jueves, 10 de enero de 2019

EXTREMISMO POLÍTICO


Desde hace unos años se han ido consolidando en Europa unas formaciones políticas que se han denominado de extrema derecha. Amanecer Dorado en Grecia, Liga Norte en Italia, el Partido del Pueblo y el Partido de la Libertad en Austria, Vlaams Belang en Bélgica, Alternativa por Alemania en este país, Agrupación Nacional en Francia, son algunos ejemplos. También en Brasil la extrema derecha de Bolsonaro ha emergido con fuerza alcanzando la presidencia del estado.

A estas formaciones se las ha etiquetado de extrema derecha, conteniendo esta denominación una fuerte carga negativa. Es como si fueran un peligro para la sociedad, una lacra que hay que contener y destruir. Pero dejemos el miedo y las emociones de lado y veamos qué es lo que proponen realmente. Al estudiar sus respectivos programas electorales vemos que tienen en común algunos temas: mayor control de la inmigración, centralismo del estado, defensa de la identidad nacional, mayor represión de la delincuencia y del terrorismo.
Y ahora, preguntémonos, ¿aumentar el control de la inmigración ilegal es bueno o es malo? Dependerá de cómo se lleve a cabo ¿Es contrario al Estado de Derecho? Como jurista puedo afirmar que no. Lo que pone en alerta a algunos es la propuesta de expulsión de todos los inmigrantes ilegales. Tampoco esto es contrario a nuestro Estado de Derecho porque, sin ir más lejos, la actual ley de extranjería no sólo lo permite, sino que obliga a ello. Podremos estar de acuerdo o no con esta medida, pero no podemos afirmar que es un atentado a nuestro actual modelo de estado. No siendo una propuesta ilegal ni contraria a la constitución, los ciudadanos tienen el derecho de votar a aquella formación política que les presente esta posibilidad si la consideran adecuada para la defensa de sus intereses. Y este derecho sí que es fundamental y tenemos que respetarlo.
Defender un estado centralista es una opción legítima, si bien, en el caso de España, desde mi punto de vista personal es una medida que produciría más problemas que beneficios. Hay ciudadanos que prefieren que el estado central tenga más poder y hay ciudadanos que prefieren que las autonomías tengan más competencias. Ambas opciones entran dentro del marco político y tenemos que poder convivir con nuestras diferencias. Dejemos claro que, en el caso español, no hay ninguna formación de extrema derecha que promueva la supresión del estado de las autonomías, lo cual sí sería contrario a la Constitución.
La defensa de la identidad nacional no es un tema de derechas ni de izquierdas. De hecho, hay formaciones políticas de izquierdas que defienden la identidad nacional en sus respectivas comunidades autónomas.
Y en cuanto a defender una mayor represión de la delincuencia y del terrorismo pienso lo mismo que en el punto anterior, no es un tema ideológico, sino una propuesta práctica, instrumental, que quiere responder a la sensación de impunidad que existe en una buena parte de la población.
Cuando determinadas corrientes de opinión alertan sobre los peligros de la extrema derecha sin explicar que todos los ciudadanos tienen derecho a defender sus propias ideas, siempre y cuando sean respetuosas con las leyes y los principios constitucionales, lo que están difundiendo es la más aberrante de las ideas tiránicas: el pensamiento único.
De lo que tenemos que defendernos es del extremismo político. Síntomas de este extremismo son: creer que la propia ideología es la mejor, no saber dialogar, dar prioridad al partido sobre los intereses de los ciudadanos, la lucha por el poder, la corrupción política, el abuso de acusaciones en las intervenciones parlamentarias, la legislación inútil, la falta de integridad moral de los políticos, la hipocresía y la manipulación de la opinión pública, las mentiras electorales, el despilfarro del dinero público, el mantener a los ciudadanos en la incultura, el gastar dinero público en armas en lugar de libros, el enfrentar y dividir a los ciudadanos en lugar de promover la convivencia pacífica, la falta de transparencia. Toda aquella acción o actitud por parte de los políticos que hacen de la política una farsa es extremismo. Y en este extremismo político el que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
Tal vez, lo que asusta del ideario de las formaciones políticas de extrema derecha es la rotundidad de sus propuestas. Usan un lenguaje definido para explicar lo que son y lo que piensan. Estamos ante formaciones políticas de ideología definida. Esta imagen definida, fuerte y rotunda ha calado en un sector de la población nada despreciable. Los políticos han venido considerando desde hace más de medio siglo que la política es el arte de la oportunidad. ¿Qué pueden reprocharles a los partidos de ideología definida si han hecho lo mismo que ellos, aprovechar la oportunidad?

Francisco Capacete González
Abogado y filósofo

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