domingo, 12 de diciembre de 2010

EL EGOÍSMO

El egoísmo es un contravalor o defecto no porque las religiones o los sistemas morales lo califiquen así.  Si reflexionamos sobre los efectos del egoísmo, sobre las consecuencias de las actitudes egoístas, hallaremos que son sumamente negativas y que obstaculizan una natural realización del individuo. Éste necesita de manera connatural las relaciones con su entorno social y ambiental para realizarse. Todos los sistemas naturales se basan en las relaciones entre las diferentes formas de vida que los integran. Entre los vegetales y animales no hallamos el más mínimo rastro de egoísmo, por cuanto que sus conductas están perfectamente ensambladas y coordinadas con los intereses del medio que habitan e integran. Así, cuando un petirrojo se come la semilla del acebuche, lo hace para sobrevivir y, a la vez, ¡cosa curiosa!, esta conducta colma la necesidad de supervivencia  de la planta, dado que si el paseriforme no se come las semillas, éstas encuentran más dificultades para germinar.
El ser humano puede integrarse a la sociedad (que, recordemos, es otro ecosistema natural) de manera consciente y armonizar su conducta personal con las necesidades evolutivas y de desarrollo de la humanidad. Cuando así lo hace el hombre es natural; por el contrario, cuando no vive así, el hombre es egoísta y su conducta entorpece el desarrollo natural de la especie humana. Por esta razón el egoísmo es negativo en sí mismo y no necesita de la sanción religiosa o social para ser un defecto destructivo.

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