lunes, 7 de diciembre de 2015

El delito de maltrato animal y los espectáculos taurinos

A veces las cosas son tan evidentes que pasan desapercibidas ¿A quién no le ha pasado no ver las llaves que se encontraban delante de sus narices? Algo semejante está pasando en el mundo jurídico con el delito de maltrato animal y los espectáculos taurinos. Prácticamente todos los abogados, jueces y fiscales piensan que los maltratos de toros en  fiestas legalmente autorizadas no constituyen un delito de maltrato animal tipificado en el artículo 337 del Código Penal. Y se mantiene esta creencia porque en este artículo se castiga la producción de lesiones graves o la muerte de una animal cuando es injustificada (también se castiga la explotación sexual pero no viene al caso en este artículo). Y, claro, la mayoría piensan que la fiesta de los toros es una tradición tan española, de tan arraigada costumbre, que cuando el legislador introdujo el adverbio de modo “injustificada”, estaba pensando, entre otros supuestos, en los espectáculos taurinos.
Sin embargo, esta interpretación no es la correcta porque genera graves contradicciones. La primera es que si una persona lesiona gravemente o mata a un toro de lidia fuera de una plaza, en un contexto que no sea una corrida autorizada, comete el delito del artículo 337, mientras que si realiza la misma conducta en una plaza de toros, en un espectáculo organizado con todos los requisitos que manda la ley, no lo comete. El hecho es el mismo, el resultado también, pero la consecuencias no. Pero, ¿qué es lo que cambia? Que lo primero se hace a solas y lo segundo no. Resultaría que las leyes protegen, no a los toros, sino el goce de los espectadores, pero esto no es posible. Pero, y si las lesiones o muerte del toro se realiza en una fiesta pública no autorizada, ¿se comete delito de maltrato animal? En este caso estaríamos sin duda alguna ante la comisión del delito. De modo que cuando se interpreta que las lesiones o muertes justificadas de un toro se dan en el ámbito de una corrida autorizada legalmente, en una plaza de toros que cuenta con los permisos y autorizaciones pertinentes, en el fondo lo que se está protegiendo, no es la fiesta sino el negocio, la actividad mercantil, la recaudación de la empresa taurina.
Si el legislador hubiera querido proteger la fiesta de los toros como costumbre, tradición cultural o fenómeno etnológico, lo habría incluido expresamente en el texto del artículo 337 o en alguna disposición adicional, tal y como sucede en el delito de aborto, en el que hay una serie de casos expresamente excluidos. Pero no se ha hecho así. Es verdad que el apartado 4 del artículo 337 se dice “Los que, fuera de los supuestos a que se refieren los apartados anteriores de este artículo, maltrataren cruelmente a los animales domésticos o a cualesquiera otros en espectáculos no autorizados legalmente, serán castigados con una pena de multa de uno a seis meses.” ¿Qué quiere decir? Que en espectáculos autorizados legalmente –como es el caso de los espectáculos taurinos- se puede maltratar cruelmente. Claro está, siempre y cuando no se produzcan los resultados de los apartados anteriores: lesiones que agraven la salud o muerte del animal. Producir a un toro lesiones que agraven su salud o su muerte es un delito, por muy autorizado que esté el espectáculo.
Otra contradicción. Cuando en el texto del artículo 337 se dice que las lesiones o muertes injustificadas constituyen el delito de maltrato animal, nos obliga a buscar qué lesiones o muertes de animales domésticos están justificadas. Está claro que las que tienen como finalidad la alimentación humana, es decir que los matarifes que sacrifican animales destinados al consumo humano no cometen delito (ahora no entramos en la consideración de si se debe comer o no carne animal). Está claro que las lesiones o muertes que tienen como finalidad la experimentación científica no entran dentro del tipo penal, no son delito (tampoco entro en la consideración ética de estas prácticas). Un investigador que mata y disecciona a una rata de laboratorio –animal doméstico puesto que convive habitualmente con el hombre- para encontrar una vacuna no comete delito. Y, para algunos, también se incluyen dentro de las conductas justificadas las corridas de toros.
Esta inclusión encuentra un potente obstáculo en la Constitución Española. En ella se reconoce como derecho fundamental (artículo 15) la vida y a la integridad física –se sobreentiende que alimentarse es presupuesto básico de vida-; y también se reconoce como derecho fundamental (artículo 20.1.b) la producción y creación científica y técnica. Sin embargo, no se reconocen como un derecho fundamental  los espectáculos taurinos, ni el goce que puedan producir, ni la recaudación. De modo que la alimentación y el desarrollo científico son más importantes que los espectáculos taurinos. Incluir a estos últimos entre las actividades que pueden producir maltratos justificados, es crear una norma legal que contiene una discriminación no amparada por la Constitución, puesto que se estaría protegiendo igualmente un espectáculo –que no es un derecho fundamental- que la alimentación y el desarrollo científico. Y se pretende interpretar el artículo 337 de modo que las tres actividades sean igualmente importantes. Se pretende que para el legislador sea igual de importante el espectáculo que la alimentación o la investigación científica.
Para salvar estas graves contradicciones, debe interpretarse el Código Penal de modo que la palabra “injustificadamente”, haga referencia a las actividades destinadas al consumo humano, a la producción científica y, obviamente, la defensa propia o ajena ante el ataque de un animal doméstico, es decir, a los derechos fundamentales. Esta es la interpretación más coherente con la propia Carta Magna y las Declaraciones Universales de Derechos del Hombre.
Como especialista en Derecho Animal considero que las lesiones que agravan la integridad física y la salud de los toros o las muertes de los mismos, se produzcan en el ámbito que se produzcan, constituyen actualmente un delito de maltrato animal del artículo 337 del Código Penal, puesto que no están justificados. Y animo a la Administración del Estado a que impida la celebración de los espectáculos taurinos puesto que son actividades donde existe un alto riesgo de comisión de delitos.
Francisco Capacete González
Especialista en Derecho Animal
Socio de MAAT Abogados & Asociados

 


sábado, 5 de diciembre de 2015

La Filosofía, un estilo de vida



Nuestro queridísimo Ramón Llull, apodado “lo foll”, bien pudiera haber sido el modelo que inspirara el libro del mismo título –El Loco- del poeta libanés Khalil Gibran. Tanto el personaje de ficción como el filósofo mallorquín mantuvieron un estilo de vida basado en la búsqueda del conocimiento y el amor hacia todos los seres humanos. Philo-sophos, la palabra griega de la que deriva la latina “filosofía”, tiene varias acepciones relacionadas con esa forma de vida. Puede significar tanto el amor por la sabiduría, como el conocimiento del amor. Dos conceptos hijos de una misma idea: vivir apasionadamente el conocimiento de la vida y la búsqueda del sentido de la misma.

Con este preámbulo quiero unir dos eventos muy importantes, el 700 aniversario de la muerte del “Beato” y la declaración por la UNESCO del tercer jueves del mes de noviembre como el Día Mundial de la Filosofía. Este año 2015 debería ser una oportunidad para promocionar la filosofía, con todos los valores que contiene. El filosofar, entendido como una manera de vivir, aporta claridad mental, serenidad psicológica, respeto hacia lo diferente, capacidad de convivencia, ánimo descubridor, espíritu de aventura interior, formación ética, coherencia individual, inteligencia teórica y práctica, felicidad, mística, buen humor y capacidad de solucionar conflictos. Justamente, aporta una serie de valores y cualidades que son hoy más necesarios que nunca.

Sin embargo, los gobiernos de este país se llenan la boca de cifras y dejan frustradas las esperanzas educativas. Pareciera que todo va bien porque la macroeconomía presenta buenas cifras, baja la tasa de paro interanual, baja el déficit y se lanzan las campanas al vuelo. Pero, ¿qué pasa con los jóvenes, están recibiendo una correcta educación? ¿Qué pasa con los ancianos, quién les ayuda a afrontar con ánimo sereno el misterio de la muerte? ¿Qué pasa con los nuevos pobres –la otra cara de los nuevos ricos-quién les enseña que la derrota definitiva no existe, que siempre se puede volver a empezar? ¿Qué pasa con los jóvenes investigadores, quién se cuida de ellos? ¿Quién se cuida de enseñar a pensar, a sentir y a actuar con principios éticos? ¿Quién enseña a aprender de los propios errores? ¿Quién enseña a buscar a dios más allá de las religiones? ¿Quién enseña que todos los seres humanos vamos en un mismo barco y que si hace aguas el barco naufragamos todos? ¿Quién enseña a dialogar, a escuchar, a compartir ideas, a crecer juntos con el diálogo, a descubrir juntos nuevos horizontes del conocimiento? 

Todas estas preguntas y muchas más quedan sin respuesta por parte de los gobiernos de turno. Han perdido otra ocasión, sobre todo en Mallorca, para promocionar la filosofía y sus valores. No voy a entrar a considerar qué beneficios extraen los políticos de la incultura de los ciudadanos, pues tú, querido lector, ya lo sabes. Cuando Platón describió la Caverna como una alegoría de la sociedad sin educación, confeccionó una especie de plantilla que sirve para descubrir a los ignorantes que se disfrazan de sabios, a los niños sin carné de conducir que pretenden conducir a los demás o en palabras del flamante Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, Emilio Lledó, "un ignorante con poder político y repleto de ignorancia que determina nuestras vidas". 

Como homenaje a Ramón Llull y para celebrar el Día Mundial de la Filosofía, hablaremos de ésta como una forma de vivir. Las escuelas de filosofía helenísticas divulgaron el arte de vivir como un vía de perfeccionamiento personal y moral que conquista la alegría del alma (Martha Nussbaum). El filósofo francés Pierre Hadot nos dice que desde la Antigüedad hasta los llamados Padres de la Iglesia, la filosofía no se entendió como en la Edad Contemporánea: “filosofar era un estilo de vida y no una actividad teórica intelectual, un discurso, una pensar y nada más”. “La filosofía enseña a hacer, no a decir”, escribió Séneca. “Vano es el discurso del filósofo que no cura las enfermedades del alma”, enseñaban los epicúreos. Un filósofo, en la antigua Roma, era una persona que se esforzaba por vivir coherentemente sus ideas y principios morales. “Es necesario que la teoría se convierta en nosotros en naturaleza y vida”, escribió el neoplatónico Porfirio en el siglo III d.C.

Más modernamente, encontramos la misma idea. Mauricio Abadía, en su magnífico ensayo sobre otra civilización posible, dice: “Se lanza aquí una llamada a la filosofía. ¿Para qué? Para que esta, en su milenaria contribución a la humanidad, deje de ser (…) apenas un juguete en manos de malabaristas de conceptos”. Karl Jaspers, en su Introducción a la filosofía añade: “Si fuese vigorosa en su elaboración, convincente por sus argumentos y digna de fe por la integridad de sus expositores, la filosofía podría convertirse en instrumento de salvación. Solo ella tiene el poder de alterar nuestra forma de pensamiento. Aun delante del desastre posible y total, la filosofía seguiría preservando la dignidad del hombre en decadencia”.

¿En qué consiste este arte de vivir filosófico? Desde luego no se caracteriza por retirarse del mundanal ruido y vegetar en una cueva construida con libros. Una de las características fundamentales es ser útil a la sociedad. El filósofo debe ser un ejemplo de coherencia ética. Para ello debe vivir lo que piensa y pensar en función de lo que vive. Confucio decía de sí mismo “yo predico según mi práctica y practico según mi prédica”. Esta manera de estar con uno mismo y cumpliendo una función social aporta felicidad y serenidad. Al filosofar se pueden descubrir las ideas que explican coherentemente el sentido de la vida. Estas ideas se practican y se viven en base a los valores éticos que se desprenden de ellas. De modo que pensar, sentir y actuar son un todo que, como una orquesta bien conducida, produce música, es decir, armonía en el vivir. Los ciudadanos necesitan urgentemente estos ejemplos.

Otra característica es la humildad. ¿Quién puede jactarse de saberlo todo y más que ningún otro? Nadie. ¿Cuánto ignoramos acerca de la naturaleza y del cosmos? Muchísimo. ¿Cuánto conocemos de nosotros mismos? Una ínfima parte. Al reconocer lo que sabe y lo que no sabe, el filósofo desarrolla esa maravillosa cualidad humana que es la humildad, “la más preciosa piedra en la corona de las virtudes”. La humildad abre el camino del conocimiento, mientras que la vanidad intelectual, la soberbia y el orgullo lo obstaculizan. 

Es triste observar a filósofos que, disponiendo de miles de datos y definiciones en su cerebro, son incapaces de poner orden en sus actos y armonía en sus vidas. Conozco profesores de filosofía borrachos que llevan su infelicidad a las aulas; catedráticos de filosofía que están más pendientes de la venta de sus libros que de descubrir el alma de los estudiantes para enseñarles mejor. Afortunadamente, son una minoría; desgraciadamente, ese mal ejemplo eclipsa la cara luminosa de la filosofía.

Por estas razones, proponemos un renacimiento, una renovación en el mundo de la filosofía, para que vuelva a ser lo que es, una manera de vivir el presente, apoyándose en lo mejor del pasado y proyectándose hacia un futuro más humano. 


Francisco Capacete González

Marcha mundial por el Clima


Los ciudadanos somos cada vez más conscientes de cómo nos afecta el clima. Numerosas investigaciones se unen al saber de los hombres y mujeres del campo para decirnos que debemos cuidar el cielo y la tierra de nuestro planeta. Esta toma de conciencia no es suficiente porque existen intereses contrarios a la defensa del clima. Las negociaciones y los encuentros internacionales van demasiado lentos, mientras que el calentamiento global persiste y aumenta indefectiblemente.

