domingo, 23 de abril de 2017

¿Puedo jugar con vosotros?

Desde hace muchos años vengo llamando la atención sobre el error fundamental de la teoría darwiniana y su vástago, la teoría neodarwiniana, que supone considerar la competencia un factor clave de la evolución. Y no es difícil demostrarlo porque en la naturaleza encontramos muchos más casos de colaboración que de competencia. Es claro que las imágenes de machos mamíferos luchando entre ellos en la época de celo son muy ilustrativas y casi demoledoras de cualquier otro intento de explicación. No obstante, son casos aislados comparados con los otros millones de especies que no compiten, sino que colaboran y sobreviven.
Hace pocos días, mientras jugaba con unos amigos a voleibol en el Parc de Sa Riera, se nos acercaron dos jóvenes de unos doce o trece años de edad y uno de ellos nos preguntó: “¿puedo jugar con vosotros?”. Nos alegró mucho compartir el entrenamiento con él. Rápidamente se integró en el grupo y ejecutamos jugadas francamente buenas. Al cabo de unos quince minutos volvimos a escuchar: “¿puedo jugar con vosotros yo también?”. Era el otro jovencito –el más tímido- que, habiéndose cerciorado del buen clima que había en la pista y venciendo la traba de la vergüenza, se moría de ganas de participar del juego. Les explicamos que en el deporte, como en la vida, no se trata de competir, sino de colaborar para alcanzar la excelencia (la aretḗ de los griegos); que si cada uno comparte lo mejor de sí mismo con los demás, todos salimos ganando y que el resultado más válido del partido es disfrutar de ser un equipo y no la victoria de unos sobre otros.
Nos escuchaban con los ojos entornados como cuando la luz es demasiado intensa, como si lo que oían fuera un espejismo. Nunca nadie les había hablado así del deporte ni de la vida. Y aunque el pasmo interior no les dejó dar las gracias, sé que volvieron a casa con un sentimiento de agradecimiento profundo y verdadero. ¡Qué alegría escuchar de unas personas mayores palabras tales! Así confirmábase para ellos lo que es duda para tantos jóvenes: no es necesario competir con los demás para vivir bien. ¡Cuántos jóvenes se sienten frustrados ante el adocenado futuro que les promete la sociedad actual! Un futuro distópico, sangriento y cruel, apocalíptico, en la que unos zombis saltan sobre otros zombis para chuparles la sangre. ¿Acaso no es esta la imagen más clara de las consecuencias de la salvaje competencia en el mercado laboral entre seres humanos que, más que personas, parecen muertos vivientes? No es de extrañar que los adolescentes se distancien y no quieran saber nada de ese plan que los mayores les proponen. Es comprensible que busquen evadirse de tan nefasto plan con el alcohol, los juegos virtuales o la crueldad.

Afortunadamente, las nuevas generaciones quieren construir un mundo mejor porque el presente no les basta. Sienten en su corazón que las relaciones humanas deben ser más naturales y los nuevos descubrimientos que permiten una mejor comprensión de las leyes de la naturaleza les confirman que su deseo no es locura, sino clara intuición. En la naturaleza no hay izquierdas ni derechas, ni buenos ni malos, ni privilegiados ni desheredados, hay cooperación de todos con todos. No hay pérdidas ni ganancias, ni victorias ni fracasos, hay evolución sincronizada, destino creativo en el que incluso los antepasados arriman el hombro para bien de todos.
Francisco Capacete
Filósofo y abogado

