponer que en ese edificio viven también civiles, hombres, mujeres y niños, que resultan heridos o muertos por la acción de castigo contra los terroristas. ¿Podemos imaginarnos algo tan atroz en nuestro país? No, obviamente que no. ¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional? Lo rechazaría totalmente y, a buen seguro que, de no deponer esta forma de actuar, nos expulsarían de la CEE y de la OTAN.
            Si unas felaciones en Magaluf han causado revuelo en medio mundo, ¿qué revuelo no causarían las ejecuciones y muertes indiscriminadas en España? Y ¿por qué es España o Francia o Alemania no se permitiría algo así y, sin embargo, en Israel sí se permite? ¿Qué tiene de especial Israel para que pueda ejecutar a personas indiscriminadamente y no le ocurra nada?
            Vivimos en un mundo donde lo absurdo es el pan nuestro de cada día. Nos hemos quedado sin sentido común, ni conciencia moral. Los estados se gastan millones de millones en espectáculos deportivos para mantener a los pueblos entretenidos, mientras en la sombra juegan el triste monopoly donde compran y venden seres humanos como si fuéramos simples cromos sin valor alguno.
            Pero también vivimos en un mundo donde cada vez hay más gente que lucha por los derechos humanos, por la dignidad humana, por la paz y por la concordia. De modo que siempre queda la esperanza como motor de cambio y transformación de las sociedades humanas. No nos quedemos con los brazos cruzados en agónica indiferencia. 

martes, 24 de junio de 2014

LA MISIÓN DEL ARTE

Con más pausas que de costumbre
miró mansa a la blanca nube.
Su cuello fue girando
como atado a la deriva
del esponjoso y vaporoso buque.

La nube perdiose a lo lejos.
Quedó solo el azul del cielo
frente a los ojos pardos
de la joven y serena artista,
buscadora de la Belleza su secreto.

“¿Cómo hallar la armonía
si no puedo leer en la lejanía?”,
era la queja y la inquietud
de la joven artista que avanza
sin poseer aun la sabiduría.

Tras la pregunta llegó la respuesta
como a la pisada le sigue la huella.
¡Los grandes artistas
plasman la gracia del Universo
en los templos, en los poemas!

Lo que nosotros no vemos
del artista es ya su pensamiento.
Con denuedo, sacrificio y devoción
se entrega a la mágica labor
de domesticar lo inmenso.

El infinito toma forma,
lo eterno adquiere norma,
toma cuerpo lo invisible
y en las bóvedas de los templos
la secreta armonía se nombra.


¡La obra de arte refleja la Belleza!
¡Alzamos la mirada y está tan cerca!
Esta es la función del Arte,
¡cincelar lo invisible

para que el Alma crezca!

