Jane en Gombe |
Hace
pocos días me encontraba tomando un café con Federico Bogdanowicz, miembro del
Instituto Jane Goodall España, quien ha venido a Palma para impartir una
conferencia sobre la labor del Instituto y sus programas de ayuda y
concienciación. Estuvimos departiendo casi toda la mañana sobre este tema común
que es la protección de los animales. Yo tenía mucho interés en conocer los
objetivos de su trabajo y naturalmente llegamos a la persona de Jane, su
ejemplo de integridad, su compromiso firme y su energía desbordante con la que
se entrega a todo lo que hace. Federico me mostró el lado más humano de Jane
–dado que la conoce personalmente desde hace varios años- y me sorprendió
gratamente que ese lado más humano coincide con el otro lado, el de la musa del
ecologismo, el de la Mensajera de la Paz de la ONU, el de la laureada con el
Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, el de la
fundadora del instituto que lleva su nombre y su alma.
Permítanme
compartir algunas notas sobre la personalidad de Jane -como a ella le gusta que
le llamen. Su infancia transcurrió en la localidad de Bournemouth, donde pudo
dedicarse a lo que más le gustaba: observar la vida de los animales. Como a
tantos niños –recordemos a Heinrich Schliemann y su fantástico descubrimiento
de Troya- la lectura de un libro de aventuras alumbró en ella un sueño. Se
trataba de la Historia del Dr. Dolittle. Ella quería ser como él y viajar a
África para cuidar a los animales. La suerte le sonrió y, de entre 600
solicitudes, fue aceptada la suya para trabajar como secretaria del eminente Louis Leakey. Éste fue quien la
envió a la reserva de Gombe para que estudiara el comportamiento de los grandes
primates y así establecer algún tipo de parentesco que pusiera luz en la
confusa evolución homínida. De esta manera y con la ayuda infaltable de su
madre, Jane cumplía su sueño: vivir en la selva ayudando a los animales, es
decir, ser mejor que la Jane de Tarzán.
En
1986, al clausurar un congreso de primatólogos en Chicago, algo cambió en Jane.
Otro sueño se formaba en su corazón. Tomó conciencia de la situación en que se
encontraban muchos primates salvajes y las amenazas de deterioro de sus
hábitats, así como la amarga situación en que se encontraban todos los primates
usados en laboratorios, circos y zoológicos. El gran sueño de Jane que nació
entonces fue, no solamente salvar a los primates de la extinción, sino ayudar a
salvar el planeta y todos los seres vivos que en él habitan. Desde ese año, se
ha venido dedicando a esta mastodóntica labor. Fundó un instituto que ha
abierto sedes en más de 30 países. Inició el programa Roots&Shoots de
educación ambiental y voluntariado que ha llegado a más de 130 países y a miles
de jóvenes. Viaja más de 300 días al año impartiendo conferencias, ofreciendo entrevistas,
inaugurando programas y proyectos y luchando denodadamente por conseguir fondos
con los que salvar y cuidar a sus queridos chimpancés de Gombe y a los pueblos
que viven alrededor de las reservas.
No
le gusta el lujo, vive espartanamente. Prefiere la habitación de la casa de un
conocido a un hotel. No consume más de lo necesario. Y, con la serenidad de las
selvas de Tanzania, siempre ofrece a través de su mirada y sus palabras la
esperanza en un mundo mejor.
¡Gracias
Jane por tus sueños!
Francisco
Capacete González
Especialista
en Derecho Animal
Abogado
y filósofo
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