Si
tuviéramos que señalar un denominador común a todos los atentados que sufre el
medio ambiente y que ha acelerado el cambio climático, podríamos referirnos a
la falta de respeto por la naturaleza. Arrojar residuos en el mar, en el aire o
en la tierra señala una indiferencia hacia el medio. Falta de conciencia del
valor que tiene aquello que es de todos es la lacra de los espacios públicos;
hay quien no lanza una colilla en el suelo de su casa, pero sí la tira en la
playa o la montaña.
La
falta de respeto hacia el entorno natural, las especies que en él habitan y el
mismo planeta es una consecuencia de la desacralización de la naturaleza y de
la idea que nos hemos hecho del progreso.
A.- La
desacralización que sufrimos es una suerte de pérdida del sentido de lo privado
ante la aparición de lo público como posesión objetiva. La percepción de lo
sagrado es algo íntimo, privado y valioso. “Para H. Arendt lo privado tiene dos
fundamentales sentidos. Uno es el de aquello que, con cierto carácter de
sacralidad, tiene que ser protegido, resguardado, oculto a las miradas ajenas y
a la luz cegadora de lo público, porque se trata de ese ámbito de lo más propio
de la existencia de cada cual, de ese ámbito de misterio de las fuentes de la
vida, impenetrable e incomprensible en última instancia a la mirada
objetivadora del conocimiento”.1 El miedo a lo desconocido, incluso
en nosotros mismos y la necesidad de desligarse de la religión para desarrollar
el conocimiento científico, llevó a la sociedad occidental a crear un nuevo
concepto de la naturaleza y la vida. “Desde el tiempo de nuestros más remotos
antepasados hasta el siglo XVII se dio por sentado que el mundo de la
naturaleza estaba vivo. Pero en los tres últimos siglos una cantidad creciente
de personas educadas empezaron a pensar en la naturaleza como algo inerte. Ésta
ha sido la doctrina central de la ciencia ortodoxa: la teoría mecanicista
de la naturaleza”.2
Conviene
aclarar ya desde este momento que el concepto de “sagrado” tiene que ver con esa
esfera privada, íntima de la conciencia individual y no con el seguimiento o
sometimiento a unos postulados religiosos. Un ateo materialista que no cree en
lo divino ni en la religión posee un sentido de lo sagrado que lo aplicará a su
patria, sus tradiciones culturales, su idioma, su familia, sus hijos, etc.
Todos los seres humanos, seamos religiosos o no, concebimos algo sagrado y algo
que no lo es.
La
pérdida del sentimiento o conciencia de lo sagrada que es la vida en todas sus
expresiones ha llegado también al ámbito de la payesía, con el aumento
aritmético de explotaciones agrícolas y ganaderas de carácter industrial.
Omar
Felipe Giraldo describe lo que significaba la tierra para el agricultor tradicional
andino: “La chacra, la parcela o la milpa para
el agricultor no es espacio equiparable al resto de los lugares. Es tierra
arada que se ha vuelto cualitativamente diferente a la tierra colindante: un
asentamiento consagrado por medio del trabajo. No es espacio homogéneo,
desacralizado o profano (Eliade, 1981) como el de la producción fabril de
alimentos. Es el lugar delimitado por el afecto construido durante las faenas
de labranza. Tierra trascendente. La parcela es pues tierra sagrada a la
que se le rinde culto”.3
El
Prof. Leonardo Boff alega cinco razones para considerar sagrada a la Tierra y,
según este autor, dotarla de derechos: “La primera es la más alta ancestralidad
de la tradición transcultural que siempre consideró la Tierra como Madre. En su
visión cósmica, los pueblos originarios sentían que la Tierra era y es parte
del Universo a quien rendían culto con un respeto reverencial ante a su
majestad. La segunda razón es la constatación científica realizada por parte de
sectores importantes de las ciencias de la Tierra (nueva biología, astrofísica,
física cuántica). Según ellos, la Tierra es un superorganismo vivo, que
articula lo físico, lo químico, lo biológico y lo ecológico, de forma tan
interdependiente y sutil que se hace siempre propicia a producir y reproducir
la vida. Inicialmente era una hipótesis, que a partir de 2001 pasó a una teoría
científica, el grado más alto del reconocimiento en el campo de las ciencias.