Francisco Capacete

jueves, 5 de junio de 2014

NOS ESPÍAN


La poderosa Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos tiene una base de datos ultra secreta con las informaciones que la agencia recoge sobre jefes de Estado y de Gobierno que incluye los nombres de los líderes de dos tercios de los países del planeta. La fuente que se utiliza para alimentar la base de datos es el programa Marina, una herramienta informática que recoge metadatos que le permite registrar quién llama a quién, cuándo, desde dónde y por cuánto tiempo. En un cable de diciembre de 2009 se supo qué les interesaba saber de la Presidenta de Argentina: “¿Cómo controla Cristina Fernández de Kirchner sus nervios y su ansiedad? ¿Cómo le afectan las emociones en su proceso de toma de decisiones y cómo baja la tensión cuando está angustiada?”.
Según los cables dados a conocer por Julian Assange, los diplomáticos estadounidenses tienen una misión específica en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, conseguir material genético (ADN) de los altos funcionarios de la organización. El escándalo de las filtraciones de WikiLeaks nos ha permitido conocer los entresijos del espionaje internacional y concienciar que lo que vemos en las películas de ficción se corresponde en gran parte con la realidad.
Podríamos pensar que todo esto no nos afecta a los ciudadanos porque no somos personalidades relevantes. Sin embargo, las filtraciones también han dado a conocer cómo nos espían y cuánto pueden llegar a saber de nosotros.
La NSA intercepta millones de imágenes de rostros de personas que circulan por Internet y que utiliza para programas de reconocimiento facial con fines de inteligencia, según publicó el diario The New York Times, a partir de documentos de 2011 sustraídos por el exanalista de la agencia Edward Snowden. Reveló como el gobierno de Estados Unidos accede a miles de llamadas telefónicas en el país y a la información de los usuarios de las grandes empresas de internet, como Google, Apple, Microsoft y Facebook por medio del programa de vigilancia secreto PRISM.
Hace unos meses el diario The Guardian ya publicó que la NSA y su equivalente británica habían interceptado imágenes de usuarios de Yahoo! tomadas desde las cámaras frontales de ordenadores. Esta información revela una práctica muy extendida de sacar provecho al enorme flujo de fotografías que circulan en correos electrónicos, mensajes de texto, redes sociales o videoconferencias. La agencia utiliza un programa denominado Optic Nerve (Nervio Óptico) que almacena, al azar, una imagen cada cinco minutos. Sólo en seis meses (2008) se pincharon las cuentas de más de 1,8 millones de usuarios. Un dato relevante es que estas personas no eran sospechosas de ningún delito. Se trataba de interceptaciones indiscriminadas a usuarios particulares.
Los ávidos trackers que husmean nuestro recorrido por la Red, recaban información no sólo relativa a nuestra persona, sino también la de nuestra lista de contactos. Este inquietante dato se desprende de un estudio llevado a cabo por Balachander Krishnamurthy y Craig Wills, en el que queda patente que tanto Facebook como LinkedIn facilitan a las empresas los datos personales de los usuarios, sus contactos e intereses. Con esta información, las firmas de marketing que explotan esta valiosa información, pueden crear perfiles personalizados de cada uno de nosotros, con nombre, apellidos, aficiones, amistades y páginas web que visitamos habitualmente.  La Electronic Frontier Foundation (EFF) llegó a contar hasta diez fuentes diferentes de cookies, javascript y demás elementos extraños que recaban información sobre nuestro paso por Internet. Y nos conseja configurar los navegadores para que borren las cookies cada vez que se abandona una sesión.
Estos pocos datos que han salido a la opinión pública nos revelan que vivimos en una sociedad controlada por los servicios secretos. Cuanto más usamos los medios electrónicos, más controlan nuestras vidas. Claro, si no hacemos nada que ponga en riesgo la seguridad nacional nunca tendremos problemas y es muy posible que sigamos comprando y consumiendo creyendo que somos nosotros mismos quienes elegimos lo que compramos. Pero ¿y si alzamos la voz para denunciar que el sistema tiene un fallo? ¿Nos dejaran en paz? Es curioso y perverso a la vez que en cuanto aparece una persona o un grupo de personas que cuestionan lo establecido, al instante aparecen en los medios artículos, noticias y datos que les denigran. Lo último, el caso del partido político Podemos. Ya les han echado encima a los perros de presa. Otro ejemplo, nuestro querido Joan Carrero. A él también le espiaron los servicios de inteligencia y trataron de ensuciar su imagen para que sus denuncias sobre el genocidio cometido en la zona de los Grandes Lagos de África no tuvieran suficiente fuerza.
Nos espían. ¿Qué hacer? Espiemos también. Busquemos información sobre aquellos que nos espían. Estemos informados para poder defender nuestras opiniones y, sobre todo, para que no nos manipulen.
Nos espían. ¿Qué hacer? Como filósofo no puedo dejar de aconsejar el desarrollo de la vida interior, porque el interior de nuestra personalidad es inalcanzable para los satélites, los robots informáticos y las cámaras de vídeo que llenan nuestras ciudades. Pensemos, reflexionemos, amemos, investiguemos, ríamos y lloremos para vivir y no para publicar. Es verdad que la vida interior es más plena cuando la compartimos con los seres queridos. Pero también es verdad que se banaliza cuando se comparte indiscriminadamente. Construyamos una reserva natural para nosotros mismos, donde entren solamente aquellas personas que decidamos libremente dejar pasar. ¿Qué nos aconsejaría Sócrates? Que tu vida real sea un 90% y tu vida virtual un 10%.

