domingo, 7 de junio de 2020

La patria no tiene quien le escriba


Queremos señalar con este breve artículo la crisis de identidad por la que están pasando algunos pueblos en el mundo. La reflexión sobre este hecho va pareja a la reflexión sobre la patria, pues donde la identidad se difumina, la patria se convierte en fantasmal teoría que nada mueve y a nadie une. Ambas van juntas como van unidas patrimonialmente la pezuña del buey que tira del carro y su sombra.

A menudo, en este circo ambulante y tirano que es la actualidad, presenciamos espectáculos de patriotismo vacíos de identidad. Si a cualquiera que airea su bandera ostentosamente se le preguntara qué es ese ser nacional que corea, en un primer momento, le veríamos caer presa de una quietud acompañada de una mirada enfocada hacia el infinito, tras lo cual vendría un regreso a la carne patriótica para reafirmar su pertenencia al ser nacional y, por último, ante la incapacidad de poder dar respuesta sobre qué es ese ser nacional, una mayor agitación de brazos, voces y banderas.

Pongamos como ejemplo el ser español, pues algo podré decir con propiedad cuando mis padres nacieron en la misma tierra que Velázquez y mis apellidos entroncan con linajes de humildes herreros de Castilla y León. Por mis venas corre sangre española, aunque mi discurso nace sereno y universal, pues todas las patrias y tierras del mundo están unidas y no separadas, excepto las islas incomunicadas, que a día de hoy deben quedar menos que hombres y mujeres sensatos en política. Muchas veces me he preguntado, indagando en mi natural ascendencia y actual presencia, qué es ser español. Es difícil describir lo que uno es siempre, lo que llevamos adherido desde nuestra concepción, lo que vuela con nuestra respiración, lo que se mueve con nuestras manos, lo que impregna la letra que escribimos y el sonido que proyectamos. Siendo la aventura riesgosa y la recompensa escasa, no menos venturosa debe ser la voluntad de emprenderla a fuer de quedar preso de la impotencia. Es preferible una honrosa derrota que una huera pasividad hamacada de falsa tolerancia.

La base de la identidad española es la bronca íbera, el lance iracundo entre pueblos hermanos. ¡Qué ya desde tiempos de Indívil y la de Elche venimos afanados en batir el récord mundial de lances fraticidas! Y es que nos sobra coraje y nos falta genio. Siendo ambos atributos propios del ser español, preferimos el primero al segundo. Porque lo nuestro es recordar a nuestros antepasados y no perdonar lo que ellos no perdonaron es que no se nos caen los anillos a la hora de abroncarnos. ¡El pasado, ay, el pasado! Lo adoramos aun cuando es una piedra de molino que cargamos en el cuello y que nos impide elevar la testuz y ver más alto. De la mirada encaramada nace nuestro genio, el genio cervantino, el genio generoso, el caballeroso genio que, loco y cuerdo a la vez, es capaz de traccionar del carro de la civilización.

¡Cuántos genios españoles hemos sacrificado en el ara de la discordia! ¡Cuántos poetas, sacerdotes, madres e hijos hemos lacerado con las piedras del odio! ¡Cuántos brillantes númenes de la cultura hemos lanzado por cubierta! Nos tapamos la cara de vergüenza y, con la birra en la mano, preferimos mirar a otro lado, olvidando tanto ultraje bebiendo de la copa de la indiferencia cómplice. Ciertamente, la patria española no tiene quien le escriba. El genio permanece ocioso, dormido entre meseta y cordillera, recostado en los tajos, desentendido de los olivares y los naranjos.

Es hora de echar mano de nuestro coraje secular para liberarnos de la rencilla y promocionar el genio. Ese genio que condujo la pluma de Cervantes, el pincel de Goya, la mirada atenta sobre el microscopio de Ramón y Cajal, la lucha legítima de Clara Campoamor, el verso sabio de Alfonso X, el erótico discurso de Ortega y el trabajo de miles de ciudadanos que han impulsado el movimiento del voluntariado en el mundo. Estas son las cartas que espera España, esa España que pudo ser y no ha sido, esa España que llevamos grabada en el tuétano y en el alma.

 

Francisco Capacete

Filósofo y abogado


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