Son suficientemente conocidos los
abusos de la industria farmacéutica. Desde la publicación del libro Medicamentos que matan y crimen organizado,
se han ido descubriendo los sobornos, las mentiras y las estrategias inmorales
que esta industria ha ido realizando. Y es que el mercado farmacéutico supera a
la venta de armas y al mercado de las telecomunicaciones. Por cada euro
invertido en fabricar un medicamento, se obtienen mil de ganancia. Las
farmacéuticas –como otros sectores-
compran las materias primas en países pobres, instalan sus fábricas
donde las condiciones laborales les son más beneficiosas y venden sus productos
principalmente en los países cuya población tiene un mayor poder adquisitivo y
los servicios de salud están más desarrollados.
Esta industria que debería estar al
servicio de la salud, lo que busca es conseguir fabulosas ganancias. Para
obtenerlas no duda en usar estrategias muy cuestionables:
a.- Realizan periódicamente campañas de propaganda de los medicamentos
que fabrican, aunque no sean útiles y puedan ser nocivos para la salud. Peter Gøtzsche aborda
en su último libro (2015) el campo de la psiquiatría moderna y asegura que ésta se ha simplificado hasta
el extremo de limitarse a recetar los psicofármacos que la industria va
lanzando al mercado. Describe a los psiquiatras como
profesionales dedicados a recetar medicamentos a los pacientes sin saber
realmente si van a funcionar.
b.- Fuerzan las legislaciones para favorecer sus intereses, aunque sea a
costa de la salud y la vida de millones de personas. Es España tuvimos y
tenemos pendiente todavía el caso de la Talidomida. Se puso en circulación
–habiendo pasado todos los controles al uso- en 1957. Estuvo en el mercado nada
menos que cinco años, dejando tras de sí miles de muertes y afectados –en
España unos 10.000.
c.- Promueven el tratamiento de problemas leves o de mediana gravedad
como indicios de enfermedades más graves (síndrome del colon irritable o
trastornos de ansiedad) y anuncian ciertas enfermedades como epidemias para
vender más. “A nadie le gusta que le engañen.
Un grupo
de médicos de familia denunciamos
hace cuatro años que nos estaban engañando con la campaña de pánico que se
desató con la gripe
A. Ahora nos enteramos de que
alguien ganó mucho dinero vendiendo humo. El medicamento Tamiflú que se empleó
contra la gripe no vale para nada. Miles de millones de euros de los
contribuyentes se tiraron a la basura”. Estas declaraciones son del médico de
familia Salvador Casado. Otro caso escandaloso es el del colesterol. Es un gran engaño, fue un gran invento de la
industria agroalimentaria americana. Lo retrata muy bien el documental El bluf del colesterol. Después de que
en 1948 se publicara el estudio de Framingham sobre los factores de riesgo de
sufrir un ataque de corazón -que apuntaba el colesterol como el factor número
ocho- la industria convirtió el colesterol en el gran enemigo público. Entendió
que si un tetrabrick de leche entera costaba un euro podía hacer que costara
dos euros si era leche sin colesterol. Más tarde la industria farmacéutica
norteamericana se sumó a la diabolización del colesterol: Merk produjo la
primera estatina inhibidora de la síntesis del colesterol en el cuerpo humano.
d.- Incentivan a los médicos para recetar más, aunque no sea necesario.
La industria farmacéutica paga viajes, hoteles, cursos, libros y comidas a los
médicos para que asistan a sus reuniones formativas donde les explican las
“bondades” de sus productos. John Ionnidis, de la Universidad de Stanford, ha
descubierto suficientes pruebas de que los congresos médicos están al servicio
de valores muy cuestionables que van en contra de la medicina y del sistema de
salud. Peter Gøtzsche afirma que “Todo el
proceso por el que nuestros medicamentos son investigados, aprobados y
recetados ha sido corrompido. Esto implica manipular los datos científicos,
pero también a casi cualquier persona que tenga influencia en el sistema,
incluidos ministros de salud”. En 2016 dimitió el ministro rumano de salud,
tras detectarse que la empresa proveedora, la farmacéutica Hexi Pharma, diluía
tanto los productos que su efecto desinfectante era nulo. Además, el precio de
venta era hasta diez veces superior al habitual en el mercado.
e.- El
criminólogo John Braithwaite ha investigado a muchos altos ejecutivos de la
industria farmacéutica. Los denomina “bastardos despiadados”, refiriéndose a la
absoluta falta de ética y honestidad en el uso de toda clase de medios para
presionar y corromper.
Pasemos al tema de los efectos secundarios de los
medicamentos. El consumo de medicamentos CON RECETA causa en EE.UU. 200.000
fallecimientos al año. Es la tercera causa de muertes tras las enfermedades
cardiovasculares y el cáncer. “Los efectos
secundarios de los medicamentos causan más muertes al año que las producidas
por accidentes de tráfico y suicidios juntos”, declaró Bernard Bégaud, catedrático de
Farmacología y exdecano de la facultad de Medicina de Bordeaux, durante el
mediático juicio por un presunto fraude del laboratorio Servier, cuyo
medicamento contra la diabetes, el Mediator, pudo causar la
muerte a más de mil personas en
Francia. El farmacólogo francés se muestra preocupado por las consecuencias
para la salud del uso masivo de medicamentos "no necesarios". "En
Francia se calcula que 18.000 personas mueren al año por efectos indeseados de
medicamentos no necesarios", apunta.
Lo que he señalado en este artículo es sólo la punta
del iceberg. Esta poderosa y corrupta industria es la que se dedica a
desprestigiar a otros aspectos de la Medicina que sanan sin hacer uso de tanta
medicación. ¿Haremos caso de sus críticas? Acaso, podemos fiarnos de la opinión
de la Agencia Española del Medicamento, cuyos integrantes están relacionados
directamente con los grandes laboratorios. Unos y otros han lanzado
recientemente una nueva campaña contra la Homeopatía, una disciplina médica que
cura con medicamentos baratos y que no presentan efectos secundarios. Los
millones de casos de curación así lo certifican. Los lobos sanguinarios nos
alertan de lo peligrosas que son las ovejas. ¡Tengamos cuidado con los lobos
que ya asoman las garras tras una aparente cordura científica!
Francisco Capacete González
Filósofo y abogado.