martes, 27 de mayo de 2014

El hombre más gordo del mundo ha muerto

El mexicano Manuel Uribe famoso por llegar a obtener el Récord Guinness al hombre más gordo del mundo, cuando pesaba 560 kilogramos, ha fallecido en el estado de Nuevo León por insuficiencia hepática. Una vida sedentaria, malos hábitos alimenticios y un desorden genético fueron las causas que le llevaron a engordar y a morir.
El caso de “Meme”, como le llamaban sus amigos, es una metáfora de lo que le está ocurriendo al mundo y una advertencia del colapso al que vamos a llegar.
Las cifras del consumismo son espeluznantes. En el mundo se consumen cada año unos 3 mil millones de barriles de petróleo. Cada barril contiene unos 159 litros. Así que la operación matemática es sencilla. Cada año se consumen en el mundo 477 mil millones de litros de petróleo. En EEUU cada ciudadano consume cada año, de media, 2.842 metros cúbicos de agua. En India el consumo per cápita es de 1.089 metros cúbicos, mientras que un ciudadano chino gasta 1.071 metros cúbicos. Por lo que respecta a España, cada ciudadano gasta una media de 2.461 metros cúbicos al año.
En el 2011 se vendieron en el mundo 462 millones de smartphones, 30 millones de netbook, 63 millones de tabletas táctiles, 630 millones de ordenadores equipados con Windows 7. Cada año, solo en Europa, se consumen 300 millones de cartuchos de tinta. Por otro lado, la población mundial gasta anualmente unos 3,5 mil millones de dólares en productos anti-edad.
En el año 2008 se produjeron 280 millones de toneladas de carne, procedente de la ganadería, para su consumo. El consumo mundial de trigo supera las 679 millones de toneladas anuales. Se comen cada año unos 30 mil millones de pizzas y 100 millones de barritas de chocolate y 132 millones de toneladas de pescado.
Estos son algunos pocos datos de lo que la humanidad consume cada año. ¡Es una locura consumista! Como Manuel, la sociedad ha adquirido malos hábitos “alimenticios”, como producir alocadamente novedades. Sobre todo, en el campo tecnológico, los consumidores de a pie corren desesperados a comprar los últimos modelos de lo que sea. Lo importante es comprar la última novedad. Otro mal hábito alimenticio/consumista es tirar directamente a la basura lo que sobra, sin reducir lo que se compra. Por ejemplo, si nos ha sobrado arroz en la comida es que no necesitamos tanto arroz como hemos comprado, por lo que la próxima vez que vayamos a la tienda deberíamos comprar menos arroz. Este sería el buen hábito, pero ¿quién lo hace?
Tenemos desórdenes genéticos graves. La herencia cultural conforma los genes de una sociedad. La herencia ideológica de gran parte de la humanidad –sus genes culturales- es, entre otros, el sistema de mercado. El desorden es habernos creído que no solamente es bueno y legítimo, sino que es el único medio de desarrollo de los países. En realidad, el sistema de mercado es el único medio que permite que las economías crezcan comprando y vendiendo. Pero que las economías crezcan en cantidad no es, ni mucho menos, el único medio para que la humanidad avance. Esta herencia ideológica hace que se produzca constantemente sin mirar si es necesario lo que se produce. Es un desorden genético que produce obesidad mórbida.
Si seguimos así, vamos a explotar. Recuerdo una escena escabrosa de la película “The Meaning of Life”, de los Monty Python, en la que un caballero obeso entra a comer en un restaurante de categoría, mientras en la pecera unos pequeños pececitos observan curiosos. El cliente come y come y come hasta que ya no puede más. Ha llegado al límite y, sin embargo, la tentación de comer continúa. El camarero, en un acto de rebeldía/venganza, le acerca una fina chocolatina como regalo. Pero esa delgada chocolatina produce el desenlace fatal: ¡el comensal explota!
Otra alegoría de la sociedad actual. Vamos a explotar de obesidad mórbida. Gastamos materias primas, dejamos a la Tierra sin agua potable, se compran y venden seres humanos para el más atroz consumo de carne que es la esclavitud sexual. Pero lo más grave de todo esto es que se ha perdido el sentido de la vida humana, eclipsado por el puro hábito de consumir. ¿Para qué la vida? Para consumir, para comer, comprar, beber, drogarse, ganar dinero, jugar con la vídeo-consola, disponer del último modelo de móvil, y un largo y triste etcétera. ¡Quién tiene como fundamento de su vida y de su felicidad a Dios, la espiritualidad, el desarrollo de la conciencia o los ideales de justicia y fraternidad!
¡Vamos a explotar! Ya no hay vuelta atrás. Los científicos ya han avisado que el cambio climático es irreversible. En 50 años nos quedamos sin petróleo. Nos vamos a quedar sin abejas y, por tanto, sin vegetales para comer. Los niños y jóvenes adquieren comportamientos más tiránicos y violentos debido a una falta de real pedagogía. Cuando sean grandes qué pasará. Y van a ser grandes en 5, 10 y 15 años.
Hace una década este artículo podría haber sido calificado de catastrofista. Hoy no. Me atrevo a afirmar que estamos en un momento histórico apocalíptico. La sociedad en la que vivimos, el mundo tal y como lo entendemos muere irreversiblemente. Pero lo que no va a terminar es la vida en la Tierra, como tampoco va a desaparecer la humanidad. Tal y como nos enseña la historia, lo que va a colapsar es una forma civilizatoria, la occidental materialista. Estamos ya metidos de lleno en una nueva edad media a la que le seguirá el nacimiento de una nueva civilización más natural, más humana y más consciente. Es por ello que debemos comenzar a formarnos para sobrevivir al cambio.

