Es costumbre inveterada, o sea, desde no sabemos cuando, brindar en Nochevieja para despedir el año que termina y recibir el Nuevo Año. ¿Por qué brindamos? ¿ Qué significa brindar? Más allá del origen germano de la palabra y de las explicaciones neohistoricistas que presentan al brindis como una táctica para saber si la copa está envenenada o no, a mi me gusta más el sentido de ofrecimiento. Brindar es ofrecer, es como la propia palabra lo indica, dar. Cuando brindamos ofrecemos algo, damos algo. Este acto generoso, por sí mismo, ya es hermoso. Además, si lo hacemos al final y al principio de un ciclo -un ciclo anual, por ejemplo-, no hay mejor manera de terminar y comenzar.
He escuchado a algunos jóvenes que eso del brindis es algo pasado de moda, o bien propio de la aristocracia y de los ambientes de alto nivel socio-económico. Yo les digo desde aquí que la capacidad y la necesidad de ofrecer y dar es propio de todos los seres humanos sin distinción de ninguna clase. Todos necesitamos dar y podemos dar.
Los Pieles Rojas de Norteamérica ofrecían lo mejor de sí mismos compartiendo un poco de tabaco. Los Yanomami del Amazonas brindan con el licor fermentado que preparan ellos mismos con productos de la tierra. Nuestros abuelos, en el campo, deseaban que las cosechas fueran abundantes con un vaso de buen vino. Y todas las culturas y todos los pueblos de la Historia, han instituido pequeñas ceremonias de ofrecimiento de lo mejor de uno mismo compartiendo algo especial.
El brindis es una ocasión especial para exteriorizar y compartir con los demás lo mejor de nosotros mismos, nuestros mejores pensamiento y sentimientos. La verdad, en el ajetreado discurrir por la vida hay pocas oportunidades de compartir, en directo, sentimientos y pensamientos bellos y sinceros. Y las pocas oportunidades, a veces se pierden a causa de la timidez o el egocentrismo. Sí, ese egocentrismo egoísta de no compartir lo que se piensa porque " total, si los demás no lo van a apreciar!". De tal modo que si asistís a un brindis, no desaprovechéis la ocasión y si os toca brindar, ofrecer lo mejor de vosotros, pero desde la conciencia. No enturbiéis vuestros sentimientos y pensamientos con la vanidad de querer quedar bien ante los demás. Sencillamente compartir, dar, ofrecer, que en ello ya hay valor: el valor de la convivencia y de la unión.
Brindar no es cuestión de oratoria. No hace falta hablar como Demóstenes o Mahoma, de quien dicen que tenía una oratoria fascinante. Sólo hay que atreverse a poner el corazón en las palabras que digamos. Si así lo hacemos, nuestro brindis no será un discurso, sino un auténtico regalo.
viernes, 31 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
EL EGOÍSMO
El egoísmo es un contravalor o defecto no porque las religiones o los sistemas morales lo califiquen así. Si reflexionamos sobre los efectos del egoísmo, sobre las consecuencias de las actitudes egoístas, hallaremos que son sumamente negativas y que obstaculizan una natural realización del individuo. Éste necesita de manera connatural las relaciones con su entorno social y ambiental para realizarse. Todos los sistemas naturales se basan en las relaciones entre las diferentes formas de vida que los integran. Entre los vegetales y animales no hallamos el más mínimo rastro de egoísmo, por cuanto que sus conductas están perfectamente ensambladas y coordinadas con los intereses del medio que habitan e integran. Así, cuando un petirrojo se come la semilla del acebuche, lo hace para sobrevivir y, a la vez, ¡cosa curiosa!, esta conducta colma la necesidad de supervivencia de la planta, dado que si el paseriforme no se come las semillas, éstas encuentran más dificultades para germinar.
El ser humano puede integrarse a la sociedad (que, recordemos, es otro ecosistema natural) de manera consciente y armonizar su conducta personal con las necesidades evolutivas y de desarrollo de la humanidad. Cuando así lo hace el hombre es natural; por el contrario, cuando no vive así, el hombre es egoísta y su conducta entorpece el desarrollo natural de la especie humana. Por esta razón el egoísmo es negativo en sí mismo y no necesita de la sanción religiosa o social para ser un defecto destructivo.
viernes, 10 de diciembre de 2010
LA REBELDÍA INTERIOR
La Historia de la Humanidad está llena de almas rebeldes que nos asombran por su heroísmo, por su valor y por su capacidad de romper moldes establecidos y abrir las fronteras de la ciencia, del arte, del pensamiento y de la vida.
Todos los pioneros han sido rebeldes, desde el primer artista que decoró las cuevas de Altamira a inventores como Thomas A. Edison, desde maestros de la pintura como Giotto a científicos como Einstein, todos han ido más allá de lo establecido por su momento y por su comunidad, han ido más allá de los límites que cada tiempo impone y han movido las páginas del gran libro de la Historia.
De la observación de la Naturaleza se desprende que la rebeldía es algo útil para la vida. Un árbol, por ejemplo, cuando está en la semilla, no se ve, porque el instinto de protección no le deja desarrollarse, lo aprisiona en esa "cárcel" porque ahí está seguro. Si del interior de la semilla no surge la necesidad de crecer, de dejar atrás la comodidad, el árbol potencial puede quedar encarcelado durante siglos, pero como hay una fuerza -la búsqueda de su propia realización como roble-, que comienza a empujar hacia fuera, hacia arriba, hacia el sol, la prisión es transmutada en libertad de expresión. La especial rebeldía del roble le conduce a su propia realización.
De ahí que la auténtica rebeldía se encuentra dentro de nosotros y la podemos relacionar con una serie de actitudes que nacen de nuestro yo profundo, del yo más desconocido y que, sin embargo, tiene la fuerza de llevarnos hacia delante incluso cuando las circunstancias no son favorables. No hay que confundirla con aquellos que se visten de rebeldes sin serlo, para ocultar el vacío interior, para que no se vea que no poseen esa fuerza interior, para ser aceptados en algunos círculos de amigos o porque está de moda.
La rebeldía no es algo exclusivo de nuestra época, donde se da la manipulación de los grandes medios de comunicación, sino que a lo largo de la Historia hallamos muchos ejemplos. Uno de ellos es Platón, aristócrata, excelente escritor de tragedias y vencedor en algunas pruebas de las Olimpíadas. Cuando todo el mundo en su familia y su entorno esperaban que se dedicara a perseguir la fama y los honores, a hacer carrera en la política, tras conocer a Sócrates decide dejar todo lo que estaba haciendo y dedicarse a la Filosofía como modo de vida.
El rebelde rechaza decididamente ser masa, pues no puede perder la propia personalidad diluida en "lo que todos quieren", no puede perder la propia individualidad sacrificada al "qué dirán" de los que viven como rebaño, donde todo es igual, donde todos piensan lo mismo, donde todos van a comprar lo mismo en los mismos lugares. Y cuando todos piensan lo mismo y hacen lo mismo, nace la indiferencia, se pierden los valores humanos, se mata sin piedad, se explota sin límites. Hoy nos hablan de las bondades del “pensamiento único”, y ¿no será una consecuencia más del rebaño en el que nos quieren meter? Perdemos así silenciosamente la capacidad de admirar a los que son diferentes, porque no hay nadie diferente y mejor, no existen los héroes, los maestros de la vida, todo es chato, todo es tristemente gris y monótono, sin matices que coloreen la vida.
¿Puede el alma rebelde permanecer indiferente al estado del mundo?
La situación mundial grita la necesidad de una renovación profunda y cuando todo un ser está enfermo no podemos curar sólo un órgano. No se puede cambiar por partes. No se puede cambiar solamente un sistema político, un sistema económico, un sistema religioso, social, artístico, científico, cuando todo está en crisis profunda ¡Hace falta cambiarlo todo! Cambiarlo todo, no destruirlo todo. No es eficaz destruir, el último siglo ha conocido demasiadas revoluciones que han usado las armas y no han conseguido nada estable y duradero.
