lunes, 16 de mayo de 2016

El wesak en la ONU

En la 79ª sesión plenaria de la Asamblea de las Naciones Unidas, celebrada el 15 de diciembre de 1999, se decidió que se realizaran los arreglos pertinentes para la observancia internacional del Día de Vesak o Wesak en la Sede de las Naciones Unidas y otras oficinas de las Naciones Unidas, en reconocimiento de que el día del plenilunio del mes de mayo de cada año es el día más sagrado para los budistas, que conmemoran en esa fecha el nacimiento de Buda, su iluminación y su desencarnación. Esta decisión constituye, según la Asamblea, un homenaje a la contribución que el budismo, una de las religiones más antiguas del mundo, ha aportado durante más de dos milenios y medio y continúa aportando a la espiritualidad de la humanidad. Así, cada 20 de mayo, se dedica a recordar y reconocer el valor de las enseñanzas que Siddharta Gautama, el Buda, aportó a la humanidad.
Este reconocimiento es merecido por muchas razones. No existe religión en el mundo que pueda decir que no ha provocado derramamiento de sangre ni persecuciones, excepto el budismo. Es más, grandes gobernantes abandonaron la lucha y la violencia tras aceptar el budismo como religión personal, como fue el caso de Asoka. Tras 2.500 años de existencia, todavía hoy continúa siendo una vía de realización mística para millones de personas en el mundo. Además de poseer una faceta religiosa, presenta características filosóficas, ofreciendo una posibilidad de comprensión del sentido de la vida y una manera de vivir en base a las propias convicciones éticas. Por otro lado, el arte sacro budista, es un tesoro que engrandece el patrimonio de la humanidad; la fabulosa escultura del Buda de Kamakura, representando al Amida Buda, es uno de los miles de ejemplos.
Sin embargo, las tradiciones espirituales, los valores éticos y las ideas filosóficas del Budismo siguen siendo grandes desconocidas en Occidente. Por ejemplo, en las facultades de filosofía de España no se enseña la filosofía del Buda, como parte del programa oficial de estudios/créditos. Otro ejemplo, es el desconocimiento casi absoluto del Wesak, tan importante en el budismo como la ascensión de Jesús en el cristianismo (también tiene lugar su celebración en el mes de mayo).
La palabra “Wesak” o “Waisakh” en sánscrito corresponde con el mes de mayo o, mejor dicho, a la luna llena de Tauro en la que, según la tradición, se dieron los principales eventos de la vida de Gautama Buddha: el nacimiento, la iluminación y la muerte o desencarnación. Por esta razón el plenilunio de mayo viene siendo considerado un día particularmente solemne, celebrado por los budistas de todas las escuelas. Se cree que durante ese día, las influencias espirituales o divinas del Buda descienden benéficamente sobre el mundo, activando positivamente las conciencias a favor del amor, la fraternidad y la unión de todos los seres humanos. De la misma forma, Jesús el Cristo, ascendió a los cielos tras anunciarles a sus discípulos que les enviaría el Espíritu Santo. Y la celebración de la Ascensión en el cristianismo mantiene ese mismo mensaje.
Lógicamente, si una persona no cree en ello y no dirige siquiera un pensamiento a esa influencia poco le aprovechará, tal como el sol de la mañana no puede beneficiar a quien no ha abierto todavía las persianas de su cuarto. Por el contrario, aquel que dedica unos minutos a recordar el valor de ese día, recibirá una ráfaga de satisfacción interior. Las ceremonias y celebraciones que tienen lugar en el ámbito budista y, cada vez más, en otros foros, tienen como finalidad recoger de manera más consciente el mensaje interior del Nacido del Loto.
Aunque parezca lo contrario, las diferentes religiones del mundo mantienen unos estrechos lazos de familiaridad. Recordemos que el viaje nocturno a Jerusalén y la ascensión hasta el séptimo cielo de Mahoma se celebra como un hecho extraordinario en el Islam y, si bien no coincide con la muerte del Profeta, es un viaje de ida y vuelta del mensaje de Alá, como en el wesak budista y la ascensión cristiana. Los puntos de unión y coincidencia entre las religiones son mucho más numerosos que las divergencias. Un mismo espíritu las anima, un espíritu de bondad y amor vertebrado en la divinidad.

Por eso, la decisión de la ONU es un paso más hacia la concordia porque facilita un poco más el conocimiento de las diferentes religiones y el encuentro de todos los seres humanos en torno a un ideal de fraternidad.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Urnas vacías

“Hijo, si algo no sirve tíralo a la basura, ¡pero que no se entere tu madre!”. Tengo la gran fortuna de haber aprendido de mis padres verdaderas lecciones de vida. Ellos no pudieron ir a la escuela porque su infancia transcurrió durante la post-guerra. Sus recuerdos no son de un patio pero sí de Sevilla. No eran aficionados a la lectura de los clásicos ni de los modernos, porque con lo de todos los días ya tenían bastante. Trabajar, cuidar del hogar, cultivar cuatro habas y unos tomates, sacar adelante a la familia, fueron sus libros de lectura obligada en la gran biblioteca de la vida. No sé si aprendieron mucho o poco de la vida, pero lo que aprendieron tenía el brillo refulgente de lo sensato. Y ellos nos inculcaron a todos los hermanos prudencia, honestidad, disciplina y veracidad.
En cierta ocasión en que le mostré a mi padre la pata de una mesa que ya no teníamos y que había encontrado en el trastero, me dijo lo que he escrito al inicio de este artículo. Aprendí muchas cosas de lo que me dijo y sigo aprendiendo cada vez que me paro a reflexionar sobre ello. Por ejemplo, los seres humanos tendemos a ser conservadores o progresistas, unos miran hacia el pasado con nostalgia y no quieren deshacerse de él y otros miran con esperanza hacia el mañana deseando liberarse de los pesos inútiles del ayer. Mi madre, ¡válgame dios!, era conservadora, no quería que tirásemos nada porque, como decía siempre, no se sabe si lo necesitaremos. Y así veíamos con estupefacción como en casa se acumulaban materiales, ropas, enseres, cacharros y abalorios, sin más utilidad que servir de tranquilizante para mi madre.
 A nivel político, ¡válgame el señor!, somos tremendamente conservadores, incluso más que mi bendita madre, porque sabemos a ciencia cierta que los políticos actuales ya no sirven y sin embargo, les votamos y les mantenemos en el poder para tranquilizarnos ante un incierto futuro que no sabemos cómo será. ¿Por qué afirmo tajantemente que los políticos ya no sirven? Los argumentos son muchos y variados. Citaré unos pocos para no cansar a vuecencia. A día de hoy siguen sin solucionarse problemas graves como las listas de espera en los hospitales públicos, la lentitud e inoperancia de la administración de justicia por la falta de medios, la insuficiencia de colegios y universidades para dar cabida a todos los niños y jóvenes que deben/quieren estudiar, le reforma de la ley electoral que es tremendamente injusta, etc. Estos temas los venimos arrastrando desde que comenzamos la democracia en España. Esto significa que los gobernantes y demás políticos no han sido capaces de solucionarlos tras más de 40 años. Si un auditor hiciera un profundo análisis de la situación de la “empresa” en la que estamos todos contratados, nos informaría que los representantes que hemos ido eligiendo para solucionar todos nuestros problemas no son útiles, no sirven. Mas, ahí no acaba la cosa…
Si no teníamos bastante con el triste espectáculo de la corrupción política y la falta de responsabilidad mostrada en los años de la crisis al no haberse rebajado el sueldo, renunciado a dietas y demás prebendas –hay que decir en honor de la verdad que algunos parlamentos y ayuntamientos rebajaron el sueldo un 1% y otros no se aplicaron ninguna subida salarial-, mientras una gran mayoría de ciudadanos debíamos tragar amargo y escupir dulce, ahora se le añade la incapacidad para ponerse de acuerdo y formar gobierno, arrastrando al país a otras elecciones. Las elecciones generan gasto público, es decir, se sufragan en gran parte con los impuesto que pagamos todos. Repetir en estos momentos unas elecciones es una tremenda irresponsabilidad. La UE ha anunciado que va a multar a España por haber sobrepasado y sobrepasar a corto plazo el déficit público máximo fijado. Es verdad que el gasto público, cuando se aplica a inversiones, puede ayudar a rebajar el déficit, pero en nuestro país los responsables de la economía nunca han sabido hacerlo de este modo.
Ante tal coyuntura, ¿qué hacer? Pienso sinceramente que no deberíamos votar a los políticos en las próximas elecciones. Creo necesario aplicar un castigo corrector ejemplar y no acudir a las urnas. Es el único medio que tenemos los ciudadanos para decirles de manera inequívoca que estamos hartos de su inoperancia, de su lentitud de reflejos, de sus favoritismos, de su partidismo ciego y de dejar al ciudadano en la cuneta demasiadas veces –léase afectados talidomida. El voto es un derecho político fundamental. Podemos usarlo como creamos más conveniente. Podemos ejercer una especie de objeción de conciencia y usar de nuestro derecho no acudiendo a depositar papeleta alguna. ¿Qué ocurriría si la abstención alcanzara el 80%? No lo sabemos porque nunca nos hemos encontrado ante tal circunstancia. Lo único que sé es que los políticos se llevarían un buen varapalo, una clara advertencia, un ERE justificado.
Sí, lo que no sirve mejor tirarlo a la basura, sobre todo cuando hasta el reciclaje es inútil. ¡Qué razón tenía mi padre!