Todos conocemos como la carcoma va acabando con los muebles de madera. Primero los socava por dentro sin alterar la forma. Durante un tiempo el mueble carcomido no manifiesta ningún desperfecto, pero la carcoma va debilitando su estructura interior, de modo que llega un día en que el mueble cae convertido, de repente, en polvo. No se defenestró por azar ni por ningún arte de oculta magia, sino por la voracidad del insecto.
Lo mismo le ha ocurrido a la civilización occidental. Su carcoma ha sido el materialismo ateo y la religión materialista.
El materialismo ha ido socavando los valores éticos tradicionales, pero no ha logrado conseguir otros valores para sostener el mundo nuevo que prometía. Es verdad que el comercio creció, que han aumentado vertiginosamente las comunicaciones, que la ciencia empírica ha cosechado éxitos; cada vez más gente tenía más cosas y, a la vez, también más gente va teniendo menos. El materialismo ha corrido tan deprisa tras un mundo libre que por el camino se le ha olvidado la justicia.
Las religiones, por su parte, se han materializado, prometiendo unos cielos que parecen anuncios de agencias de viajes y unos infiernos que en lugar de castigar la conciencia, castigan el cuerpo. Hedonismo espiritual y chantaje a la conciencia han sido y siguen siendo las características de las religiones materialistas. Para aumentar su propaganda, han arremetido contra colectivos como los homosexuales y contra la ciencia, para aumentar sus fuerzas han creado grupos de terroristas, mafias, operan en los mercados financieros, estafan y asesinan, violan y sigue quemando a los herejes en la hoguera pública de los medios de comunicación. Han corrido tan deprisa defendiendo su ignorancia que han perdido a Dios y a la Bondad por el camino.
La carcoma, diligente y voraz, ha ido devorando nuestro mundo por dentro durante los últimos siglos. La forma externa de la cultura occidental se ha mantenido: se tiene universidades, teatros, bibliotecas, liceos, tradiciones populares, premios internacionales de exacerbado prestigio, etc. Pero desde hace unas décadas todo esto está vacío de contenido, de alma. Ya no se celebra la Navidad, simplemente se compra y se vende, se come y se bebe, se juega a la lotería y se despilfarra. Las universidades está contaminadas por la política y los profesores de prestigio temen más la pérdida de prestigio o de trabajo que los males de la tierra o la ignorancia que aplasta a tanto seres humanos. Todo sabe igual, todo tiene el mismo sinsabor de sinsentido y las gentes protestan en silencio por la rutina aplastante y el stress que sacude el sistema nervioso.
La carcoma ha hecho su trabajo y el mueble se está cayendo convertido en polvo. Hoy asistimos, no a la decadencia de Occidente sino a su derrumbe. Ha caído la familia que desestructurada ya no cumple su función primordial de transmitir la unión entre generaciones distintas. Ha caído el trabajo convertido en una forma de esclavitud moderna. Ha caído la patria convertida en una impostora. Han caído la cultura, la medicina, el arte, los sistemas de enseñanza y la libertad de cátedra. Han caído todos aquellos elementos que han sustentado durante siglos la civilización occidental. La carcoma ha demolido el corazón del mueble: le generosidad, el valor, la amistad, la educación, el sentido común, la cooperación, la confianza, la imaginación, la armonía,… ya no podemos hacer nada por la mesa pulverizada. Sin embargo, podemos construir un nuevo mueble y protegerlo con ceras más humanas, con barnices más solidarios y con aceites más fraternos.
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