martes, 9 de junio de 2020

Mentiras de la historia (III): los romanos era "mu" malos


Seguimos destapando falsos tópicos que se han formado de la historia de la humanidad. En esta ocasión nos vamos a referir a la Roma antigua, sobre la que pesa una opinión de maldad, sangre y desenfreno.

Como me apasiona la historia suelo conversar sobre estos temas con amigos y conocidos. También es un tema que imparto en las clases de filosofía. De modo que he podido comentar con muchísimas personas el aporte de Roma al mundo. Nueve de cada diez personas tienen una imagen negativa y deformada de la civilización del Lacio. A ello han contribuido las célebres películas hollywoodienses en las que los romanos eran muy malos y los primeros cristianos muy buenos. ¡Todos conocemos el enorme daño que ha producido el cine a la historia!

Shakespeare le hace decir al personaje de Marco Antonio en su obra Julio César que el mal que hacen los hombres les sobrevive, mientras que el bien reposa con ellos en su tumba. Recordamos las facetas negativas de Roma y olvidamos todas las facetas positivas y constructivas que tuvo. Para hacer un poco de justicia vamos a sacar del baúl de los recuerdos el bien que Roma aportó a la historia.

En primer lugar, citaremos la higiene. Algunos investigadores han dicho que Roma fue la civilización de la salud por el agua. No en vano el acrónimo “spa” con la que denominamos a determinados centros de relax y salud deviene de la expresión latina Salus per Aquam. La bacanal fue algo muy excepcional en toda la historia de Roma. Los romanos eran frugales en el comer y en el beber, hasta el emperador se desayunaba con un vaso de agua. La bacanal como costumbre no fue propia de Roma, sino que lo es de nuestra sociedad contemporánea. Recordemos los festines pantagruélicos que nos damos en fechas señaladas, en domingos de reunión familiar, en celebraciones y aniversarios. Esta es una de las causas de la mala salud que sufre la población en los países ricos.

Otro elemento de valor incalculable que proporcionó Roma fue la idea de la integración de lo diferente. A nivel religioso encontramos que en la cultura romana se respetaban todas las religiones. El romano tenía su religión familiar y el estado su culto público, pero cada ciudadano tenía libertad de profesar culto a sus dioses y según sus ritos. Esta integración la vemos plasmada en el Panteón que Augusto mandó construir a Agripa. En el orden artístico y cultural, Roma se empapó de Grecia, se vistió de egipcia, se institucionalizó hispana y se coronó cristiana. Para integrar lo diferente construyó caminos que comunicaron a toda Europa y a ésta con Asia y África. La red principal de carreteras europeas sigue el trazado de las calzadas romanas. ¡Cuánto hemos aprovechado los puentes, acueductos y túneles construidos por los ingenieros romanos! Sin el trabajo disciplinado de aquellos legionarios Europa seguiría en la edad media.

¡Y qué tenemos que decir de la cultura de la huerta y el uso de las aguas subterráneas! Generaciones enteras han comido gracias al conocimiento que desarrolló Roma sobre agricultura, hidráulica, aguas freáticas y cultivo de regadío. Por otro lado, también conviene reconocer que la mayoría de centros termales fueron descubiertos por los zahoríes romanos.

La ciencia del urbanismo relaciona salud y ciudad. Este concepto de ciudad habitable es romano. Cuando tomaron contacto con el pueblo etrusco, descubrieron que sus algunas de sus ciudades seguían un trazado regular y pensaron que sería bueno inspirarse en ellas para construir los campamentos militares que, a su vez, se convirtieron en el germen de muchísimas ciudades modernas y en ejemplo para los urbanistas de los siglos XIX y XX.

Innumerables son los aspectos positivos de Roma. Aquí reseñamos un escaso puñado, pero podríamos extraer espuertas bien repletas. No obstante, me resisto a cerrar este artículo sin referirme a la filosofía romana.

El estoicismo es la filosofía netamente romana. Nacida en Grecia de la práctica de Zenón, alcanzó su cénit con las figuras de Epícteto, Séneca y Marco Aurelio, un esclavo, un abogado y un emperador. Es la filosofía práctica que estamos promoviendo los filósofos actuales para ayudar a la sociedad a salir de la crisis moral en la que está sumida. Su valor es incalculable, su practicidad inmediata y su universalidad patente.

Es cierto que Roma tuvo sus fallos y defectos, como también sus virtudes y aciertos. Como en las cordilleras, descubrimos valles y cimas. Y como en las cordilleras, en Roma descubrimos la grandeza, porque nunca cayó en el defecto de ser pequeña.

Francisco Capacete

Filósofo


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