La
elevada abstención en las elecciones europeas de este fin de semana no es
síntoma del fracaso de Europa como civilización. En todo caso es consecuencia
del fracaso de la política europea. Con estas líneas quiero compartir con los
lectores un hecho histórico que, desde mi humilde punto de vista, es
fundamental en cómo le va a ir al mundo en los próximos decenios: Europa ha
desaprovechado su oportunidad para fomentar la solidaridad y la fraternidad
entre todos los pueblos del mundo. Y la ha perdido porque alguna vez la tuvo a
su alcance. Con la experiencia de las revoluciones liberales de los siglos XVII
y XVIII que se desarrollaron en su seno, tras la experiencia de la Gran Guerra
que padeció en su mismo vientre, las conciencias de los ciudadanos de Europa,
incluidos los estadistas, miraron hacia la revolución de la fraternidad. Conformamos la Sociedad de Naciones (SDN). Creada por el Tratado de Versalles (París), el 28 de junio de 1919, para sentar las
bases de la paz y reorganizar las relaciones internacionales, entre sus miembros fundadores se encontraban 14
países europeos (Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca, España, Francia, Reino de Grecia, Reino de Italia, Países Bajos, ,Portugal, Reino de Yugoslavia, Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda, Reino de Rumanía, Suecia y Suiza). Prácticamente,
toda Europa comenzó a pensar en fraternidad global.
Años más tarde, comenzaron a tomarse decisiones equivocadas:
la escisión en la Segunda Guerra Mundial, el tórrido enfrentamiento durante la
Guerra Fría, el posicionamiento a favor de Palestina y en contra de Israel, el
posicionamiento a favor de la economía por encima de la consolidación de la
trama social europea. En lugar de trabajar por la paz mundial, alentamos la
confrontación. En lugar de fortalecer la SDN y fomentar la solución amistosa de
conflictos, generamos más conflictos. En lugar de favorecer el trabajo de la
Corte Penal Internacional (en sus 12 años de funcionamiento, sólo ha dictado
una sentencia condenatoria) se financian guerras locales a través de la venta
de armamento. Joan Carrero declaró que “La UE está controlada
por las grandes familias financieras” (ver Diario de Mallorca del 29/09/13) que
impiden que se juzguen a los responsables de los genocidios tutsis y hutus de
la zona de los Grandes Lagos de África.
Definitivamente,
Europa ha fracasado.
Ahora nos
llega el turno a los ciudadanos de a pie. Nosotros podemos aprovechar y
protagonizar la oportunidad histórica de la revolución de la fraternidad. Y los
ciudadanos españoles contamos con cierta ventaja: somos de los ciudadanos más
solidarios de la UE. Es verdad, que los estados nórdicos son más solidarios en
el sentido de que en los últimos años han invertido más dinero en catástrofes y
ayudas internacionales. Pero otra cosa es la sociedad, los hombres y mujeres
del barrio que compran su barra de pan en la panadería de la esquina. Somos de
los que más galas y festivales solidarios organizamos, no nos cuesta echar una
mano al vecino y participamos de manera notable en numerosas misiones de paz y
reconstrucción. Pero, ¿cómo vamos a aprovechar este potencial para fomentar la
fraternidad global?
Hay que
trabajar desde las bases. La fraternidad es un ideal y no un hecho presente.
Para llegar a este ideal tenemos que dirigir nuestros pasos hacia donde él está.
Cuidado porque no se pueden usar cualesquiera medios, los fines no justifican
los medios –muy que le pese a Maquiavelo y al brazo armado de la Santa Sede.
Debemos usar medios adecuados para no desviarnos de nuestro cometido.
La Filosofía
moral nos recomienda tres pasos: cortesía, convivencia y concordia. La cortesía
entendida como una serie de formalidades que son como aceite en las relaciones
humanas. En lugar de actuar de cualquier manera, podemos usar estas
formalidades para suavizar el stress y el choque cotidiano de unos con otros.
La convivencia es vivir y dejar vivir. Dejar vivir no como indiferencia sino
como conciencia del otro. Es asunción consciente de la diferencia y
comunicación de corazón para compartir lo que cada uno es. La concordia, virtud
de origen romano, es un alto grado de humanismo, un vivir corazón con corazón.
Si introducimos en la educación estos valores, sin fomentamos en el tejido
social estos valores, si cada uno de nosotros se esfuerza por integrarlos en su
día a día, llegaremos a vivir como una realidad la fraternidad global.
Esto es una
revolución social que no tiene como objetivo ni derramamiento de sangre, ni
luchar contra nadie. Nadie puede quedar excluido. ¡Tú tampoco!
Francisco Capacete González
Filósofo y abogado
3 comentarios:
En el plano de Europa que ilustra el blog no esta Suiza,¿de qué manera se posicionó Europa a favor de Palestina y en contra de Israel?
Un saludo Samuel
Hola Samuel. Efectivamente, no aparece suiza, porque es un mapa de Europa antiguo. La UE sufre de un complejo de inferioridad respecto a los EE.UU. y por eso suele posicionarse a su contra. Si EE.UU. es pro Israel, la UE es pro Palestina. Te paso el siguiente enlace para que tengas información de primera mano: http://eeas.europa.eu/palestine/index_en.htm
Un saludo.
Cuando digo un mapa "antiguo", he querido decir de hace unos años.
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