Con más pausas que
de costumbre
miró mansa a la
blanca nube.
Su cuello fue
girando
como atado a la
deriva
del esponjoso y
vaporoso buque.
La nube perdiose a
lo lejos.
Quedó solo el azul
del cielo
frente a los ojos
pardos
de la joven y serena
artista,
buscadora de la
Belleza su secreto.
“¿Cómo hallar la
armonía
si no puedo leer en
la lejanía?”,
era la queja y la
inquietud
de la joven artista
que avanza
sin poseer aun la
sabiduría.
Tras la pregunta
llegó la respuesta
como a la pisada le
sigue la huella.
¡Los grandes
artistas
plasman la gracia
del Universo
en los templos, en
los poemas!
Lo que nosotros no
vemos
del artista es ya su
pensamiento.
Con denuedo,
sacrificio y devoción
se entrega a la
mágica labor
de domesticar lo
inmenso.
El infinito toma
forma,
lo eterno adquiere
norma,
toma cuerpo lo
invisible
y en las bóvedas de
los templos
la secreta armonía
se nombra.
¡La obra de arte
refleja la Belleza!
¡Alzamos la mirada y
está tan cerca!
Esta es la función
del Arte,
¡cincelar lo
invisible
para que el Alma
crezca!
Francisco Capacete
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