La filosofía nos enseña a superar los viejos hábitos, a desarrollar los reflejos internos y establecer los cambios necesarios para adaptarnos a las nuevas condiciones de vida. Todo ello con la finalidad de seguir evolucionando en consonancia con el resto de seres de este planeta y en armonía con el mismo planeta. No está todo perdido, está todo por ganar. Si somos capaces de reaccionar con conciencia, daremos un paso adelante en la afirmación del ser humano como un microcosmos armónico, inteligente y voluntarioso, que refleje este maravilloso universo en el que viajamos hacia la perfección.

lunes, 26 de mayo de 2014

EL FRACASO DE EUROPA

La elevada abstención en las elecciones europeas de este fin de semana no es síntoma del fracaso de Europa como civilización. En todo caso es consecuencia del fracaso de la política europea. Con estas líneas quiero compartir con los lectores un hecho histórico que, desde mi humilde punto de vista, es fundamental en cómo le va a ir al mundo en los próximos decenios: Europa ha desaprovechado su oportunidad para fomentar la solidaridad y la fraternidad entre todos los pueblos del mundo. Y la ha perdido porque alguna vez la tuvo a su alcance. Con la experiencia de las revoluciones liberales de los siglos XVII y XVIII que se desarrollaron en su seno, tras la experiencia de la Gran Guerra que padeció en su mismo vientre, las conciencias de los ciudadanos de Europa, incluidos los estadistas, miraron hacia la revolución de la fraternidad.  Conformamos la Sociedad de Naciones (SDN). Creada por el Tratado de Versalles (París), el 28 de junio de 1919, para sentar las bases de la paz y reorganizar las relaciones internacionales, entre sus miembros fundadores se encontraban 14 países europeos (Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca,  España, Francia, Reino de Grecia,  Reino de Italia, Países Bajos, ,Portugal, Reino de Yugoslavia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Reino de Rumanía,  Suecia y Suiza). Prácticamente, toda Europa comenzó a pensar en fraternidad global.
Años más tarde, comenzaron a tomarse decisiones equivocadas: la escisión en la Segunda Guerra Mundial, el tórrido enfrentamiento durante la Guerra Fría, el posicionamiento a favor de Palestina y en contra de Israel, el posicionamiento a favor de la economía por encima de la consolidación de la trama social europea. En lugar de trabajar por la paz mundial, alentamos la confrontación. En lugar de fortalecer la SDN y fomentar la solución amistosa de conflictos, generamos más conflictos. En lugar de favorecer el trabajo de la Corte Penal Internacional (en sus 12 años de funcionamiento, sólo ha dictado una sentencia condenatoria) se financian guerras locales a través de la venta de armamento. Joan Carrero declaró que “La UE está controlada por las grandes familias financieras” (ver Diario de Mallorca del 29/09/13) que impiden que se juzguen a los responsables de los genocidios tutsis y hutus de la zona de los Grandes Lagos de África.
            Definitivamente, Europa ha fracasado.
        Ahora nos llega el turno a los ciudadanos de a pie. Nosotros podemos aprovechar y protagonizar la oportunidad histórica de la revolución de la fraternidad. Y los ciudadanos españoles contamos con cierta ventaja: somos de los ciudadanos más solidarios de la UE. Es verdad, que los estados nórdicos son más solidarios en el sentido de que en los últimos años han invertido más dinero en catástrofes y ayudas internacionales. Pero otra cosa es la sociedad, los hombres y mujeres del barrio que compran su barra de pan en la panadería de la esquina. Somos de los que más galas y festivales solidarios organizamos, no nos cuesta echar una mano al vecino y participamos de manera notable en numerosas misiones de paz y reconstrucción. Pero, ¿cómo vamos a aprovechar este potencial para fomentar la fraternidad global?
            Hay que trabajar desde las bases. La fraternidad es un ideal y no un hecho presente. Para llegar a este ideal tenemos que dirigir nuestros pasos hacia donde él está. Cuidado porque no se pueden usar cualesquiera medios, los fines no justifican los medios –muy que le pese a Maquiavelo y al brazo armado de la Santa Sede. Debemos usar medios adecuados para no desviarnos de nuestro cometido.
            La Filosofía moral nos recomienda tres pasos: cortesía, convivencia y concordia. La cortesía entendida como una serie de formalidades que son como aceite en las relaciones humanas. En lugar de actuar de cualquier manera, podemos usar estas formalidades para suavizar el stress y el choque cotidiano de unos con otros. La convivencia es vivir y dejar vivir. Dejar vivir no como indiferencia sino como conciencia del otro. Es asunción consciente de la diferencia y comunicación de corazón para compartir lo que cada uno es. La concordia, virtud de origen romano, es un alto grado de humanismo, un vivir corazón con corazón. Si introducimos en la educación estos valores, sin fomentamos en el tejido social estos valores, si cada uno de nosotros se esfuerza por integrarlos en su día a día, llegaremos a vivir como una realidad la fraternidad global.
            Esto es una revolución social que no tiene como objetivo ni derramamiento de sangre, ni luchar contra nadie. Nadie puede quedar excluido. ¡Tú tampoco!