El domingo 29 de noviembre, víspera del inicio de la Cumbre Mundial del Clima de París, los ciudadanos de todo el globo estamos convocados a manifestarnos para exigir a los representantes políticos presentes en la cumbre que tomen medidas contundentes y urgentes para combatir el cambio climático antes de que sea demasiado tarde.

En Palma, la cita será en Plaza de España, a las 12 h, en una convocatoria conjunta de diversos agentes sociales, coordinados por Es Racó de ses Idees, organización que ha tomado la iniciativa en Mallorca de la mano de Avaaz.org.

Según el IPCC (Panel Internacional de la ONU sobre Cambio Climático), la temperatura de la superficie terrestre ha aumentado aproximadamente 1°C en el último siglo, y al ritmo actual de emisiones, la temperatura global subirá entre 3 y 6°C en los próximos 100 años. Este cambio climático producido por la actividad humana será el más drástico en los últimos 100.000 años. Los efectos del cambio climático en las próximas décadas serán, entre otros, la degradación de los suelos, la desertificación, las inundaciones, la escasez de agua, el impacto de las sequías y los efectos de los fenómenos climáticos extremos. En las sociedades cuyas condiciones de supervivencia son ya de por si limitadas, producirá situaciones catastróficas ante las que no disponen de capacidad de respuesta. El colapso de las estructuras sociales y la escasez o degradación de los recursos de subsistencia causarán situaciones de crisis, conflictos y violencia. La Organización Mundial de la Salud lo plantea así: "El cambio climático con certeza conllevará una significativa pérdida de vidas humanas junto con la extinción de incontables especies de plantas y animales".

En las Cumbres Mundiales del Clima de Copenhague 2009 y Cancún 2010 se recalcó la necesidad de no sobrepasar el umbral de los +2° C, cifra a partir de la cual el problema del calentamiento global se nos iría definitivamente de las manos. Lamentablemente los acuerdos solamente están siendo declaraciones de intenciones, no de compromisos efectivos y ni vinculantes. España está entre los países más incumplidores del Protocolo de Kioto, lo que nos ha llevado a gastar más de 800 millones de euros en la compra de derechos de emisión.

Las soluciones son claras: por un lado dejar de emitir CO2, abandonando el carbón, los combustibles fósiles y apostar de una manera decidida por las renovables, por otro lado capturando el CO2 que ya se encuentra en la atmósfera fomentando la reforestación, y finalmente invertir en tecnologías que permitan ser más eficientes con el uso de la energía. La ciencia ha hablado, y ahora la pelota está en el tejado de la política y por tanto de la sociedad. Tenemos la responsabilidad de exigir a los gobiernos que asuman políticas climáticas y energéticas que nos mantengan lejos del aumento de la temperatura de 2°C. Debemos exigir a las grandes empresas emisoras de gases de efecto invernadero responsabilidad. Y debemos exigir a los gobiernos que las empresas causantes del cambio climático no sean las que decidan las políticas climáticas y energéticas.

Los ciudadanos sensibilizados por la defensa del clima y de la Tierra debemos reclamar que esos combustibles permanezcan bajo tierra y exigir una revolución energética. No se trata de confrontar posiciones, se trata de actuar en consonancia con nuestra conciencia. Todos sabemos que sobran productos industriales y de consumo en el mundo; se produce muchísimo más de lo que se necesita. Un pequeño ejemplo es la industria automovilística. En España se fabrican cada año más de 2 millones de coches y se matriculan una media de 700.000, es decir que se fabrica casi más del triple de lo necesario. La agresión al planeta y a todos sus habitantes no está justificada. Regresemos, todos juntos, hacia una manera de vivir más acorde con la naturaleza. Es muy posible que, además de estar más sanos, seamos más felices. La felicidad será el precio que, seguramente, tendremos que pagar por reducir, no la calidad de vida, sino la cantidad de cosas que acumulamos para vivir. Merecería la pena pagar este precio, ¿verdad?

Francisco Capacete

martes, 15 de septiembre de 2015

Lo que el drama sirio esconde

Estamos presenciando una agudización del problema no resuelto de las olas migratorias. En los últimos meses están llegando miles de personas a Europa desde países en conflicto. Se han abierto nuevas rutas de migración que se añaden a las ya existentes, como el estrecho de Gibraltar o el paso de la isla de Lampedusa. Tenemos la sensación de que están llegando más emigrantes que nunca, pero todavía no se han superado las cifras del quinquenio 2000-2005, durante los que solamente España recibió 2,7 millones de emigrantes.

Los medios están haciendo hincapié en la migración de ciudadanos de Siria. Sin embargo, no son la mayoría. Europa soporta una presión migratoria procedente de Pakistán, Afganistán, Eritrea, África Subsahariana (principalmente Mauritania, Mali, Níger, Chad, Costa de Marfil, Burkina Faso y Guinea-Bissau) que, conjuntamente con los ciudadanos de Iraq y Libia, sobrepasa con creces la procedente de Siria. Se habla del drama sirio para referirse a los nacionales de este país que han tenido que huir a causa de la guerra que ha destruido sus casas y sus esperanzas. Es terrible y los sirios no son los únicos que padecen la cruel lacra de la devastación bélica. Los iraquíes, los libios, los ruandeses y muchos pueblos más se encuentran en esa misma situación.

¿Por qué los medios de comunicación occidentales destacan tanto la migración siria y su dolor? ¿Por qué no destacan la migración libia e iraquí? Esto no es periodismo objetivo porque no se informa de todo lo que está pasando, sino de una parte.

Hagamos un poco de historia. En mi artículo “El otoño de la Primavera Árabe” (Revista Esfinge, sept-2013), mencionaba cómo los intereses comerciales de las potencias occidentales, de China y Rusia fueron los verdaderos causantes de la rápida desestabilización del norte de África. Los casos más sangrientos fueron Libia e Iraq. Todos sabemos que la invasión de Iraq no fue provocada por la posesión de armas químicas por parte del régimen de Sadam Hussein, sino por la sed de ganancias económicas de los países integrantes de la Alianza Atlántico Norte. Estos destrozaron y siguen destrozando Libia e Iraq para quedarse con el petróleo y proteger los intereses estratégicos de Israel.

