jueves, 26 de marzo de 2020

Tiempos propicios




¡Hay tanto qué aprender de la mitología! Más allá de la presentación un tanto absurda que nos ha llegado, los símbolos y las metáforas que contiene nos aportan un conocimiento muy profundo de la naturaleza humana. Ya sean los mitos greco-romanos, los chinos o los mayas, todos ellos ofrecen al lector un panorama profundo y liberador. Las pruebas que han de superar los personajes semi-divinos son las mismas que nos presenta la vida a los mortales. Por esta razón, al leer esos mitos sentimos que nosotros somos el protagonista que está enfrentando temas profundos y, al enfrentarlos, nos liberamos de la insana tensión cotidiana.

Kairós era en la mitología griega el tiempo propicio, la oportunidad de hacer o conseguir algo. Representaba ese momento, a veces fugaz, en que las circunstancias son las más favorables, en que el viento sopla en la buena dirección y conviene aprovecharlo para iniciar la ruta hacia el buen puerto. Era y sigue siendo ese día promisorio en el que hay que sembrar porque como ese tardará tiempo en aparecer otro. Kairós se representaba como un joven, raudo como Mercurio, calvo, pero con un mechón de pelo, para poder atraparlo cuando pasara por delante. De ahí proviene el dicho “la ocasión la pintan calva”. Si pasaba por delante Kairós y no se le agarraba por el mechón, lo que se veía tras él era el arrepentimiento.

Por circunstancias ajenas a nuestra voluntad nos vemos forzados a pasar mucho más tiempo del habitual encerrados en nuestras casas. Esta situación nos viene dada desde fuera y las autoridades cuidan que el confinamiento sanitario se cumpla. Si todos hacemos lo que se recomienda es muy probable que la situación de alarma termine pronto y, lo más importante, se ataje la propagación del virus y las muertes que está acelerando. Cuando una circunstancia nos llega de imprevisto suele ser un kairós, una oportunidad, un tiempo propicio. Sólo hay que saber leer un poco entre líneas para averiguar a qué buen puerto nos puede llevar.

Ahora tenemos más tiempo para estar cerca de nuestra familia o compañeros de piso. Esto es un hecho objetivo. ¿Qué podemos hacer que generalmente no hacemos? Pasar más tiempo juntos. Este es otro hecho objetivo. Y, ¿de qué nos quejamos habitualmente respecto a nuestra familia? De que no nos entendemos, de que la convivencia se resiente, de que no nos conocemos realmente a pesar de que llevemos equis años compartiendo el mismo techo. A veces descubrimos con cierto terror que nuestro hijo no es el mismo y no nos hemos dado cuenta, que han pasado los años y no los hemos aprovechado para lo más importante: las personas ¿Cuál es el kairós que nos trae este tiempo de confinamiento?

Conviene no dejar pasar la ocasión para hablar más con nuestra familia, con nuestro hijo, con nuestra madre, con nuestra abuela o con nuestra amiga. Pero, ¡de qué vamos a hablar! ¡Si no hay nada que hacer, solamente podremos hablar del maldito coronavirus ese! Y para eso mejor no hablar. Ya estamos hartos de tanta virología. Aquí está la cuestión, de qué vamos a hablar. De nosotros mismos. Si hablamos de nosotros mismos nos conoceremos mejor. Tal vez descubramos cosas de los demás que ignorábamos y que nos permitan convivir mejor. ¿Sabemos cuáles son los miedos de nuestros hijos? Hablémoslo porque es muy posible que nos diga que tiene miedo a defraudarnos y, entonces, podremos explicarle que nunca nos va a defraudar y que lo que más valoramos de él es que sea él mismo.

Nos viene encima un alud de propuestas online para hacer en casa. Esto es terrible. Al final, acabaremos cada uno frente a una pantalla, cada uno en una zona de la casa. Dicen los informativos que se va a aumentar el número de divorcios. ¡Qué triste, que no podamos estar juntos! Disponemos de millones de cosas para hacer en internet, lecturas, juegos de rol, quedadas virtuales, sesiones de gimnasia, etc. Todo eso está bien, sobre todo, porque muchas de esas propuestas provienen de la generosidad. Ahora bien, acordémonos de kairós y aprovechemos la oportunidad de conocer mejor a nuestra familia, de mejorar la convivencia y de hacer menos cosas para hacerlas mejor. Podemos aprovechar para pedir perdón, para reconocer el esfuerzo cotidiano de quienes nos acompañan en el camino de la vida o para conversar con uno mismo.

¡Gracias kairós por este tiempo propicio!



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