Hace falta construir algo realmente alternativo, un mundo nuevo y mejor. Para ello, hace falta un hombre nuevo, un hombre que sea capaz de vencer sus egoísmos, un hombre que sea capaz de construir sin descanso, de trabajar y de ver el fruto de su trabajo, un hombre que pueda investigar las antiguas tradiciones esotéricas y los más modernos descubrimientos de la ciencia, un hombre que tenga derecho y fe, un hombre que pueda andar en estos caminos ascendentes que van hacia el horizonte. Hace falta empezar a construir desde lo pequeño, desde el hombre, para que con el tiempo se vaya llegando a lo grande en la medida que cada vez se sumen más rebeldes dispuestos a mejorarse a sí mismos.
lunes, 6 de diciembre de 2010
LA CARCOMA DEL MUNDO
Todos conocemos como la carcoma va acabando con los muebles de madera. Primero los socava por dentro sin alterar la forma. Durante un tiempo el mueble carcomido no manifiesta ningún desperfecto, pero la carcoma va debilitando su estructura interior, de modo que llega un día en que el mueble cae convertido, de repente, en polvo. No se defenestró por azar ni por ningún arte de oculta magia, sino por la voracidad del insecto.
Lo mismo le ha ocurrido a la civilización occidental. Su carcoma ha sido el materialismo ateo y la religión materialista.
El materialismo ha ido socavando los valores éticos tradicionales, pero no ha logrado conseguir otros valores para sostener el mundo nuevo que prometía. Es verdad que el comercio creció, que han aumentado vertiginosamente las comunicaciones, que la ciencia empírica ha cosechado éxitos; cada vez más gente tenía más cosas y, a la vez, también más gente va teniendo menos. El materialismo ha corrido tan deprisa tras un mundo libre que por el camino se le ha olvidado la justicia.
Las religiones, por su parte, se han materializado, prometiendo unos cielos que parecen anuncios de agencias de viajes y unos infiernos que en lugar de castigar la conciencia, castigan el cuerpo. Hedonismo espiritual y chantaje a la conciencia han sido y siguen siendo las características de las religiones materialistas. Para aumentar su propaganda, han arremetido contra colectivos como los homosexuales y contra la ciencia, para aumentar sus fuerzas han creado grupos de terroristas, mafias, operan en los mercados financieros, estafan y asesinan, violan y sigue quemando a los herejes en la hoguera pública de los medios de comunicación. Han corrido tan deprisa defendiendo su ignorancia que han perdido a Dios y a la Bondad por el camino.
La carcoma, diligente y voraz, ha ido devorando nuestro mundo por dentro durante los últimos siglos. La forma externa de la cultura occidental se ha mantenido: se tiene universidades, teatros, bibliotecas, liceos, tradiciones populares, premios internacionales de exacerbado prestigio, etc. Pero desde hace unas décadas todo esto está vacío de contenido, de alma. Ya no se celebra la Navidad, simplemente se compra y se vende, se come y se bebe, se juega a la lotería y se despilfarra. Las universidades está contaminadas por la política y los profesores de prestigio temen más la pérdida de prestigio o de trabajo que los males de la tierra o la ignorancia que aplasta a tanto seres humanos. Todo sabe igual, todo tiene el mismo sinsabor de sinsentido y las gentes protestan en silencio por la rutina aplastante y el stress que sacude el sistema nervioso.
La carcoma ha hecho su trabajo y el mueble se está cayendo convertido en polvo. Hoy asistimos, no a la decadencia de Occidente sino a su derrumbe. Ha caído la familia que desestructurada ya no cumple su función primordial de transmitir la unión entre generaciones distintas. Ha caído el trabajo convertido en una forma de esclavitud moderna. Ha caído la patria convertida en una impostora. Han caído la cultura, la medicina, el arte, los sistemas de enseñanza y la libertad de cátedra. Han caído todos aquellos elementos que han sustentado durante siglos la civilización occidental. La carcoma ha demolido el corazón del mueble: le generosidad, el valor, la amistad, la educación, el sentido común, la cooperación, la confianza, la imaginación, la armonía,… ya no podemos hacer nada por la mesa pulverizada. Sin embargo, podemos construir un nuevo mueble y protegerlo con ceras más humanas, con barnices más solidarios y con aceites más fraternos.
MENTE Y CEREBRO
Quiero compartir con todos vosotros un artículo del Profesor Manuel Garrosa, publicado el 7 de Febrero de 1998 en el periódico madrileño ABC. Ahí van algunos extractos que me parecen muy esclarecedores del tema:
“…podemos decir que su convencido monismo (el de aquellos que piensan que la mente está en el cerebro y que, por lo tanto, son la misma cosa) se apoyaba en que todas las actividades mentales, esto es, ideas, emociones, sentimientos, etc., tienen un engrama particular en el cerebro, es decir, una serie de neuronas, susceptibles de modificarse con la experiencia, se encargan de llevar a cabo tales funciones psíquicas y que este psiquismo se altera por las drogas, por los niveles hormonales o por la enfermedad; comprobándose por ejemplo cómo cambian nuestra personalidad el alcohol o los tumores cerebrales. Pero estos datos biológicos, que sí están científicamente comprobados, no hacen sino mostrarnos los aparatos u órganos encargados de llevar a cabo esas funciones, que llamamos mentales, y no demuestran en absoluto que no exista algo más que interactúe con el cerebro…
El cerebro constituye, efectivamente, un fantástico ordenador que puede hasta actuar autónomamente en actividades rutinarias como andar o conducir, pero, más allá de este nivel, se requiere el concurso de nuestra atención para que así se canalice convenientemente la actividad cerebral y desarrollemos la tarea adecuadamente. Para ello se requiere un director y es a ese director a quien llamamos mente.
Cuando Penfield estimulaba a sus pacientes con el electrodo sobre la superficie cerebral, los pacientes referían sensaciones, recuerdos o realizaban movimientos, pero todos ellos mostraban una doble conciencia, es decir, los pacientes se mantenían como espectadores de sí mismos y referían que no eran ellos quienes habían decidido hacer el movimiento, sino que era el neurocirujano quien les habían hecho mover la mano, tener un recuerdo, etc.
Precisamente aquí está la clave: la física y la química me son insuficientes para explicar mi psiquismo, el mundo material se me queda corto… no hay modo de explicar a través de la conducción nerviosa cómo es posible que se produzca la sensación consciente hasta con medio segundo de adelanto en relación con el desencadenamiento de los mecanismos neuronales que transportan ese determinado impulso sensitivo. No en vano, entre los dualistas se encuentran más científicos (Eccles, Sperry, Eddington, etc.) que filósofos.”
Este es un claro ejemplo de diálogo entre lo científico y lo intuitivo. Gracias al señor Garrosa por su artículo.
viernes, 3 de diciembre de 2010
Proyecto Biociutat
En el espacio de Filosofía y Voluntariado Es Racó de ses Idees estamos desarrollando el proyecto de voluntariado medioambiental "BIOCIUTAT". La finalidad de este proyecto es reconstruir y reinventar las ciudades. Mucha gente que vive en la ciudad odia vivir en la ciudad. Esta contradicción es comprensible. Necesitamos de una serie de servicios pero no comulgamos con la polución, el stress, las prisas, la maquinización de las personas, la esclavitud laboral, la competitividad, los policías persiguiendo constantemente a los ciudadanos, como si pesara sobre nosotros una presunción de criminalidad, etc. ¿Podemos cambiar la ciudad y hacerla más humana y habitable? Sí, es posible, pero hay que comenzar la tarea ya mismo, no mañana. Es posible, pero no podemos dejar esta tarea en manos exclusivamente de los políticos y de las empresas. Hace falta que todos nos impliquemos en la reconstrucción de la ciudad del futuro. Primero tenemos que cambiar cada uno de nosotros para poder soñar bien fuerte con la ciudad que queremos. Primero hay que diseñarla, soñarla, tenerla bien clara en la mente y en el corazón. Para ello contamos con unas herramientas muy buenas, ... Continuará
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