Ya en el año 2011 se estimaba que en el peor de los escenarios posibles tras la muerte de Gadafi, unos 200.000 libios podrían huir a Egipto y Túnez y otros 600.000 podrían necesitar ayuda humanitaria dentro de Libia. “Es aventurado predecir el número de libios que podrían emigrar a la UE” (Gil Arias, Director Ejecutivo de Frontex, Agencia Europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores de los Estados miembros de la UE). Frontex confirmó en 2013 que hubo un gran aumento en el número de migrantes que realizan el peligroso viaje en barco desde Egipto y Libia.
Hace pocos días la prensa italiana aseguraba que el Gobierno podría poner en marcha una operación militar en Libia para frenar al millón de personas que esperan para lanzarse al Mediterráneo (El Confidencial). El profesor de Derecho al Asilo en la Universidad de Palermo, Fulvio Vassallo, propone  “reforzar la actual misión de Naciones Unidas en Libia para intentar estabilizar el país". Estos son algunos datos objetivos que hablan de la emigración procedente del país norteafricano. Muchos libios han muerto ahogados al intentar llegar a Europa. Sin embargo, la sensación general es que sólo mueren sirios. Y esto no es cierto. Ni siquiera son la mayoría.

Los gobiernos de EE.UU., CEE y demás países integrantes de la OTAN, pretenden silenciar el genocidio que han causado en países como Iraq y Libia. ¿Cómo lo logran si los datos claman al cielo? Muy sencillo, amplificando el drama provocado por el autodenominado EI y Bashar al-Asad en Siria. Fotos de niños aparecidos muertos en la playa recorren el mundo en pocos instantes, se cuadriplican los espacios en los medios de comunicación para reflejar el drama sirio. La búsqueda “refugiados iraquíes” tiene 573.000 resultados en Google; la búsqueda “refugiados libios” 1.080.000; y la búsqueda “refugiados sirios” ¡8.590.000 resultados!

Nuevamente, la hipocresía de los gobiernos hace gala de presencia. Y digo de los gobiernos porque estos son los que acuerdan contratos con las grandes multinacionales del petróleo y del armamento. ¿Quién es el verdadero enemigo? ¿Los fundamentalistas islámicos (que no deberían llamarse así porque son simplemente terroristas asesinos)? ¿El “monstruo” Bashar al-Asad? No, queridos lectores. El verdadero enemigo es la barbarie, tanto la que practican unos como la que practican otros. Destrozar un país entero para conseguir más petróleo es barbarie. Desestabilizar países enteros para que China no consiga contratos de materias primas es barbarie.

Los gobiernos occidentales nos tratan como niños. Nos dicen a través de los medios de comunicación que el “otro” (EI y al-Asad) son muy, muy malos y que tratan muy mal a las personas, mientras silencian sus crueles juegos comerciales que provocan muerte, desplazamientos y miseria a millones de personas en el mundo.

¿Qué está haciendo la Comunidad Europea? Se han activado dos operaciones, Tritón y Mare Nostrum, para tratar de anular a las mafias que comercian con los emigrantes en el Mediterráneo. Se han establecido las cuotas de refugiados que cada país debe acoger. Pero el problema sigue sin resolverse: ¿qué hacer con todas estas personas? ¿Las acogemos y les damos un bocadillo de mortadela? O ¿les damos medios para que puedan vivir dignamente? ¿Tenemos esos medios? ¿La CEE tiene dinero suficiente? ¿Qué hacer si los europeos, temerosos de perder su nivel de vida, no aceptan la llegada de refugiado o emigrantes a sus ciudades y barrios? ¿Se ha pensado en una concienciación de la sociedad europea y una formación para integrar a la nueva población?

Los países que participaron en la desintegración de Iraq y Libia han metido la pata hasta el fondo. Han provocado un éxodo masivo de personas hacia "El Dorado" europeo y ahora no saben qué hacer. Afortunadamente, más allá de los gobiernos, los pueblos hacen gala de solidaridad organizándose rápidamente para ayudar de la manera más eficaz a todos los emigrantes y refugiados, procedan de donde procedan. Hace falta educar y educarnos en valores éticos como la solidaridad, la convivencia, la concordia, la fraternidad, el respeto, la capacidad de sacrificio por el bien de todos, la responsabilidad histórica. No es suficiente con organizar, hay que educar para la confraternidad entre todos los pueblos de la Tierra.


Francisco Capacete

martes, 28 de julio de 2015

10 AÑOS MOVIENDO LA FILOSOFÍA

Mover las ideas e inspirar las acciones, con una buena dosis de entusiasmo como nexo de unión entre teoría y práctica, fue la divisa que impulsó la puesta en marcha de la escuela de filosofía Es Racó de ses Idees en el año 2005. Ha transcurrido un decenio y no hemos parado de mover la filosofía, de llevar a la práctica las buenas ideas de griegos, indos, chinos, neoplatónicos, estoicos, herméticos, racionalistas, vitalistas, existencialistas, etc.
Así como los músculos se vuelven rígidos cuando no se ejercitan, así la filosofía también se endurece y deviene inservible cuando las ideas no se practican. En un mundo donde las ideas se hacen cada vez más dogmáticas –prueba de ello es la ausencia de diálogo en tantos ámbitos de la sociedad- venimos proponiendo “sacudir” la filosofía, quitarle el polvo del discurso intelectual estéril y liberarla de la etiqueta de “cosa rara y pesada”. La movemos y renovamos para que vuelva a ser el numen luminoso que fue.
Esto es lo que hemos venido haciendo desde 2005. ¿Cómo se mueve la filosofía? ¿Cómo se renueva, se rejuvenece y se hace más flexible? Nuestra fórmula ha sido el binomio filosofía/voluntariado. Que las ideas inspiren acciones útiles para el conjunto de la sociedad mediante el voluntariado, y que los voluntarios sean conscientes del sentido de sus acción participativa. La filosofía es una muy buena herramienta para encontrar el sentido de la vida, y el voluntariado es un medio para comprobar que ese sentido es real. El filósofo voluntario armoniza la mente, el corazón y las manos, pone de acuerdo lo que piensa, lo que siente y lo que hace. Esta autenticidad individual es una de las fontanas de la felicidad.
Pero nuestra fórmula no es original. Ya en la Academia de Platón y en la Escuela de los Filaletheos de Alejandría, los discípulos se formaban para comprender las leyes de la vida y para ayudar solidariamente a la sociedad. Y esta falta de originalidad es una de las características de la escuela de filosofía que dirijo. Lo que transmitimos es el saber de la humanidad, la tradición de oriente y occidente. No hemos inventado nada y es que, a estas alturas, poca cosa se puede inventar sobre el sentido de la vida.
¿Es necesaria una escuela de filosofía? ¿Se puede aprender la búsqueda del sentido de la vida? La respuesta la dio hace 2.500 años el genial Sócrates. Le preguntó a uno de sus discípulos que si buscaba zapatos dónde iría a buscarlos y el discípulo le contestó que obviamente al mercado; entonces –siguió Sócrates- si buscas el conocimiento del sentido de la vida ¿a dónde vas a ir? ¡A una escuela de filosofía! Es Racó de ses Idees es una escuela de filosofía sin barreras, sin complejos, sin discriminaciones, abierta a todos los que apasionadamente buscan el conocimiento que crece desde el corazón-conciencia.
Algo que nos satisface es habernos mantenido fieles a los principios fundacionales. Uno de ellos es favorecer la participación de todos los ciudadanos y acercar a todos la cultura. Todas nuestras actividades culturales son de entrada libre, no le ponemos precio a la cultura porque la cultura no tiene precio; tiene valor, un valor de transformación de la sociedad y del individuo. La cultura y las tradiciones de Mallorca han tenido y siguen teniendo un lugar destacado en Es Racó de ses Idees. Hemos visitado la Mallorca talaiótica, romana, islámica, medieval y cristiana. Nos hemos acercado a Ramón Llull, Jaume I, al archiduque Luis Salvador y a personalidades de la cultura actual. En los tiempos de crisis que vivimos mantenemos nuestro compromiso y seguiremos esforzándonos para que nadie se quede sin cultura.
Filosofía, voluntariado y cultura son los tres campos de acción de esta escuela de filosofía. El sentido de la filosofía es la formación del individuo. El sentido del voluntariado es ayudar en la formación de lazos de fraternidad real entre los seres humanos. El sentido que le damos a la cultura es ser generadora de un buen ambiente social. Tres campos de acción con finalidades claras y útiles para todos.

