sábado, 19 de septiembre de 2020

El Estado sale al rescate



Ya prácticamente nadie recuerda el rescate de la banca española que se realizó como consecuencia del agujero financiero que provocaron intencionadamente las entidades bancarias y que tuvo su momento más agudo en 2008. Las negociaciones comenzaron en junio del 2012 y en diciembre ya estaba todo arreglado. Seis meses para un proceso muy complicado en el que participaron la comunidad europea, el estado español, auditores internacionales, entidades bancarias, se crearon organismos como el FROB y el SAREB, todo ello en un tiempo récord. Todos los mecanismos administrativos de varias instancias se pusieron a trabajar a destajo para que la banca española no terminara en la uci por insolvencia aguda. El Estado salió al rescate de unas empresas privadas con un frenesí digno de súbditos que adoran a sus dueños.

Desde el estado de alarma, el Estado ha tenido que salir al rescate de otras empresas privadas y de los trabajadores que están padeciendo los efectos, no de su avaricia –como fue el caso de la banca-, sino de una pandemia que nadie podía prever.

¿Cuánto tiempo durarán las negociaciones y cuánto tiempo tardará el estado en pagar los ERTES a los trabajadores? ¿Trabajará tan duro como lo hizo con la banca? ¿Se coordinarán las diversas administraciones para lograr el objetivo lo antes posible? Las respuestas, desgraciadamente, son negativas. Llevamos más de seis meses y todavía se están negociando las prórrogas de los ERTES. La administración central y las administraciones autonómicas se enfrentan y no se ponen de acuerdo. Aunque en junio el Gobierno aseguraba que de los casi tres millones y medio de trabajadores afectados por ertes sólo quedaban unos trescientos mil por cobrar, otros agentes sociales y políticos lo desmentían y hablaban de un millón. Pero, más allá de los datos publicados en boletines y entrevistas, en la calle se escuchaban y se siguen escuchando las voces de aquellos trabajadores que siguen mirando con esperanza sus cuentas bancarias, para saber si se les ingresa la paga prometida. ¡Espero que no tengan que esperar tanto como el pueblo hebreo para pisar la tierra prometida!

En junio el CSIF (Central Sindical Independiente y de Funcionarios) pedía al Gobierno que aumentara la plantilla de funcionarios para tramitar los ERTES que iban llegando y los que presentaban irregularidades ¿Creen ustedes que el Gobierno hizo lo mismo que con la banca, que creó dos entidades ex profeso (FROM y SAREB) para coordinar el rescate y sus consecuencias? No lo crean, ni un solo funcionario más de los que ya estaban adscritos a los servicios de tramitación de los ERTES. No se ha creado ninguna oficina especial, no se ha asignado ningún funcionario extra, los teléfonos de cita previa no funcionan o están colapsados y las páginas web no tienen respuestas concretas.

¿Cómo es posible que la Administración pública –da igual el partido que gobierne- implemente toda una serie de medidas e instrumentos para salvar a la banca en un tiempo récord y que no haga lo mismo para salvar a los trabajadores? Esta es una cuestión de intenciones, no de imposibilidades legales ni procedimentales. Y es que los partidos políticos tienen sus favoritos, todos ellos prefieren a la banca, a las eléctricas, a las farmacéuticas, etc., antes que a los trabajadores. Esto es un hecho, se diga a voces o no.

Los partidos que integran el Gobierno del Estado cambian cada equis elecciones. Se van turnando la derecha y la izquierda regularmente, rítmicamente, diríase consensuadamente, alternándose políticas que de cara a la galería parecen más liberales unas y más sociales otras. Sin embargo, en las cocinas y cloacas del Gobierno se cuecen las mismas intrigas, los mismos ocultos proyectos, las mismas absurdas medidas, los mismos corruptos propósitos. Da igual el partido que gobierne, el palacio sigue oliendo a podredumbre.

La Política no es esto. La Política es la ciencia y el arte de conducir a los ciudadanos hacia un ideal de justicia que podemos llamar “civilización”. Una civilización es una sociedad que tiene conciencia de su propia identidad integrando las diferencias y los matices en un proyecto común. La Política tiene más de filosofía que de economía porque necesita de ideas claras y elevadas para servir a todos los ciudadanos sin excepción. Un Político es un ciudadano que ha aprendido a conducirse a sí mismo y, por esta razón, puede ayudar a conducir a los demás. Es una persona austera, sencilla, digna, independiente de los poderosos y de los miserables, afable con los gobernados, sensible con los desfavorecidos, tajante con los injustos y dialogante con los países vecinos. Confucio lo describió con el ideal del Ju y Platón con el ideal del Guardián. Ambos explicaron que un verdadero Político sirve exclusivamente a la Justicia y a su Pueblo.

Francisco Capacete González

Abogado y Filósofo