domingo, 29 de marzo de 2020

El increíble viaje de la mariposa monarca



En el mundo natural suceden numerosos hechos que escapan a nuestra comprensión. Hay arañas que viajan a kilómetros de altitud congeladas, llevadas por las corrientes de aire de las capas frías de la atmósfera, para en un momento dado, comenzar a descender y tras el aterrizaje en lugar cálido, volver a revivir. ¿Cómo consigue el organismo de la araña morir y renacer? Es todavía un misterio que la ciencia no ha podido resolver. Los salmones que nacen en el nacimiento de largos ríos hacen un primer viaje de ida al océano y tras recorrer centenares de kilómetros en mar abierto, consiguen regresar al mismo río que les vio nacer. ¿Cómo se orientan? Los investigadores sólo cuentan con algunas hipótesis, pero no se ha obtenido la respuesta definitiva.

Otro de esos hechos enigmáticos es la migración anual de la mariposa monarca. Esta especie no puede sobrevivir a los inviernos fríos que ocurren en la mayor parte de los Estados Unidos, por lo que migran hacia el sur y el oeste cada otoño para escapar del clima invernal. La migración suele empezar en octubre, pero puede comenzar antes si el clima se vuelve frío. Aquellas que viven al este de las Montañas Rocosas, migrarán hacia México e hibernarán en los abetos oyamel, mientras aquellas que viven al oeste hibernarán alrededor del Pacific Grove, California, en los árboles de eucalipto. Las mariposas monarca utilizan los mismos árboles cada año. El enigma que plantea este hecho es que no son las mismas mariposas que estaban allí el año pasado, porque durante el año muchas mueren y otras son nacidas en esa temporada. Si bien su vida es más longeva que la de la mayoría de las mariposas,  no suelen vivir más allá de los nueve meses. ¿Cómo saben que árboles son los más adecuados para hibernar? Las mariposas monarca son el único insecto que migra cada año a una distancia de hasta ¡4.000 kilómetros!

“Las mariposas monarcas usan una brújula solar para su migración, pero la posición del sol no es suficiente para determinar la dirección correcta. Necesitan combinar la información con la hora del día para saber adónde dirigirse”, señala Eli Shlizerman, científica en la Universidad de Washington en Seattle. Aunque sus enormes y complejos ojos les permiten tomar el sol como referencia y sus antenas alojan un mecanismo de cronometraje molecular, “no entendemos cómo este reloj interno y su brújula solar se conectan de tal manera que se oriente su comportamiento de vuelo”, aclara Steven Reppert, neurocientífico en la Universidad de Massachusetts Medical School.

Los científicos no poseen el conocimiento suficiente para describir toda la realidad. No importa, a fin de cuentas la realidad siempre nos supera. El alma humana, la conciencia, el "yo", también lleva a cabo una migración maravillosa que es la vida. Durante una vida recorremos millones de kilómetros, yendo y viniendo por los mismos lugares. No vamos en pos de alimento o abrigo, vamos buscándonos a nosotros mismos. La ciencia no nos puede responder a la pregunta del ¿quién soy? No por ello debe frustrase la ciencia. No tiene todas las respuestas. El viaje es inevitable, es natural y si lo hacemos bien seguramente que terminaremos encontrando a ese Compañero inseparable que siempre va con nosotros. La inalcanzable realidad, tal vez, sea el verdadero motor que nos impulsa a saber más y a ser mejores. 

Francisco Capacete
Filósofo y abogado

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