Francisco Capacete González
Filósofo y abogado

miércoles, 30 de abril de 2014

¿QUÉ HAY EN TI?






Andas buscando tu propia realización persiguiendo fantasmas. Te he visto correr desde hace años tras lucecitas brillantes vacías de luz. ¿Te das cuenta que no has dejado de moverte? Después de tantos años, ¿qué has encontrado en el mundo exterior? Tu respuesta es "nada". Y sigues pasando sed de ti misma. 

Al principio creías que la felicidad se encontraría en obtener un título académico, porque las noches de lectura obligatoria y memorización estéril te pesaban como una losa. Cuando aprobaras el último curso de la universidad y obtuvieras tu licenciatura te sentirías, sin lugar a dudas, realizada. Con tribulación prudentemente disfrazada de esperanza, te diste cuenta que el certificado, aun llevando estampada mecánicamente la firma de un rey, no llenaba tu alma. 


Emprendiste otra carrera, conseguir un puesto de trabajo y te convenciste de que trabajar en lo que habías estudiado te haría una persona feliz y realizada. Los primeros meses fueron felices, es verdad. ¿te acuerdas con qué ilusión llegabas a la oficina y movías papeles de un lado para otro? ¿Cuánto duró? Ni un año. Al cabo de doscientos sesenta y tres días te descubriste arrastrando penosa y grisamente esos papeles aburridos y fríos, llenos de cifras y letras que iban desprendiéndose de los folios como hojas secas en otoño, llenado la moqueta de macilentas esperanzas. 


Al conocerle nació en tu corazón el deseo de fundar una familia. El matrimonio y los hijos marcarían el final de la búsqueda. Seguro que realizarías las aspiraciones más profundas de tu ser a través del amor. Pero ese amor resultó ser pequeño, egoísta y lleno de sinsabores. Una tarde de llovizna lenta tomaste la decisión de sacarle de tu vida antes de llegar siquiera al compromiso marital. Él resultó ser un ladrón de sueños con cuyo botín pretendía construir una fortaleza oscura donde gobernar tiránicamente. Menos mal que lo detectaste a tiempo. 


Ahora buscas en la satisfacción de los deseos una pizca de felicidad. Pides limosna en la calle del placer y con cada nuevo intento más grande se hacen tu insatisfacción y tu delirio.


Ha llegado el momento de preguntarte ¿qué hay en ti? Si en todos estos años de búsqueda no has encontrado nada en el exterior, prueba a adentrarte en ti misma. Es posible que aquí, en este lugar tan próximo,  encuentres lo que de verdad buscas, lo que te haga feliz. Medita, reflexiona sobre lo que hay en ti...

