Ya prácticamente nadie recuerda el
rescate de la banca española que se realizó como consecuencia del agujero
financiero que provocaron intencionadamente las entidades bancarias y que tuvo
su momento más agudo en 2008. Las negociaciones comenzaron en junio del 2012 y
en diciembre ya estaba todo arreglado. Seis meses para un proceso muy
complicado en el que participaron la comunidad europea, el estado español, auditores
internacionales, entidades bancarias, se crearon organismos como el FROB y el
SAREB, todo ello en un tiempo récord. Todos los mecanismos administrativos de
varias instancias se pusieron a trabajar a destajo para que la banca española
no terminara en la uci por insolvencia aguda. El Estado salió al rescate de
unas empresas privadas con un frenesí digno de súbditos que adoran a sus
dueños.
Desde el estado de alarma, el Estado
ha tenido que salir al rescate de otras empresas privadas y de los trabajadores
que están padeciendo los efectos, no de su avaricia –como fue el caso de la
banca-, sino de una pandemia que nadie podía prever.
¿Cuánto tiempo durarán las
negociaciones y cuánto tiempo tardará el estado en pagar los ERTES a los
trabajadores? ¿Trabajará tan duro como lo hizo con la banca? ¿Se coordinarán
las diversas administraciones para lograr el objetivo lo antes posible? Las
respuestas, desgraciadamente, son negativas. Llevamos más de seis meses y
todavía se están negociando las prórrogas de los ERTES. La administración
central y las administraciones autonómicas se enfrentan y no se ponen de
acuerdo. Aunque en junio el Gobierno aseguraba que de los casi tres millones y
medio de trabajadores afectados por ertes sólo quedaban unos trescientos mil
por cobrar, otros agentes sociales y políticos lo desmentían y hablaban de un
millón. Pero, más allá de los datos publicados en boletines y entrevistas, en
la calle se escuchaban y se siguen escuchando las voces de aquellos
trabajadores que siguen mirando con esperanza sus cuentas bancarias, para saber
si se les ingresa la paga prometida. ¡Espero que no tengan que esperar tanto
como el pueblo hebreo para pisar la tierra prometida!
En junio el CSIF (Central Sindical
Independiente y de Funcionarios) pedía al Gobierno que aumentara la plantilla
de funcionarios para tramitar los ERTES que iban llegando y los que presentaban
irregularidades ¿Creen ustedes que el Gobierno hizo lo mismo que con la banca,
que creó dos entidades ex profeso (FROM
y SAREB) para coordinar el rescate y sus consecuencias? No lo crean, ni un solo
funcionario más de los que ya estaban adscritos a los servicios de tramitación
de los ERTES. No se ha creado ninguna oficina especial, no se ha asignado
ningún funcionario extra, los teléfonos de cita previa no funcionan o están
colapsados y las páginas web no tienen respuestas concretas.
¿Cómo es posible que la
Administración pública –da igual el partido que gobierne- implemente toda una
serie de medidas e instrumentos para salvar a la banca en un tiempo récord y
que no haga lo mismo para salvar a los trabajadores? Esta es una cuestión de
intenciones, no de imposibilidades legales ni procedimentales. Y es que los
partidos políticos tienen sus favoritos, todos ellos prefieren a la banca, a
las eléctricas, a las farmacéuticas, etc., antes que a los trabajadores. Esto
es un hecho, se diga a voces o no.
Los partidos que integran el Gobierno
del Estado cambian cada equis elecciones. Se van turnando la derecha y la
izquierda regularmente, rítmicamente, diríase consensuadamente, alternándose
políticas que de cara a la galería parecen más liberales unas y más sociales
otras. Sin embargo, en las cocinas y cloacas del Gobierno se cuecen las mismas
intrigas, los mismos ocultos proyectos, las mismas absurdas medidas, los mismos
corruptos propósitos. Da igual el partido que gobierne, el palacio sigue
oliendo a podredumbre.
La Política no es esto. La Política
es la ciencia y el arte de conducir a los ciudadanos hacia un ideal de justicia
que podemos llamar “civilización”. Una civilización es una sociedad que tiene
conciencia de su propia identidad integrando las diferencias y los matices en
un proyecto común. La Política tiene más de filosofía que de economía porque
necesita de ideas claras y elevadas para servir a todos los ciudadanos sin
excepción. Un Político es un ciudadano que ha aprendido a conducirse a sí mismo
y, por esta razón, puede ayudar a conducir a los demás. Es una persona austera,
sencilla, digna, independiente de los poderosos y de los miserables, afable con
los gobernados, sensible con los desfavorecidos, tajante con los injustos y
dialogante con los países vecinos. Confucio lo describió con el ideal del Ju y Platón con el ideal del Guardián.
Ambos explicaron que un verdadero Político sirve exclusivamente a la Justicia y
a su Pueblo.
Francisco Capacete González
Abogado y Filósofo