jueves, 20 de abril de 2017

Cómo se fabrica una mentira

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) ha hecho público el Informe sobre la VIII encuesta de la percepción social de la ciencia y la tecnología, llevada a cabo entre el 20 de octubre y el 10 de diciembre del 2016. Esta encuesta ha recogido las sensaciones que algunos sectores de la población tienen sobre algunos aspectos relacionados con la ciencia y la tecnología. Han contestado más de seis mil personas a una serie de preguntas relacionadas con su percepción subjetiva y personal.
Me llama poderosamente la atención que uno de los apartados de la encuesta verse sobre una serie de temas tan diferentes entre sí como la suerte, el horóscopo, los curanderos, la acupuntura, la homeopatía y los fenómenos paranormales, y que se agrupen bajo la rúbrica de “pseudociencias”. ¿Qué tienen que ver métodos médicos de probada eficacia como la acupuntura y la homeopatía con los números de la suerte? Es como meter en un mismo saco El Quijote, una sandía, un sextante, un ratón y una tarjeta de crédito y etiquetarlo con el nombre de “pseudocosas”. Esta metedura de pata que podría hacernos suponer que los redactores de la encuesta han cometido una falta de cultura general, me indica que hay gato encerrado. Con esta encuesta se ha fabricado, intencionalmente, una mentira.
Veamos cómo ha sido la cosa. La encuesta realizada tiene una intención clara de menoscabar a métodos alternativos a los fármacos como son la homeopatía y la acupuntura. Pero como estas disciplinas médicas son métodos de comprobadísima eficacia –y muchos médicos lo saben- para hundir su imagen se las coloca al lado de los números de la suerte, los curanderos y los horóscopos. Aquí ya tenemos la primera manipulación de la opinión pública. La homeopatía se desarrolló en Alemania hace más de 200 años y se ha aplicado con un tanto por ciento muy elevado de éxito en muchísimos países. En los estados de Arizona, Connecticut y Nevada, los profesionales médicos pueden obtener licencia para practicar la homeopatía, estando reconocida como medicina alternativa. Como método médico se fundamenta en el principio de correspondencia, en las propiedades relacionantes de los biofotones descubiertos por el profesor Fritz-Albert Popp, en la Teoría del Campo desarrollada a la luz de la Teoría de la Relatividad y la Física Cuántica y a las propiedades curativas de los elementos minerales y vegetales que todas las tradiciones del mundo han descubierto. Por otro lado, la acupuntura es uno de los métodos curativos y paliativos más antiguos de la medicina, usado desde hace como mínimo tres mil años en toda Asia. En China hay facultades de medicina dedicadas a la acupuntura. Cientos de miles de pacientes tratados con esta técnica han visto curadas sus dolencias. La Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. incluye la acupuntura en las medicinas alternativas para paliar el dolor, reconociendo su eficacia como alternativa al consumo constante de fármacos analgésicos. Por lo tanto, la acupuntura tampoco es una pseudociencia. ¿Por qué en el informe y en la encuesta se las trata de ese modo?
Curiosamente, son miembros del Consejo Científico y Tecnológico de la FECYT las empresas Merck Sharp & Dohme (MSD) y Laboratorios Farmacéuticos ROVI. Por supuesto que a estas poderosas empresas farmacéuticas no les interesa ningún tipo de métodos que curen sin fármacos, porque entonces venderían menos y obtendrían menos beneficios. Estoy completamente seguro que su interés ha presionado para que en la encuesta y en el informe se hayan incluido la homeopatía y la acupuntura en el apartado de pseudociencias para influir en la opinión pública de manera negativa. Recordemos que varios investigadores han alertado sobre las mentiras del negocio de las farmacéuticas y cómo muchísimos medicamente quitan más salud de la que dan.
La encuesta no solo recoge la percepción de un tanto por ciento de la población -seis mil de cuarenta millones-, también persigue generar opinión. Esta es la segunda fase de la fabricación de una mentira. Y aquí es donde entran los medios de comunicación. Los diarios han publicados informaciones como esta: “Los españoles no creen en horóscopos, fenómenos paranormales ni en curanderos, pero sí confían en otras pseudociencias como la acupuntura o la homeopatía. La encuesta del Gobierno que periódicamente pulsa el nivel de conocimiento científico de los ciudadanos revela un dato preocupante: más de la mitad confía «mucho», «bastante» o «algo» en la homeopatía y la acupuntura, pese a que ninguna de estas disciplinas ha demostrado su eficacia desde un punto de vista científico”. Esta información es doblemente falsa. En primer lugar, el dato no es preocupante. Ninguno de los encuestados ha dicho eso. Son más preocupantes, según la encuesta, la energía nuclear o la clonación. Es más, el informe dedica al tema de las pseudociencias 20 de las 417 páginas que tiene.  En segundo lugar, estas dos disciplinas sí que han demostrado su eficacia y su base científica.
Y ya tenemos creada una mentira. Ven qué fácil. Los ingredientes básicos son una institución financiada por intereses mercantiles, una encuesta con preguntas que contienen en sí las respuestas deseadas y unos medios de comunicación sensacionalistas o alarmistas.
Cuando leo este tipo de noticias tergiversadas me apeno profundamente. No puedo dejar de sentir que se trata a los ciudadanos como a niños a quienes hay que asustar con brujos y lobos para que no sean rebeldes y se coman la sopa. ¡Mucho cuidado con la homeopatía, la acupuntura, la astrología, el yoga, la hipnosis, el magnetismo o mesmerismo, la quiropráctica, etc.! ¡No creáis en estas pseudociencias porque os pueden hacer mucho daño! ¡Creed en la moderna ciencia que ha matado a millones de personas con las bombas químicas, que controla nuestra privacidad con los satélites espías, que envenena los mares con los residuos nucleares, que nos meten en el cuerpo sustancias letales bajo la promesa de una curación inmediata, que nos robotiza con los dispositivos electrónicos, etc.!

El problema no está en unas ciencias u otras. El problema está en el uso que se haga de ellas. Y a día de hoy, se ha abusado mucho más de las llamadas ciencias que de las ciencias alternativas.
Francisco Capacete
Abogado y filósofo