... tu alma contiene semillas de Alegría que esperan la lluvia de tu optimismo para germinar.
... tu alma lleva semillas de Amor que necesitan el puente de tu comprensión hacia los demás para abrirse al mundo.
... tu alma tiene semillas de Voluntad para que te conquistes a ti misma.
... tu alma lleva consigo la Determinación con la que conquistar tu mundo.
... tu alma es depositaria del Valor con el que vencer los miedos que te paralizan.
... en tu alma anidan las aves de la Inteligencia, para ver desde lo alto y solucionar todos los problemas.
... en ti hay metales preciosos como la Humildad, la Sabiduría, el Entusiasmo, la Bondad, la Amistad, la Templanza.
... Y en tu interior hay una personita idéntica a ti que eres Tu Misma. Cuando la conozcas te habrás realizado. Pero debes vencer el miedo a la soledad con la Mística que dejaste de lado durante tantos años. Siempre sentiste que a tu lado viajaba una diosa, pero no le hiciste mucho caso. Siempre sentiste la necesidad de tener santos momentos de soledad, pero ¡estabas tan ocupada! Siempre quisiste encontrarte pero te perdías en cursillos y talleres. Pon, ahora, en marcha tu mística para, a solas, hacerte amiga de esa diosa que eres Tu. Una diosa radiante como el sol, joven como la primavera, eterna y profunda como el mar.

Has decidido transitar la vereda de tu alma. Has dejado de correr. Caminas serena. Sientes el aroma de una gran alegría interior que roza tu rostro como una brisa marina en una fresca mañana de estío. Has cambiado mucho, ya no eres la misma de antes. Te brilla la mirada, te obedecen tus manos y hasta los tics han desaparecido. Y eso que apenas has comenzado a caminar. ¡Ves qué importante es el camino! No hace falta llegar a la perfección para realizarse. Es mucho más importante encontrar la senda que te lleva a ti misma.



Francisco Capacete. Filósofo y abogado.

lunes, 28 de abril de 2014

MALLORCA, UN EQUIPO, UNA CIUDAD

Voy siguiendo en las noticias la decadencia del Real Club Deportivo Mallorca y, si bien no soy entendido en fútbol –en realidad no soy entendido en casi nada- le ocurre a este club deportivo lo mismo que a la Mallorca en la que vivimos. El paralelismo es asombroso y no pienso que sea mera coincidencia.
            La crisis del Mallorca comenzó con una serie de discusiones entre los directivos de la sociedad anónima que gestiona el club. Las luchas fraticidas entre los diversos frentes que integran la casta de los dirigentes, Claassen, Serra, Coca, Terrasa, Cerdà, Cladera, etc., tenían como objetivo poner al próximo “rey” que cortara el pastel.  Y esta falta de unión, este mirar por el propio interés (el de su casta o paquete accionarial) en lugar del interés del club, marcó una decadencia que contaminó a todos los demás estratos del club, entrenadores, jugadores, peñas, seguidores,… A día de hoy, la caída sigue imparable.
            La sociedad en la que vivimos  sufre una decadencia muy parecida. La lucha por interés y provecho personal entre las clases dirigentes ha causado una decadencia que todavía hoy parece imparable. Los casos del hospital de Son Espases, el palacio de congresos, “Maquillaje”, “Picnic”, “Peaje”, son algunos pelotazos en los que los intereses partidistas han primado sobre el interés y el sentido común. Pero a ese enfrentamiento se le ha sumado la rapiña de otros tantos, ¡cuántos han arramblado con dinero público en beneficio exclusivo de sus haciendas! Repasemos los casos de corrupción a nivel político: Nadal, Munar, Matas, Hidalgo, Massot, Vicens, Buils, Vidal, Gálvez, Ordinas, Cardona, de Santos, Pascual, Aguiar, Collado, Delgado, Llompart, Rebassa, Rabasco, etc… A lo que hay que sumar el funesto ejemplo que dan los mandamases, cuando en tiempos de recortes se suben el sueldo o de aquellos que dijeron “sí” a las prospecciones petrolíferas y ahora dicen “no”.
            Todos estos casos en las altas barriobajeras instancias son un ejemplo, obviamente negativo, que contamina la mentalidad de la sociedad en la que, inevitablemente, se expanden las prácticas corruptas en el ámbito privado. No es que nos merezcamos a los políticos que tenemos. No estoy en absoluto de acuerdo con esta frase hecha. Los políticos son los primeros responsables de que la sociedad ansíe la egoísta avaricia a la generosa colaboración en pro del provecho de todos.

Francisco Capacete (filósofo y abogado)

viernes, 25 de abril de 2014

¿CÓMO SABEN LAS HORMIGAS QUE NO VA A LLOVER?

