martes, 11 de septiembre de 2018

¿Adónde nos llevan las guerras?


¿Adónde nos llevan las guerras que todavía hay en el mundo? ¿Adónde nos conduce la lucha por el petróleo, los diamantes y las rutas comerciales? ¿Somos conscientes del estado al que nos conduce esta discordia sanguinaria? Si pudiéramos visualizar, aunque fuera por un instante, las graves consecuencias de este mundo en guerra, gritaríamos desconsolados para impedirlo. Actualmente, millones de jóvenes son obligados a matar y a dejarse matar en Siria, República Centroafricana, Sudán del Sur, Yemen, Colombia, Palestina, Israel, Irak, Ucrania, Birmania, Afganistán, Argelia, Chad, Etiopía, Filipinas, India, Nigeria, Pakistán, República del Congo, Rusia, Somalia, Sri Lanka, Tailandia, Turquía, Uganda. El número de refugiados, es decir, de personas civiles que se ven obligadas a dejar sus casas se cuenta por millones y ha superado el número de refugiados de la II Guerra Mundial. La cantidad de muertos también ha superado a los causados en las Grandes Guerras. Parecía imposible, pero lo hemos conseguido y este récord no aparece en el libro Guinness porque nadie se hace responsable de ello. Se han realizado muchos esfuerzos internacionales para disminuir los conflictos armados y no ha sido suficiente. Entonces, debemos preguntarnos qué está fallando. A pesar de estar tratando de solucionar esta grave lacra, la lacra aumenta su tamaño y ferocidad. La solución no está funcionando o, al menos, no a la velocidad que deseamos. Esto significa, inevitablemente, que la guerra se va a ir extendiendo cada vez más. Hasta ahora los centros de poder económico han conseguido ubicar las luchas armadas en países discriminados y pobres para poder comprarlos a bajo precio. Hasta ayer pensaban que siempre iba a ser así, pero se equivocaban, las guerras se acercan cada vez más a los países ricos. De hecho, ya están dentro los núcleos bélicos: los terroristas. Ningún país rico se ha liberado del terrorismo, cuyas causas son las mismas que las de las guerras. Quieren hacernos creer que los actos terroristas son provocados por el fanatismo religioso. Falso. El terrorismo internacional persigue también controlar la economía y las fuentes de poder ¡Ya tenemos la guerra en casa! ¡Ya hay gente que muere despiadadamente! Y esto va a más. Hemos sembrado guerra y lo que recogeremos es guerra.
¿Cuál es el mundo al que nos encaminamos? ¡Míralo directamente si te atreves! Niños huérfanos en las calles, criaturas indefensas pasando hambre todos los días; jóvenes a los que se les quiebra el alma cuando ven que han apretado el gatillo y otro cuerpo se desploma en el polvo, jóvenes convertidos en monstruos de matar; adultos que comercian con los restos humanos, adultos que sobrevuelan los tejados de las casas y dejan caer bombas que aniquilan a sus moradores; hombres y mujeres arrastrando sus miserias clamando con voces desgarradas por un trozo de pan; ancianos que ven horrorizados cómo queman los campos que tanto esfuerzo les llevó cultivar; abuelos que no entienden qué hicieron mal…
Esto es lo que actualmente está sucediendo en todos aquellos países que están en guerra. ¿Queremos que nos pase también a nosotros? Entonces hagamos porque no le suceda a nadie.
Platón enseña que la guerra entre estados se inicia, como todas las cosas, con pequeños actos de discordia entre particulares; cuando la discordia crece y se expande entre los hombres, los estados entran en fase de odio mutuo y se enfrentan con toda su fuerza. Esta es la causa de muchos conflictos entre países, religiones, naciones y minorías étnicas. Sí que podemos hacer cosas para evitar las guerras: eliminar la discordia. Esto sí que está a nuestro alcance. Construir un mundo sin guerras es posible, hay que destruir las armas y usar las herramientas éticas que son los valores humanos. Uno de ellos, el más poderoso, es la concordia, “corazón con corazón”. Vivamos juntando nuestros corazones. No se trata tan solo de llevarse bien, sino de descubrir que los seres humanos siempre marchamos juntos. De cada uno depende marchar destruyendo o construyendo.

Francisco Capacete González
Abogado y filósofo

No hay comentarios: