Paradójicamente, muchas personas que consumen carnes
orgánicas o de corral porque quieren alimentarse de una manera más ética,
compran cuero barato. Esto no tiene sentido: si no te metes un bistec de un
desdichado animal, ¿por qué comprar su piel? Dado que gran parte del cuero que
utilizamos proviene de países donde el bienestar animal está a la cola de las
prioridades, no creas que el animal del que proviene tu bolso llevaba una vida
feliz.
Desde
ropa y accesorios como cinturones y bolsos, hasta sofás y asientos de
automóvil, el cuero se encuentra en todas partes. A la mayoría de las personas
se les hace creer que el cuero es simplemente un "residuo" de la
industria de la carne y que si no lo usamos se desperdiciará. Este es un
concepto erróneo muy común. La verdad es que gran parte del cuero que se vende
proviene de animales sacrificados principalmente por sus pieles.
La mayoría del cuero proviene de vacas de la India. Como este país prohíbe la
matanza de vacas, se las fuerza para que mueran de agotamiento. Son forzadas a
soportar viajes brutales y agotadores donde se enfrentan a un fin inimaginable.
Cuando son transportadas en tren, se amontonan hasta 900 vacas en un vagón con
una capacidad máxima de 80 a 100 animales, por lo que entre 400 y 500 llegan
muertas. En algunas rutas, las vacas son atadas y transportadas a pie. No se les
permite descansar ni beber, y los trabajadores las golpean y les frotan
pimientos picantes y tabaco en los ojos, en un cruel esfuerzo por mantenerlas
en movimiento. El cuero más suave y lujoso proviene de la piel de las crías
recién nacidas o incluso por nacer, extraídas prematuramente de los úteros de
su madre, una práctica que causa dolores y sufrimiento extremo a las vacas
madres.
No son solo las vacas las que sufren la crueldad de la
industria del cuero. Cabras, cerdos, ovejas, corderos, caballos, ciervos,
canguros, serpientes, caimanes y elefantes también se encuentran entre las víctimas.
Quizás aún más alarmante es el hecho de que China, el principal exportador de
cuero del mundo, despelleje aproximadamente dos millones de perros y gatos cada
año. Esta piel no se distingue a simple vista, y no existen obligaciones actuales
de los minoristas de etiquetar el país o la especie de origen de la prenda de
cuero, por lo que es imposible rastrear el origen de un artículo con precisión.
Al contrario de lo que se piensa, el cuero no es un subproducto.
Los animales que se usan para hacer cuero no se matan primero para producir
carne. Para las variedades exóticas de cuero, como el avestruz, la demanda de
la piel es lo primero y la carne se vende como subproducto. La multimillonaria industria
de la carne se beneficia de algo más que la carne de los animales: el cuero es
un co-producto de la industria cárnica. Esto significa que comprar cuero
contribuye directamente al sufrimiento de los animales en granjas industriales
y mataderos. La gran mayoría de los animales sacrificados por su piel soportan
todos los horrores de las granjas industriales, incluido el confinamiento
intenso, mutilaciones dolorosas, privaciones y tratos crueles durante el
transporte y sacrificio.
Al igual que no se puede identificar qué animal se usó
para hacer una chaqueta o un sombrero, no se puede rastrear de dónde proviene ese
cuero y, como resultado, cómo se trató al animal antes de ser sacrificado por
su piel. Además, las pieles se mueven a través de las casas de subastas
internacionales y se compran y distribuyen a fabricantes de todo el mundo, y
los productos terminados a menudo se exportan. Incluso si la etiqueta de una
prenda dice que fue fabricada en un país europeo, los animales probablemente
fueron criados y sacrificados en otra parte, posiblemente en una granja en
China, donde no hay sanciones por abusar de los animales.
Pero el sufrimiento animal no es el único efecto negativo
de esta industria porque el proceso de curtido de cuero es increíblemente
tóxico. La mayoría se curte con cromo, un carcinógeno que acaba contaminando
los pulmones de los trabajadores y las aguas. Aunque podría curtirse con tintes
vegetales no tóxicos, el cromo es más rápido y produce un cuero flexible que es
mejor para hacer bolsos y abrigos de alta gama, lo que no es un aliciente para
cambiar. El proceso también requiere grandes cantidades de energía, lo que lo
hace terrible para el medio ambiente en general. Los artículos de cuero se
fabrican de la manera más barata posible en partes del mundo donde el bienestar
de los trabajadores no es una prioridad. En Pakistán, se estima que el 13 por
ciento de los niños menores de 14 años trabaja, y de ese grupo, el 9,3 por
ciento están empleados en la industria del curtido del cuero.
La alternativa existe. Hace ya tiempo que se fabricó un
cuero “falso” que parece y tiene un tacto real. Hecho con cáñamo, algodón,
fibras sintéticas o caucho reciclado, existen una gran cantidad de compañías
especializadas en ropa y accesorios fabricados sin dañar a un solo animal. Si
no quieres contribuir a la brutal industria del cuero, no tienes que hacerlo.
Hay alternativas sin crueldad disponibles, tanto naturales como sintéticas. Al
comprar cualquier producto, lee siempre la etiqueta y haz lo posible para
apoyar a las empresas éticas que se preocupan por su impacto en el planeta.
Puedes elegir.
Rocío Juan, activista.
Francisco Capacete, especialista en derecho
animal
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