Este 2015 cumplimos 10 años moviendo la filosofía, el voluntariado y la cultura hacia un ideal de conocimiento, justicia y belleza que nos lleve, en los años venideros, a lograr una Mallorca mejor de la que tenemos. Tenemos que agradecer públicamente a quienes han hecho posible la plasmación de este sueño, a todos los miles de asistentes a las actividades, a los estudiantes y, por supuesto, a los maestros de filosofía como Platón, Sócrates o Buda, entre otros muchos.

jueves, 9 de julio de 2015

Lo que el rescate griego esconde





Según informa el rotativo Cinco Días, el 25 de junio se filtró el borrador donde se recogen las condiciones propuestas por la troika comunitaria al Estado griego para conceder una prórroga del rescate financiero. Estas son algunas de las condiciones:

1.     IVA. La troika pide una recaudación adicional del 1% del PIB (frente al 0,74% del gobierno de Alexis Tsipras), mediante el aumento del IVA.

2.     Pensiones. Eliminar la subida de 3,9 puntos de las cotizaciones sociales. La troika también pide aumentar la contribución de los pensionistas al sistema de salud hasta el 5% de la pensión y eliminar otro aumento de las cotizaciones destinadas a pensiones no contributivas.

3.     Impuesto de Sociedades. Eliminar un impuesto puntual del 12% para las empresas que ganen más de medio millón de euros. El tramo general del impuesto de sociedades al 28% (ahora está en el 26%) y no al 29% como propone Grecia.

4.     Otras medidas. La troika exige eliminar un impuesto especial a las máquinas recreativas, la subasta de licencias 4G y 5G, frenar la corrupción en la Administración Pública y aumentar los recortes en defensa.

Evidentemente, estas medidas favorecen a algunos y perjudican a muchos. ¿Quiénes harían el mayor sacrificio de aplicarse estas medidas? Los ciudadanos griegos de rentas más humildes. El IVA, como todo el mundo sabe, es un impuesto directo que graba el consumo, es decir, que son los consumidores finales quienes terminan pagando este impuesto. Pero es un impuesto injusto, porque le es más difícil asumirlo a las rentas más bajas que a las más altas. Si, además, no se les aplica el tipo reducido a los alimentos básicos como la leche, el aceite y el queso, la presión fiscal a las familias humildes aumenta considerablemente. Por el contrario, para una familia de economía media y alta, no representa un sacrificio tan grande.
Se propone subir el tipo del IVA en la hostelería –recordemos que la principal fuente de ingresos del país heleno es el turismo- y, pareciera que es una buena idea, porque los turistas extranjeros aportarían una parte del PIB requerido. Sin embargo, un aumento de precios en el sector turístico, en un mercado tan competitivo, supondrá una disminución considerable de visitas y una recaudación mucho menor. ¿Por qué, entonces, propone la troika este aumento si va a perjudicar la recaudación? La intención es clara: beneficiar a Turquía. La CEE no termina de aprobar el ingreso de este país en sus filas porque es mayoritariamente islámico. Sin embargo, lo necesita en la lucha contra la hegemonía irania y china en la zona de Oriente Medio. ¿Cómo recompensar a Turquía por ser “amiga” de Occidente? Hace unos años, en 2003, se le regaló el primer premio del festival de  Eurovisión –los que lo recuerdan saben que ganó in extremis. Ahora, aprovechando la crisis griega, quieren favorecerle de nuevo regalándole una porción del pastel turístico. Lo de menos es el sufrimiento de los ciudadanos. Este no es un tema que preocupe a los gobernantes comunitarios. La motivación de fondo es que gane el mercado, es decir, las grandes y monstruosas “agencias” de hacer dinero.

Nos encontramos más de lo mismo en la reforma de las pensiones. Se trata de beneficiar a los empresarios rebajándoles las contribuciones sociales. Es una medida que pretende que las empresas estén en condiciones de generar empleo. Si los trabajadores son más baratos, porque hay que pagar menos a la seguridad social, las empresas tendrán más dinero disponible para concertar más contratos de trabajo. Muy bien, pero la consecuencia de esta medida macroeconómica sin corazón, será una menor protección social de los trabajadores. Medidas como estas lo que generan a corto y medio plazo es el aumento del trabajo esclavista. Además, proponen que los pensionistas cobren menos. Nuevamente, la troika pretende que sean los ciudadanos más humildes quienes paguen los platos rotos de los gobernantes responsables de la crisis financiera griega.

El gobierno de Tsipras pretende que las empresas que obtengan beneficios superiores al medio millón de euros, paguen un impuesto adicional del 12% y que el tipo del impuesto de sociedades sea del 29%. La troika dice “¡NO, que paguen el desastre los trabajadores. No los que gana más, sino los que ganan menos!”
Se habla mucho de crisis financiera, de desastre económico, de rescates a países  -eufemismo para designar el negocio de préstamos billonarios con el que se lucran unos pocos-, cuando el escenario que tenemos es el desastre democrático, social y ético. ¿Dónde ha quedado el gobierno del pueblo para el pueblo? ¿Dónde han quedado los valores de la democracia? En el cubo de la basura. ¿Dónde guardan los políticos el principio de responsabilidad? En la nueva caja fuerte de Pandora, cerrada a cal y canto para que no se escapen todos los bienes de la humanidad. Los gobernantes son irresponsables. Si nos preguntáramos quiénes son los causantes de la quiebra económica de un país y buscáramos nombres y apellidos lo tendríamos bien difícil. Nadie lo dice claramente. Pero, es obvio, que los responsables son los presidentes de gobierno y los ministros de economía que han gobernado durante los años en los que se fue generando la enfermedad, porque no hicieron nada por curarla, así como el responsable de la quiebra de una empresa es el que administra las cuentas y el que toma las decisiones. ¿Por qué a aquellos gobernantes no se les exigen responsabilidades? Han sumido a un país entero en la ruina y ni siquiera tiene que rendir cuentas. Miles de familias han pasado penurias y las siguen pasando y ninguno de esos ministros es auditado. Miles de trabajadores han perdido sus puestos de trabajo y ni siquiera piden disculpas. ¡Es una monstruosidad democrática!
Estos sucios negocios también han causado sufrimiento en nuestro país, así como en Portugal e Irlanda. Y lo peor de todo esto es que los responsables de los recortes y de las crisis económicas siguen en la política y se les sigue dando confianza para gobernar.


miércoles, 8 de abril de 2015

Los partidos políticos ya no sirven

Se levantan voces críticas con los políticos porque están degradando la cultura democrática. Los numerosos casos de corrupción política, la falta de educación y respeto en las discusiones parlamentarias, la enorme cantidad de horas dedicadas a la imagen y no al gobierno real, son algunos hechos en los que se fundamentan quienes piden una democracia mejor. Y no les falta razón. Si bien, hemos transitado desde la dictadura hasta el sistema parlamentario democrático, nos queda mucho por andar hasta llegar a una verdadera democracia, esto es, un gobierno del pueblo y por el pueblo. Si no profundizamos en los valores democráticos y en la ética de los gobernantes, el actual sistema político va a derivar a nuevas formas feudales y estamentales. Hacia ello nos dirigimos, desgraciadamente. La figura del rey absoluto ha sido ocupada por los grandes holding y lobby. Estas organizaciones o grupos de poder pueden hacer lo que deseen sin estar sujetos a derecho alguno. No están limitados por ninguna clase de responsabilidad. La clase política y las Iglesias han terminado comportándose como la nobleza y el clero de la sociedad estamental. Disponen de una serie de privilegios que el resto del pueblo no tiene. Por ejemplo, los políticos son aforados. ¿Esto qué quiere decir? Que les juzga, en caso de un procesamiento, un Tribunal Superior directamente. Sin embargo, los ciudadanos de a pie no poseen esta protección. La iglesia Católica, por ejemplo, tiene concedido un privilegio a la hora de inscribir inmuebles en el Registro de la Propiedad que el resto de ciudadanos no posee. Y el pueblo…, el pueblo sigue como siempre, sin privilegios, sin protección, sin verdaderos representantes.
            Por estas razones podemos afirmar que la democracia actual pasa por una grave crisis causada por la crisis de los partidos políticos. Los partidos políticos son los responsables de la decadencia de la democracia actual. Su funcionamiento interno no es democrático, sino oligárquico. Su financiación es oscura. Los partidos políticos dedican el 85 % de sus recursos a la publicidad y al marketing, es decir, a captar votos. El 15 % restante lo dedican a los asuntos públicos. No tienen ideología, solo propuestas -que no cumplen. Siguen defendiendo sus privilegios en lugar de los intereses de los ciudadanos; prueba de ello es que no se ha aprobado ninguna ley que limite y controle las propiedades de los políticos y los partidos, sus sueldos, sus dietas, sus complementos, sus pensiones vitalicias… Es más, este tema ni siquiera se debate en los parlamentos.
            Para conseguir una democracia real y un sistema parlamentario eficaz, debemos revisar el tema de los partidos políticos. Los actuales no funcionan, no cumplen con su cometido. Para aclarar este polémico tema tenemos que ir a los orígenes. En la Asamblea Nacional establecida en la Revolución Francesa existían dos sectores, ambos pertenecientes a la burguesía y coincidentes en la lucha contra el rey, la nobleza e imponer los principios liberales, pero distanciados con respecto a sus intereses y los medios para lograr sus objetivos. Los girondinos consideraban prudente hallar un acuerdo con la monarquía y la nobleza, limitando el poder real, pero sin permitir el derecho a voto a las clases pobres, que no pagaban impuestos. El otro sector era el de los jacobinos, estaba principalmente integrado por profesionales y modestos propietarios que querían abolir definitivamente la monarquía y proclamar una República democrática, con derecho a voto para todas las clases sociales. El primer sector se colocaba para deliberar, a la derecha en la Asamblea, el segundo, a la izquierda, y de allí proviene la posterior división entre partidos de derecha y de izquierda, según sean conservadores en su accionar político o propongan medidas tendientes a cambios profundos y violentos.
            Poco a poco, con marchas y contramarchas, fueron apareciendo formaciones políticas que representaban a todos los sectores de la ciudadanía. Y se conformó un sistema parlamentario de representación indirecta. Los políticos eran elegidos por los votantes para que los representaran y gobernaran en su nombre. Este es un sistema parlamentario democrático, pero no el único sistema parlamentario democrático. Existe la democracia directa, no la olvidemos, que se erige como una solución cada vez más adecuada a los problemas políticos del siglo XXI.
            ¿Por qué hay tantas formaciones políticas? Porque representan las diferentes opiniones de los ciudadanos. Pero, ¿acaso arreglar la sanidad depende de la ideología o de la opinión? No. Lo que permite solucionar los problemas de la sanidad –por seguir con este ejemplo- es el conocimiento de las causas y el poder implementar medios adecuados para solucionarlos y esto no depende de la orientación política. Las diferentes opiniones o ideologías tienen que ver con la manera de entender la vida y la naturaleza, pero no con la solución de los problemas concretos, como por ejemplo, ser operado de cáncer. No existe ninguna relación entre el liberalismo o el socialismo y una operación de cáncer; no existe relación entre la democracia cristiana y la recogida de residuos sólidos urbanos. Los partidos son los auspiciadores de un mal que padecen los pueblos: la división y el enfrentamiento. De ahí su nombre “partido”. Cuando los ciudadanos están “partidos”, divididos y no pueden ponerse de acuerdo son fácil presa de los que detentan el poder, sobre todo, si éstos son corruptos. ¿Por qué siguen en la política, protegidos por los partidos, quienes han cometido delitos? ¿Por qué pueden los partidos amañar concursos públicos, destrozar el territorio y dañar el medio ambiente? Y sobre todo, ¿por qué siguen haciéndolo? Porque el pueblo está dividido, enfrentado y no consigue disponer de suficiente fuerza para acabar con todo ello. ¿Por qué la coalición de la OTAN, liderada por los gobiernos de Bush, Aznar y Blair, consiguió comenzar la invasión de Irak, cuando cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles oponiéndose a esa guerra? Porque sus representantes en los diferentes parlamentos estaban divididos.
            Los actuales partidos políticos ya no sirven para hacer una democracia real. Más bien al contrario, son un lastre y un problema. Si queremos democracia y gobierno para el pueblo tenemos que dejar de lado a los partidos políticos y volver a la democracia directa: que los ciudadanos elijan a los gobernantes directamente y que decidan sobre las decisiones importantes directamente. Y hoy, con el desarrollo de la tecnología telemática, es posible. Disponemos de medios eficaces para que miles todos los ciudadanos puedan votar las leyes y quitarnos de encima a unos representantes políticos que no representan a quienes les votaron. Disponemos de medios eficaces para seguir las acciones de los gobernantes, como por ejemplo, ponerles un localizador GPS y averiguar cuántas horas se pasa trabajando en su oficina y cuántas se las pasa de fiesta en fiesta, inaugurando pantanos o carreteras – como hacía el gallego aquel.