         
   
    
            La semana había transcurrido con un tiempo inestable, alternándose los días lluviosos con los soleados y, a pesar de las predicciones de los medios de comunicación, dudaba si salir a la calle con chubasquero o en mangas de camisa. Por eso me llamó la atención, esa clara mañana que salí a correr por el campo, que las hormigas sacarán al exterior sus depósitos de grano y tierra para airearlos y secarlos. Pensé “¡si vuelve a llover no tendrán tiempo de proteger su reserva invernal de alimento y abono!”. Pero ese día no llovió ni el siguiente. Recordé que las previsiones meteorológicas para ese día eran lluvias y tormentas. Así que por la noche comencé a reflexionar cómo pueden saber las hormigas que no va a llover. Busqué en los libros de entomología y mirmecología para encontrar la respuesta al “cómo” y solo encontré vagas hipótesis respecto a la humedad ambiente y al infalible instinto. Ninguna respuesta satisfizo mi necesidad de conocimiento y terminé por concluir que los científicos ignoran cómo saben las hormigas que no va a llover.

            Este detalle sin importancia refleja una ignorancia disfrazada de conocimiento respecto a los temas fundamentales de la naturaleza y del ser humano. Se cree saber casi todo cuando en realidad son más las hipótesis y las dudas que las certezas. Es verdad que la ciencia ha descubierto muchos mecanismos que explican cómo funcionan los seres vivos, pero en las cuestiones esenciales todavía no tenemos respuestas claras ni definitivas, de modo que a pesar del avance de las ciencias ignoramos muchísimas cosas. Este artículo es un alegato de la ignorancia como punto de base del espíritu  filosófico.

            A pesar de cuanto se escribe y se enseña en las aulas, los científicos todavía no saben qué es la conciencia. Si buscamos en los tratados de neurociencias y psicología vamos a encontrarnos con definiciones que no explican o definen certeramente la conciencia. Son aproximaciones. Declara el doctor en Neuropsicología Francisco Javier Álvarez Leefmans que la conciencia “es al mismo tiempo la más obvia y las más enigmática de las funciones mentales (…) Cualquier definición de la conciencia en el momento actual no puede más que un carácter preliminar y por ende provisional” (La última frontera de la neurociencia, 2002).

            A la conciencia se la relaciona con la mente y la capacidad de pensamiento abstracto, pero al investigar qué es la mente nos encontramos que ni los científicos ni los psicólogos ofrecen una respuesta satisfactoria. La mayoría de investigadores afirman que la mente es el cerebro. Esta afirmación se topa con un problema y es que tal y como explicó Rafael Yuste (neurobiólogo, formado en la Universidad Autónoma de Madrid) al periódico Perfil en 2013, “El cerebro es la única parte del cuerpo humano que no conocemos cómo funciona, a pesar de que llevamos trabajando en ello un siglo. La razón por la cual es tan desconocido es porque se trata de un sistema muy complejo. Es, quizás, el trozo de materia más complejo del Universo. Tiene 100 mil millones de neuronas con diez mil conexiones cada una”. Si se desconoce cómo funciona el cerebro y todavía más se desconoce qué es la mente, ¿cómo se puede afirmar que la mente es el cerebro? No hay suficientes datos como para identificar o ubicar la mente en el cerebro. De modo que desconocemos cómo funciona el cerebro.

Los biólogos nos hablan de los seres vivos y sus mecanismos de supervivencia. La Bioquímica describe los procesos metabólicos y otros con exactitud, mas el fundamento de todo ello, la “Vida” sigue inexplicada. Todavía no se sabe cómo apareció la vida en la Tierra. Prueba de ello son las numerosas teorías que hay al respecto, Teoría de la panspermia, Teoría de los principios simples, Hipótesis del mundo de ARN, Teoría glacial, Teoría de fuente hidrotermal, etc.

¿Cómo se inició el universo? ¿Cuándo y cómo apareció el hombre? ¿Qué partícula o energía ordena el universo? ¿Quién soy yo? ¿Qué son los Ángeles y demás seres que citan los mitos y leyendas de todos los pueblos? ¿Por qué el agua a la que se le añade tela de araña cura determinadas enfermedades de los caballos? ¿Por qué un collar de siete ajos cura las lombrices estomacales? Estas y muchas más preguntas permanecen sin responder por la moderna ciencia. Pareciera que los métodos que usa la ciencia actual no dan más de sí, porque a pesar de todos los experimentos efectuados, no se ha podido encontrar respuesta a los temas fundamentales como los reseñados en este breve artículo.