La atmósfera actual no resulta solamente de mecanismos físicos, químicos y de
fuerzas directivas del universo, sino principalmente de la interacción de la
vida misma con todo el entorno ecológico. De esta interacción resulta que la
atmósfera como la tenemos hoy es un producto biológico. La sinergia de los
organismos vivos con los elementos de la Tierra va creando y manteniendo el
hábitat adecuado que denominamos biósfera. Si así es, podemos entonces decir:
no solamente hay vida sobre la Tierra. La Tierra misma es vida. La vida debe
ser amada, cuidada y fortalecida. No puede ser amenazada y eliminada. No puede
ser transformada en mercancía y puesta en el mercado. La tercera razón es la
unidad Tierra y Humanidad como legado de los astronautas desde sus viajes
espaciales. Desde la Luna, o de sus naves, han podido contemplar, llenos de
admiración y de sacralidad, la Tierra. Han testimoniado esta experiencia
(overview effect): entre Tierra y Humanidad no hay diferenciación. Tierra y
Humanidad componen un todo orgánico compuesto de ecosistemas, con sus
diferentes formas de vida, especialmente la humana. Esta entidad, única,
compuesta de Tierra y Humanidad nos permite decir que la Tierra está viva y es
Madre. La cuarta razón es cosmológica: la Tierra y la vida constituyen momentos
del vasto proceso de la evolución del universo. La Tierra es un momento de la
evolución del universo. La vida es un momento de la evolución de la Tierra. Y
la vida humana es un momento de la evolución de la vida. Pero para que la vida
pueda existir y reproducirse necesita de todas las precondiciones energéticas,
físicas y químicas sin las cuales no puede irrumpir ni subsistir. Por eso hay
que incluir todo el proceso de la evolución anterior para entender
adecuadamente la Tierra y la vida. Hay una quinta razón que sustenta nuestra
tesis, que se deriva de la naturaleza relacional e informacional de todo el
universo y de cada ser. La materia no tiene solamente masa y energía. Tiene una
tercera dimensión que es su capacidad de conexión y de información. Esto quiere
decir, en la jerga cuántica que “todo tiene que ver con todo, en todos los
puntos y en todas las circunstancias”. El universo, más que la suma de todos
los seres existentes y por existir, es el conjunto de todas las relaciones y
redes de relaciones con sus informaciones que todos mantienen con todos. Todo es
relación y nada puede existir fuera de la relación. Esto funda el principio de
cooperación, como la ley más fundamental del universo que relativiza el
principio de la selección natural”.4
No
cabe duda que hemos perdido algo fundamental en nuestra relación con el medio
ambiente y debemos recuperarlo.
B.- “¿De dónde proviene esta ruptura entre
el hombre y su entorno? Tomamos conciencia de ello de manera brutal, pero si se
ha introducido de manera insidiosa en nuestra vida, es en gran parte por la
idea que nos hemos formado de la noción de progreso (…) Para las sociedades
tradicionales, dejarse arrastrar por la aceleración de los tiempos era
desconectarse del ritmo cósmico, del mundo de los orígenes. Tenían un concepto
de la “geografía sagrada”, una concepción del mundo marcada por la noción de
Unidad y cohesión: todo está relacionado con todo, todo tiene un sentido y una
orientación, no sólo en el espacio, sino también en el ámbito práctico,
psíquico y espiritual”.5
¿Qué hemos entendido por progreso? Producir
cada vez más. Esta concepción nos ha hecho perder, como dice el autor, la
noción de ritmo natural. Y esto es precisamente lo que hemos provocado en el
clima, una aceleración artificial. El clima siempre ha variado, pero a un ritmo
natural, coordinado con las especies. Ahora nos encontramos con un cambio
brusco del clima y a este fenómeno le estamos llamando “cambio climático”.
Bayer
señala en el prólogo del libro de Zaffaroni “La pachamama y el humano que
"el humano no ha respondido adecuadamente aún sobre cómo ha venido
tratando a la Pachamama. En lugar de lograr el equilibrio para llegar a una paz
eterna, ha hecho todo lo contrario. Las guerras, la fabricación de armas, la
expoliación y explotación de la naturaleza hasta el hartazgo".6
Y
escribe el autor que "No han hecho más que promover un mundo de ricos,
pobres, hambrientos, esclavos, de razas `superiores y civilizadas` y de
`inferiores y salvajes (…) (L)os derechos de la
Naturaleza (la Pachamama) responden a una nueva -en realidad antigua y
precolombina- visión en torno a la vida: “el Buen Vivir” y surgen de una matriz
social, cultural y cognoscitiva distinta en la relación de los seres humanos
con la Naturaleza, la misma que tiene una base en el sentido comunitario y un
fuerte enraizamiento en lo sagrado, no en el sentido religioso de la cultura
occidental, sino en aquel que entiende a lo sagrado como merecedor de respeto
(…) (L)as religiones tampoco han logrado el equilibrio necesario ni el
respeto a la vida, no sólo de los seres humanos sino de todo lo existente. Al
contrario, elaboraron instituciones y categorías discriminadoras y crueles:
inquisiciones, santos y pecadores, impíos y genuflexos, ricos y
hambrientos".7
Debemos redefinir la idea de progreso que
podemos seguir. Y no puede ser otra que un progreso ético y en valores humanos,
mientras se implementa una retirada sostenible. Esta es la propuesta de Es Racó
de ses Idees, incluir en la futura ley del cambio climático un reconocimiento
del carácter sagrado de la naturaleza y una implementación de medidas para
concientizar a la población sobre ello.
Grupo de investigación
en filosofía comparada
Coordinador: Francisco
Capacete
Es Racó de ses Idees
NOTAS
1 CRÍTICA
FENOMENOLÓGICA DE LA AUSENCIA DE LA CORPORALIDAD EN EL CONCEPTO HABERMASIANO DE
LA ESFERA PÚBLICA. Tesis doctoral de José Mª Terrón Muñoz en la Universidad de
Granada (2003).
2 EL
RENACIMIENTO DE LA NATURALEZA. Sheldrake, Rupert. Edit. Upasika.
3 HACIA
UNA ONTOLOGÍA DE LA AGRI-CULTURA EN PERSPECTIVA DEL PENSAMIENTO AMBIENTAL.
Giraldo, Omar Felipe. POLIS, Revista latinoamericana, núm. 34, 2013.
4EL
HORIZONTE DE LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA. Boff, Leonardo. Revista América
Latina en Movimiento No.479.
5 GEOGRAFÍA
SAGRADA DEL ANTIGUO EGIPTO. Schwarz, Fernand. Edit. Errepar (1996).
6 LA
PACHAMAMA Y EL HUMANO. Zaffaroni, Raúl. Editorial Colihue (2012).
7Id.
Ant.
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