            ¡Ya somos mayorcitos como para seguir necesitando representantes!

Yemen, la otra historia





Un nuevo conflicto armado sacude el Oriente Medio. Yemen es el escenario. Enfrentados hay dos bandos, los chíies (los hutíes) y los suníes (el gobierno) y el hecho de que diversas naciones internacionales hayan tomado partido por unos y otros amplia la lucha violenta y encarnizada que está causando la muerte de inocentes civiles.

Aunque los enfrentamientos se están produciendo primordialmente entre los rebeldes hutíes y el gobierno, hay terceros países colaborando con uno y otro bando. La coalición CCG (Consejo de Cooperación del Golfo) está liderada por Arabia Saudí, que ha enviado 100 cazas, cerca de 150.000 soldados y varios buques de guerra. Participan en la alianza Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Kuwait, Bahrain, Jordania y Marruecos. EEUU ha mostrado su apoyo a la coalición liderada por los saudíes. Por otro lado, Irán apoya a los rebeldes hutíes, si bien, no trasciende cómo lo hace: "Los ataques aéreos liderados por Arabia Saudí deben parar inmediatamente y van contra la soberanía de Yemen (...) Haremos todos los esfuerzos para controlar la crisis en Yemen ", ha señalado el ministro de Exteriores de Irán Mohammad Javad Zarif.

Los rebeldes hutíes toman su nombre de Hussein Badreddin al-Houthi, quien en 2004 reavivó una insurgencia estudiantil reclamando más derechos para la población más pobre, aunque murió a manos del gobierno ese mismo año. Los hutíes llevaron a cabo su reciente golpe de estado durante 2014 y 2015, echando al presidente de Yemen de la capital, bajo el liderato de Abdul-Malik al-Houthi. Durante el periodo de las primaveras árabes, los hutíes formaron parte de las protestas contra el gobierno yemení, tomando el poder de varias regiones. La represión del gobierno, aseguran los expertos "convirtieron a un movimiento estudiantil en un grupo insurgente". En septiembre de 2014, tomaron partes de la capital en su nueva insurgencia, y, en enero de este año, tomaron la residencia del presidente, obligándolo a salir de la capital. Actualmente, controlan el este del país y se vive una verdadera guerra civil.

Para comprender –aunque no justificar- la injerencia de tantos países extranjeros debemos conocer la importancia estratégica de Yemen. A pesar de ser el país más pobre de las naciones árabes del Golfo, la importancia de Yemen reside en su situación en el estrecho de Bab Al Mandab, que une el Mar Rojo y el Golfo de Adén, un importante paso comercial. Por lo que la lucha contra el terrorismo de al Qaeda se sospecha que es una excusa para legitimar privilegios comerciales. Si la Coalición Occidental controla Yemen mantendrá el poder sobre el petróleo y la pesca de la zona. Si los hutíes con Irán toman el gobierno de Yemen, habrán dado un paso más en el debilitamiento del poder occidental del Golfo Pérsico y el “Cuerno de África”, factor que favorecería a los intereses comerciales de China. No olvidemos que su presencia militar en la zona está formada por las fragatas "Linyi" y "Weifang" y el buque de apoyo "Weishanhu".

Nuevamente, nos encontramos que los intereses comerciales, la ambición y la avaricia de los gobiernos y las multinacionales –que son los verdaderos amos de los gobiernos-, son la fuente de matanzas y genocidios. Durante los 10 meses de 2011 que duraron las protestas contra Saleh hubo al menos 746 muertos en enfrentamientos entre leales al presidente y fuerzas de seguridad y los opositores. Cientos de personas han muerto en atentados terroristas: el más grave el que mató a 137 personas el 20 marzo de 2015. Las fuentes más fiables hablan de más de 2000 muertos a consecuencia del conflicto armado.
Me duele observar la hipocresía de los políticos occidentales. Declaran luto nacional por la muerte de 150 pasajeros de un avión, causado por un suicida. Incluso el representante de la Casablanca transmite su pésame. En Yemen mueren miles de seres humanos a consecuencia de terroristas, suicidas y ejércitos y no hay condena institucional, ni luto nacional, ni los presidentes transmiten su pésame a los países de los que eran nacionales las víctimas. ¿Valen más las vidas de los españoles, catalanes, alemanes, etc., que las de los yemeníes, sirios, palestinos, ucranianos,…?

Y lo que más me duele es que los gobiernos disfracen su voracidad comercial de lucha antiterrorista. ¿Por qué tanto interés en luchar contra Al Qaeda y sus filiales? ¿Cuál es el propósito real? Demostrado está que no es defender las vidas y los derechos de las personas. Tampoco pienso que sea la defensa de la fe cristiana, ni la protección de las obras de arte –por cierto, tras dar la vuelta a todo el mundo las imágenes de los terroristas destrozando obras de la antigüedad, se demostró que eran apenas unas rústicas copias de yeso-. No es nada de todo esto. Son apenas un lavado de imagen para poder seguir depredando a costa de vidas humanas. En estos conflictos no hay gobiernos buenos y gobiernos malos, todos se mueven por interés.





jueves, 5 de febrero de 2015

La mentira y la esperanza



Vivimos rodeados de mentiras. Los políticos mienten en las campañas electorales y en los comunicados informativos. Los medios de comunicación tergiversan los hechos en función de los intereses mercantiles de sus propietarios. Los publicistas exageran las cualidades de los productos que las empresas necesitan vender. Y, a pesar de que podemos reconocer cuándo nos mienten y cuándo nos cuentan la verdad, seguimos creyendo que todas esas falsas promesas terminarán cumpliéndose ¿Somos ingenuos o nos han narcotizado con tantas dosis de mentiras que ya no podemos vivir sin ellas? Hay quienes llegan a pensar que la verdad no existe.

            Analicemos la publicidad. Hay entidades bancarias que ofrecen tarjetas de crédito gratuitas, concesionarios de coches que prometen una familia feliz, refrescos que aseguran experiencias apasionantes, compañías aéreas con descuentos elefantinos que dejan el precio del billete en 5 o 10 euros, compañías de telefonía móvil que prometen ahorrar como nunca con la compra del nuevo terminal, detergentes que dejan la ropa impecable sin esfuerzo o lavavajillas que duran más que Matusalén. La lista de productos “milagrosos” es interminable. La publicidad actual nos recuerda a aquellos vendedores ambulantes medievales que vendían poción de momia para curarlo todo. Cuando lo vemos en las películas nos resulta gracioso descubrir cómo convencían a los pobres lugareños con su consumada retórica, sin darnos cuenta que a nosotros nos convencen a diario con el mismo truco: poción de móvil, poción de auto, poción de detergente, poción de gratis con las que alcanzar la felicidad.

