sábado, 12 de marzo de 2022

Europa y sus gastos de defensa

 

Hace pocos días este medio informaba que la UE ha decido aumentar el gasto de defensa. Según las fuentes esta decisión viene motivada por el reciente conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. En la misma noticia, un poco más abajo, se informa que las compras e inversiones militares conjuntas de la UE están a la baja desde 2016 y muy lejos del objetivo de realizar el 35 % de gasto conjunto. Este dato parece justificar por sí mismo que la Unión Europea decida gastar más en defensa. Sin embargo, en una información sesgada que no contempla la totalidad y provoca, en consecuencia, una opinión interesada. Cuando se manipula la opinión de los demás con argumentos verosímiles, pero no verdaderos, nos encontramos ante un sofisma. La agencia de comunicación de la UE nos está queriendo vender la moto.

En realidad, el gasto militar en el seno de la Unión Europea no ha parado de subir. Alcanzó en 2020 su máximo histórico con 198.000 millones de euros, lo que supone un incremento del 5 % con respecto a la cifra del anterior, que ya supuso otro récord. Y en 2022 los líderes deciden seguir incrementando el gasto. Me pregunto por qué razón el servicio de información de la UE ha necesitado disfrazar la decisión tomada en Versalles. ¿Por qué inserta el dato de que el gasto común decrece? ¿Por qué oculta el dato de que el gasto en defensa militar de cada Estado miembro no para de crecer? ¡Aquí hay gato encerrado! Vamos a descubrirlo.

En primer lugar, tenemos que recordar algo de sentido común, si compras algo es para utilizarlo. Si los países compran armas es con la intención de sacarles un provecho. Los gobernantes de las grandes potencias no hacen nada por nada, todo tiene un objetivo y un interés. Ahora bien, ¿cómo y dónde usa la UE los equipamientos militares que compra cada año si en Europa no hay guerras? Evidentemente, hay dos usos fundamentales. Uno práctico y directo, como el que se hace en todas las misiones de “paz” desplegadas en el extranjero. Y otro propagandístico o de imagen. En este caso, la utilidad reside en la prevención, como si al tener más armas le estuviéramos diciendo a los potenciales enemigos: “oye, ni se te ocurra meterte conmigo, mira los juguetitos que me he comprao!”. Este uso tiene un inconveniente, que esos potenciales enemigos van a averiguar si los “juguetitos” que te has comprado se han quedado obsoletos o no. De modo que para que la propaganda sea efectiva, los Estados deben seguir adquiriendo las novedades del mercado militar. Esta es la razón de que la UE haya aumentado casi un 200 % su adquisición de naves militares no tripuladas, porque esto es lo último de lo último.

Vale, hasta aquí todo es normal. Pero, ¿qué hace la UE con todo el equipamiento militar que queda anticuado? ¿Lo destruye, lo regala, lo revende? Ante la guerra ruso-ucraniana, la UE ha decido incrementar la ayuda militar a Ucrania en 1.000 millones, que se van a sacar del Fondo Europeo en Apoyo de la Paz (FEAP). Este fondo es ya el colmo de la estafa a los ciudadanos. Resulta que, por ejemplo, si Francia invierte su equipamiento militar en un conflicto bélico con la intención de mantener o asegurar la paz, siempre que sea dentro de una decisión conjunta de la UE, ésta le pagará el coste de todo ese equipamiento. ¿Esto qué significa? Que los ciudadanos europeos pagamos dos veces por lo mismo, dado que el presupuesto del FEAP sale de los impuestos que pagamos. O sea, que un Estado miembro compra armamento con los impuestos de los ciudadanos y de los impuestos sale el dinero disponible del FEAP. Primero se compran armas y luego nos las hacen pagar otra vez. O, dicho de otro modo, los Estados miembros se subvencionan a sí mismos sus juegos de guerra ¿Será esta una manera encubierta de deshacerse del armamento que va quedando obsoleto? Es muy posible, porque el equipamiento militar que se invierte en determinados conflictos no es el de última generación. Esto viene ya de lejos. El gobierno de Aznar donó a Afganistán 17.000 toneladas de armamento y a día de hoy no se tiene constancia del tipo de armamento que se donó. El Pentágono ha informado que el material táctico y militar que EE.UU. donó al gobierno pro-occidental afgano era obsoleto. España y la UE hicieron un tanto de lo mismo. Al final, ¿quién sale ganado? Los proveedores de armas, los “señores de la guerra”.

Aún nos queda otra cuestión. Para que este encaje de bolillos contable funcione tienen que haber guerras, sin guerras no puede amortizarse el gasto en defensa. Y en la creación de guerras tan malo es el que la inicia como el que la provoca. Para el geo-estratega Pedro Baños, Coronel del Ejército de Tierra, la guerra entre Rusia y Ucrania ha sido una consecuencia de muchos factores, históricos unos, políticos y económicos otros. Los EE.UU. y la UE han propiciado con sus movimientos estratégicos en la región la decisión rusa de iniciar un conflicto bélico. Por su parte, Rusia ha tomado la decisión consciente de entrar en guerra e invadir Ucrania. Aquí no hay buenos, todos son meretrices de las grandes corporaciones mercantiles. Y les importa un bledo el sufrimiento de la gente, las muertes y el dolor inmenso de personas concretas, reales que padecen indefensos los estragos de una política desvergonzada y sin alma.

¡Qué bien les va la guerra a los líderes europeos para seguir aumentando sus gastos de defensa!

 

Francisco Capacete

Escritor y abogado