martes, 15 de septiembre de 2015

Lo que el drama sirio esconde

Estamos presenciando una agudización del problema no resuelto de las olas migratorias. En los últimos meses están llegando miles de personas a Europa desde países en conflicto. Se han abierto nuevas rutas de migración que se añaden a las ya existentes, como el estrecho de Gibraltar o el paso de la isla de Lampedusa. Tenemos la sensación de que están llegando más emigrantes que nunca, pero todavía no se han superado las cifras del quinquenio 2000-2005, durante los que solamente España recibió 2,7 millones de emigrantes.

Los medios están haciendo hincapié en la migración de ciudadanos de Siria. Sin embargo, no son la mayoría. Europa soporta una presión migratoria procedente de Pakistán, Afganistán, Eritrea, África Subsahariana (principalmente Mauritania, Mali, Níger, Chad, Costa de Marfil, Burkina Faso y Guinea-Bissau) que, conjuntamente con los ciudadanos de Iraq y Libia, sobrepasa con creces la procedente de Siria. Se habla del drama sirio para referirse a los nacionales de este país que han tenido que huir a causa de la guerra que ha destruido sus casas y sus esperanzas. Es terrible y los sirios no son los únicos que padecen la cruel lacra de la devastación bélica. Los iraquíes, los libios, los ruandeses y muchos pueblos más se encuentran en esa misma situación.

¿Por qué los medios de comunicación occidentales destacan tanto la migración siria y su dolor? ¿Por qué no destacan la migración libia e iraquí? Esto no es periodismo objetivo porque no se informa de todo lo que está pasando, sino de una parte.

Hagamos un poco de historia. En mi artículo “El otoño de la Primavera Árabe” (Revista Esfinge, sept-2013), mencionaba cómo los intereses comerciales de las potencias occidentales, de China y Rusia fueron los verdaderos causantes de la rápida desestabilización del norte de África. Los casos más sangrientos fueron Libia e Iraq. Todos sabemos que la invasión de Iraq no fue provocada por la posesión de armas químicas por parte del régimen de Sadam Hussein, sino por la sed de ganancias económicas de los países integrantes de la Alianza Atlántico Norte. Estos destrozaron y siguen destrozando Libia e Iraq para quedarse con el petróleo y proteger los intereses estratégicos de Israel.

Ya en el año 2011 se estimaba que en el peor de los escenarios posibles tras la muerte de Gadafi, unos 200.000 libios podrían huir a Egipto y Túnez y otros 600.000 podrían necesitar ayuda humanitaria dentro de Libia. “Es aventurado predecir el número de libios que podrían emigrar a la UE” (Gil Arias, Director Ejecutivo de Frontex, Agencia Europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores de los Estados miembros de la UE). Frontex confirmó en 2013 que hubo un gran aumento en el número de migrantes que realizan el peligroso viaje en barco desde Egipto y Libia.
Hace pocos días la prensa italiana aseguraba que el Gobierno podría poner en marcha una operación militar en Libia para frenar al millón de personas que esperan para lanzarse al Mediterráneo (El Confidencial). El profesor de Derecho al Asilo en la Universidad de Palermo, Fulvio Vassallo, propone  “reforzar la actual misión de Naciones Unidas en Libia para intentar estabilizar el país". Estos son algunos datos objetivos que hablan de la emigración procedente del país norteafricano. Muchos libios han muerto ahogados al intentar llegar a Europa. Sin embargo, la sensación general es que sólo mueren sirios. Y esto no es cierto. Ni siquiera son la mayoría.

Los gobiernos de EE.UU., CEE y demás países integrantes de la OTAN, pretenden silenciar el genocidio que han causado en países como Iraq y Libia. ¿Cómo lo logran si los datos claman al cielo? Muy sencillo, amplificando el drama provocado por el autodenominado EI y Bashar al-Asad en Siria. Fotos de niños aparecidos muertos en la playa recorren el mundo en pocos instantes, se cuadriplican los espacios en los medios de comunicación para reflejar el drama sirio. La búsqueda “refugiados iraquíes” tiene 573.000 resultados en Google; la búsqueda “refugiados libios” 1.080.000; y la búsqueda “refugiados sirios” ¡8.590.000 resultados!

Nuevamente, la hipocresía de los gobiernos hace gala de presencia. Y digo de los gobiernos porque estos son los que acuerdan contratos con las grandes multinacionales del petróleo y del armamento. ¿Quién es el verdadero enemigo? ¿Los fundamentalistas islámicos (que no deberían llamarse así porque son simplemente terroristas asesinos)? ¿El “monstruo” Bashar al-Asad? No, queridos lectores. El verdadero enemigo es la barbarie, tanto la que practican unos como la que practican otros. Destrozar un país entero para conseguir más petróleo es barbarie. Desestabilizar países enteros para que China no consiga contratos de materias primas es barbarie.

Los gobiernos occidentales nos tratan como niños. Nos dicen a través de los medios de comunicación que el “otro” (EI y al-Asad) son muy, muy malos y que tratan muy mal a las personas, mientras silencian sus crueles juegos comerciales que provocan muerte, desplazamientos y miseria a millones de personas en el mundo.

¿Qué está haciendo la Comunidad Europea? Se han activado dos operaciones, Tritón y Mare Nostrum, para tratar de anular a las mafias que comercian con los emigrantes en el Mediterráneo. Se han establecido las cuotas de refugiados que cada país debe acoger. Pero el problema sigue sin resolverse: ¿qué hacer con todas estas personas? ¿Las acogemos y les damos un bocadillo de mortadela? O ¿les damos medios para que puedan vivir dignamente? ¿Tenemos esos medios? ¿La CEE tiene dinero suficiente? ¿Qué hacer si los europeos, temerosos de perder su nivel de vida, no aceptan la llegada de refugiado o emigrantes a sus ciudades y barrios? ¿Se ha pensado en una concienciación de la sociedad europea y una formación para integrar a la nueva población?

Los países que participaron en la desintegración de Iraq y Libia han metido la pata hasta el fondo. Han provocado un éxodo masivo de personas hacia "El Dorado" europeo y ahora no saben qué hacer. Afortunadamente, más allá de los gobiernos, los pueblos hacen gala de solidaridad organizándose rápidamente para ayudar de la manera más eficaz a todos los emigrantes y refugiados, procedan de donde procedan. Hace falta educar y educarnos en valores éticos como la solidaridad, la convivencia, la concordia, la fraternidad, el respeto, la capacidad de sacrificio por el bien de todos, la responsabilidad histórica. No es suficiente con organizar, hay que educar para la confraternidad entre todos los pueblos de la Tierra.


Francisco Capacete