¡Hay
tanto qué aprender de la mitología! Más allá de la presentación un tanto
absurda que nos ha llegado, los símbolos y las metáforas que contiene nos
aportan un conocimiento muy profundo de la naturaleza humana. Ya sean los mitos
greco-romanos, los chinos o los mayas, todos ellos ofrecen al lector un
panorama profundo y liberador. Las pruebas que han de superar los personajes
semi-divinos son las mismas que nos presenta la vida a los mortales. Por esta
razón, al leer esos mitos sentimos que nosotros somos el protagonista que está
enfrentando temas profundos y, al enfrentarlos, nos liberamos de la insana
tensión cotidiana.
Kairós
era en la mitología griega el tiempo propicio, la oportunidad de hacer o
conseguir algo. Representaba ese momento, a veces fugaz, en que las
circunstancias son las más favorables, en que el viento sopla en la buena
dirección y conviene aprovecharlo para iniciar la ruta hacia el buen puerto.
Era y sigue siendo ese día promisorio en el que hay que sembrar porque como ese
tardará tiempo en aparecer otro. Kairós se representaba como un joven, raudo
como Mercurio, calvo, pero con un mechón de pelo, para poder atraparlo cuando
pasara por delante. De ahí proviene el dicho “la ocasión la pintan calva”. Si
pasaba por delante Kairós y no se le agarraba por el mechón, lo que se veía
tras él era el arrepentimiento.
Por
circunstancias ajenas a nuestra voluntad nos vemos forzados a pasar mucho más
tiempo del habitual encerrados en nuestras casas. Esta situación nos viene dada
desde fuera y las autoridades cuidan que el confinamiento sanitario se cumpla.
Si todos hacemos lo que se recomienda es muy probable que la situación de
alarma termine pronto y, lo más importante, se ataje la propagación del virus y
las muertes que está acelerando. Cuando una circunstancia nos llega de imprevisto
suele ser un kairós, una oportunidad, un tiempo propicio. Sólo hay que saber
leer un poco entre líneas para averiguar a qué buen puerto nos puede llevar.
Ahora
tenemos más tiempo para estar cerca de nuestra familia o compañeros de piso.
Esto es un hecho objetivo. ¿Qué podemos hacer que generalmente no hacemos?
Pasar más tiempo juntos. Este es otro hecho objetivo. Y, ¿de qué nos quejamos
habitualmente respecto a nuestra familia? De que no nos entendemos, de que la
convivencia se resiente, de que no nos conocemos realmente a pesar de que
llevemos equis años compartiendo el mismo techo. A veces descubrimos con cierto
terror que nuestro hijo no es el mismo y no nos hemos dado cuenta, que han
pasado los años y no los hemos aprovechado para lo más importante: las personas
¿Cuál es el kairós que nos trae este tiempo de confinamiento?
Conviene
no dejar pasar la ocasión para hablar más con nuestra familia, con nuestro
hijo, con nuestra madre, con nuestra abuela o con nuestra amiga. Pero, ¡de qué
vamos a hablar! ¡Si no hay nada que hacer, solamente podremos hablar del
maldito coronavirus ese! Y para eso mejor no hablar. Ya estamos hartos de tanta
virología. Aquí está la cuestión, de qué vamos a hablar. De nosotros mismos. Si
hablamos de nosotros mismos nos conoceremos mejor. Tal vez descubramos cosas de
los demás que ignorábamos y que nos permitan convivir mejor. ¿Sabemos cuáles
son los miedos de nuestros hijos? Hablémoslo porque es muy posible que nos diga
que tiene miedo a defraudarnos y, entonces, podremos explicarle que nunca nos
va a defraudar y que lo que más valoramos de él es que sea él mismo.
Nos
viene encima un alud de propuestas online para hacer en casa. Esto es terrible.
Al final, acabaremos cada uno frente a una pantalla, cada uno en una zona de la
casa. Dicen los informativos que se va a aumentar el número de divorcios. ¡Qué
triste, que no podamos estar juntos! Disponemos de millones de cosas para hacer
en internet, lecturas, juegos de rol, quedadas virtuales, sesiones de gimnasia,
etc. Todo eso está bien, sobre todo, porque muchas de esas propuestas provienen
de la generosidad. Ahora bien, acordémonos de kairós y aprovechemos la
oportunidad de conocer mejor a nuestra familia, de mejorar la convivencia y de
hacer menos cosas para hacerlas mejor. Podemos aprovechar para pedir perdón,
para reconocer el esfuerzo cotidiano de quienes nos acompañan en el camino de
la vida o para conversar con uno mismo.
¡Gracias
kairós por este tiempo propicio!
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