            ¡Cómo puede ser que disponiendo de mucha más información y formación que los hombres y mujeres de antaño, caigamos en la misma trampa! ¿Qué mecanismos psicológicos se ponen en marcha -o se adormecen- en nosotros para que terminemos comprando lo que ofertan sabiendo a ciencia cierta que es mentira?

            Pienso que ese mecanismo es la esperanza. Por muy mal que vayan las cosas siempre nos queda la esperanza de vivir mejor. Somos conscientes de la grave crisis que afecta a la política y, sin embargo, se sigue confiando en los políticos y se los mantiene al frente de los partidos. Somos conscientes del veneno que hay en los fármacos y se siguen tomando. Todos conocemos lo difícil que es ser el premiado en la lotería y seguimos participando. Si lo reflexionáramos con cierta objetividad caeríamos en la cuenta de lo absurdo de muchas de nuestras decisiones. Y es que la esperanza, cuando no está fundamentada en hechos, es irracionalmente absurda. Las cosas no se arreglan solo con esperanza. Es verdad que ayuda a mantener elevado el ánimo, pero no soluciona los problemas. ¿Acaso la esperanza puede hacer que aprobemos un examen sin estudiar? ¿Puede aumentar el saldo de las cuentas bancarias? ¿La esperanza nos va a hacer felices sin necesidad de mover un solo dedo? La respuesta es, obviamente, no.

            Esta esperanza irracional, absurda, ciega, es la que nos lleva a seguir creyendo en la mentira. Y es que la verdad nos dice lo que tenemos que hacer, la esperanza lo que tenemos que creer. Es mucho más cómoda la segunda que la primera.


            Es preferible desarrollar una esperanza de diferente naturaleza, más racional, más realista, más convincente, es la esperanza en uno mismo, en nuestras propias fuerzas, en nuestros sueños por muy imposibles que parezcan, en nuestra capacidad de amar, en nuestra fuerza interior. Mantengamos la esperanza en la justicia y en la verdad, porque de lo contrario, la mentira y la injusticia arrasarán con todo lo bello y armonioso que queda en todavía en cada uno de los seres humanos.

martes, 13 de enero de 2015

El s. XXI, del caos a la utopía




Este siglo XXI, emblema del caos y la corrupción, revela con precisa claridad su carácter medieval. Pensadores como Umberto Eco y Jorge A. Livraga, alertaron ya en los años sesenta de la llegada de una nueva edad media. Y los acontecimientos que se han ido desarrollando desde entonces no dejan de darles la razón. Tendencia al feudalismo, economías de subsistencia, aparición de mercados basados en el trueque, bardos que cantan las injusticias con una sencilla guitarra o la atomización de las creencias religiosas son características propiamente medievales que han aparecido aquí y allá.
         Una edad media es una época que, como su propio nombre indica, se enclava entre dos épocas de esplendor o desarrollo. La historia de la humanidad ha conocido muchas edades medias. La civilización china pasó por varias, como la llamada Era de los Estados Combatientes. El Antiguo Egipto también pasó por épocas medievales o “intermedias”, así como la Grecia antigua tras el esplendor de las culturas cicládicas y minoicas. De modo que, como le ocurre al individuo, la humanidad pasa por fases o ciclos de desarrollo y decadencia, de expresión y de consunción, de vitalidad y de senectud.
         El medioevo se caracteriza por una pérdida de los valores fundamentales. De ahí proviene el caos, es decir, la percepción psicológica del caos, de no poder distinguir qué es cada cosa, para qué sirve cada institución, cada subestructura de la sociedad. Si preguntáramos a cualquier ciudadano para qué sirve la política, la religión, la familia, el ejército, la educación, etc., se vería en serios aprietos para responder, porque todos estos sistemas han perdido sus valores fundamentales. Y como no se sabe cuál es su naturaleza fundamental, cada cual los usa según para sus propias necesidades, desnaturalizándolos. La política se usa para alcanzar el poder y no para organizar adecuadamente la sociedad, la religión para adoctrinar en lugar de llevar el alma hacia la divinidad, la familia para procrear y no para fomentar la fraternidad, el ejército para hacer campañas de imagen y no para terminar las guerras, la educación para fabricar mano de obra y no para enseñar a ser libres e íntegros.
         Vivimos en una época de caos, de falta de valores fundamentales, de pérdida de teleología. No es la peor ni la mejor de las épocas históricas. Es nuestro tiempo y si nos sirve para encontrar los principios fundamentales será una buena época. Toda crisis es un periodo donde aparecen problemas y los problemas ayudan a encontrar soluciones, pues todo problema contiene en sí mismo una solución. La búsqueda de soluciones favorece el desarrollo de la inteligencia.
         Y la solución al caos actual llega de la mano de la utopía. El término “utopía” es acuñado en el Renacimiento por Tomás Moro para designar la ciudad ideal. De modo que una utopía es un ideal político. Moro, Campanella y Bacon se inspiraron para escribir sus utopías políticas en Platón y, más en concreto, en el diálogo “La República” -que en el original griego se titulaba “La Ciudad”. Este libro es el mejor tratado de ciencia política de la historia de la humanidad y describe cómo construir una ciudad plena, con unos políticos honrados, con un sistema educativo integral y no dogmático, con una sanidad que prima la prevención y la concienciación de la población, con unos principios éticos basados en la Justicia, etc.
         Cuando se dice que las utopías son irrealizables, se cae en un error. Es falso que una utopía sea imposible de plasmar en la realidad cotidiana. Los antibióticos fueron una utopía antes que una realidad; los vuelos espaciales fueron una utopía; la conquista de los Polos; la democracia; incluso tú, lector, es posible que mucho antes de nacer, para tus padres fueras una utopía.  Obviamente, las utopías o los ideales no son fáciles de alcanzar, como no fueron fáciles de plasmar la Capilla Sixtina, el Partenón de Atenas, ni la política social de Confucio. Pero con ideas claras, sentido histórico y ético y constancia todo se logra.
         Marchemos hacia la utopía de un mundo nuevo y mejor. Pongamos en nuestras alforjas una nueva ciencia liberada de dogmatismos, un nuevo arte liberado de intelectualismos, una nueva política liberada de loca ambición y una nueva mística liberada de fundamentalismos. Y no olvidemos lo más importante, necesitamos un hombre y una mujer que rescaten los valores fundamentales de la vida, del individuo y de la sociedad humana.
      Francisco Capacete