Durante tres siglos y medio se ha empleado el método empírico para investigar y parece que ha llegado la hora de reflexionar sobre su validez como método universal. Tal vez, sea el momento para que los filósofos de la ciencia se atrevan a dar un paso adelante y descubran un nuevo método de investigación que permita dar respuesta a las incógnitas actuales. Ese nuevo método deberá ser coherente con el nuevo enfoque de la naturaleza que se está gestando en la llamada “nueva ciencia”.


Francisco Capacete González
Filósofo y abogado




miércoles, 23 de abril de 2014

COSAS DE SIEMPRE






¿Cuántas veces, a lo largo de la historia, habrán escrito los hombres sobre las mismas cosas? ¿Cuántos escritores han puesto en palabras el amor, la amistad, el desdén, la furia, la guerra, la pasión? ¿Cuántas anónimas personas han escrito sobre la familia, la política, el dinero, la libertad, la razón?


 Miles, decenas de miles, millones de manos han dejado en el papel el rastro de los temas perennes. Miles de entre los babilonios, lo hicieron con el cálamo en las tabletas de arcilla. Escribieron en base a nudos centenares de cuenteros e historiadores incas. Los íberos sobre planchas de hierro y los egipcios en la dura piedra con el cincel. 
Los medios han variado de manera sorprendente desde la simple ralladura en el hueso del mamut hasta la precisa computadora. Mas, los temas siguen siendo los mismos. Así, los seres humanos hemos cambiado muchísimo en la forma de vestir, de comer, de bailar y de morir, pero en lo esencial mantenemos las mismas profundas inquietudes: sobresalir, ayudar, crecer, compartir, luchar, competir, amar, convivir...
Llama poderosamente la atención que sigamos girando alrededor de las mismas cosas. Es como si no hubiera nada nuevo bajo el sol para el hombre. Pareciera que los cambios son como la arena del desierto que se lleva el viento, mientras que las inquietudes más profundas, como las dunas, aunque varíen de aspecto, siguen siempre ahí. Siddharta Gautama, el Buda, enseñó hace 2.500 años que todo ser humano sufre por la enfermedad, la vejez y la muerte. Jesús, el de Nazareth, mostró cómo se pierden las inveteradas costumbres por causa de la avaricia. Confucio de Lu insistía en que la ética y la política deben ir juntas. Y Platón de Atenas, en páginas memorables, escribió que el peor de los gobiernos es el del tirano. Sus enseñanzas e ideas siguen vigentes a pesar del tiempo transcurrido. No han pasado de moda, no han quedado desfasadas, no han perdido ni un ápice de su frescor ¡Preciosas flores inmarcesibles! ¡Qué de buenos consejos, qué de precisas ideas, qué de profundas reflexiones tenemos a nuestro alcance!
También se ha escrito hasta la saciedad sobre la guerra.
Zweig describió la pasmosa sorpresa que causó el estallido de la Primera Guerra Mundial y defendió la paz a ultranza. Cervantes sufrió en sus carnes la guerra marítima de Lepanto y conservó la memoria de la guerra honorífica de los caballeros andantes, mucho más beneficiosa que el  sanguinario enfrentamiento de tropas. La Bhagavad Gîta de la milenaria India narra cómo es preferible la guerra con uno mismo a la guerra contra los demás. Víctor Frankl testimonió las consecuencias de la locura del exterminio. Miles de páginas se han llenado con los horrores de las guerras sin sentido.
La guerra, uno de esos temas de siempre. La guerra ha sido proscrita y denunciada como uno de los mayores males de la humanidad por todos los prohombres. Y, sin embargo, ahí llega otra vez la amenaza de la guerra: los países de la OTAN y Rusia enfrentados por el dominio de Ucrania. Justo cuando se cumplen 100 años del inicio de la Gran Guerra, los gobernantes, haciendo gala de una supina ignorancia histórica, de un nulo sentido común y de una total insensibilidad moral, parecen empeñados en caer en el mismo error que hace un siglo. ¿Es que no saben sentarse a dialogar? ¿Es que se ha perdido el milenario arte de la Diplomacia? ¿Por qué en la era de las comunicaciones no se comunican?
¡Escuchen por favor! ¡Se ha dicho millones de veces! ¡La guerra es un crimen de lesa humanidad! ¡No lo vuelvan a cometer!

Francisco Capacete
Filósofo y abogado